Historia Completa

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Era la 1:00 de la tarde. 

Mis amigos y yo nos encontrábamos en nuestra guaridapreparando la comida que habíamos conseguido en el mercado una hora antes:Madeleine había cogido unas salchichas y Tom sacó de sus bolsillos un puñadode caramelos que había conseguido en uno de los puestos de dulces y dos piezasde fruta. Valery y yo, sin embargo, nos habíamos encargado del dinero: ese díahabíamos logrado robar tres carteras entre las dos, puesto que, aunque la genteestuviera muy despistada, guardaban increíblemente bien sus objetos personales. Sinembargo, tuvimos suerte: Valery había conseguido hacerse con una cartera queestaba llena de billetes de 50€.

Nuestra guarida se basaba en un edificio abandonado que se encontraba en elbarrio más pobre de la ciudad.Mientras comíamos en total silencio, me quedé observando a los demás mientrasestaba ensimismada en mis pensamientos. 

Madeleine y Tom hacía solamente un año que vivían en la calle. Se quedaronhuérfanos tras un incendio que hubo en el edificio donde vivían. No tenían ningúnfamiliar cercano que los cuidara, y por eso acabaron viviendo en la calle. 

Mark era el más pequeño del grupo; tenía diez años. Él, al igual que yo, habíadecidido escaparse de casa porque no soportaba más el maltrato de su padrealcohólico. Su madre había muerto de cáncer cuando él tenía apenas 8 años; y supadre cayó en tal depresión que comenzó a darle a la bebida. 

Valery era la mayor del grupo; y, también la más experimentada del grupo. Antesde vivir en la calle, había sido criada en un orfanato. Aparte de vivir con la ideade ser una hija abandonada, tuvo que aprender a sobrevivir en el orfanato. La vidadel orfanato no es fácil. Era común maltratar a los y las niñas. Ya harta deaquella vida, decidió escaparse de una vez por todas de aquel infierno.

 -Bueno, ¿Y ahora qué hacemos?-preguntó Mark cuando terminamos de comer. 

-Podemos ir al jardín.-propuso Madeleine. Al ver que nadie ponía objeciones,nos levantamos y nos dirigimos allí. 

El jardín estaba situado cerca de nuestra guarida, en una casa que había en lasafueras de la ciudad. La casa, a pesar de estar completamente destrozada, era unlugar muy tranquilo y acogedor donde solíamos reunirnos a pasar el rato.Una vez allí, nos quedamos en la entrada del jardín, que estaba escondida entresetos y matorrales, mientras esperábamos a que Valery abriera la puerta. Cuandolo consiguió cruzamos la entrada y entramos al jardín. 

En el centro del jardín, rodeada de árboles y maleza, había una fuente muyelegante; pero que, sin embargo, había dejado de funcionar hacía años. En frentede ella, había un banco viejo que aún tenía trozos de pintura blanca. 

Nos dirigimos directamente hacia allí y nos sentamos en el banco. Nos encantabaaquel sitio porque el paisaje, el olor a tierra húmeda y hierba mojada nos transmitíauna sensación de paz y tranquilidad. No hacíamos gran cosa, simplementeesperábamos a que se hiciera de noche mientras pasábamos el tiempo hablando ojugando. 

Cuando comenzó a anochecer, vi una luz verde a lo lejos. 

-Ey, ¿Habéis visto esa luz verde? 

-Sí.-me contestó Valery. 

-¿Qué es?-preguntó Tom. 

-No lo sé, pero se está alejando.-dijo Madeleine entornando los ojos. 

Yo, sinpensármelo dos veces me levanté y comencé a dirigirme hacia aquella luz antesde que desapareciera.Los demás no tardaron en alcanzarme. Intentando pasar inadvertidos, seguimos aaquella lucecita verde que se movía a través del jardín. 

Tras varios minutoscaminando, al final se paró delante de un arbusto y murmuró unas palabrasinentendibles. Fue entonces cuando pudimos contemplarla un poco mejor: tenía laforma de una persona en miniatura, medía apenas unos 20cm, e iluminaba el lugarcon una luz verde propia. En su espalda colgaban dos pequeñas alas de mariposa,que aleteaban para mantenerse en el aire. 

La cueva del minotauroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora