CAPITULO 15:

376 39 6
                                    

...Me encontré en un sitio que no era mi cuarto. Era una de las suites del hotel donde trabajaba. La suite del señor Andrew. La luz entraba con suavidad, delicadamente contra el suelo de mármol y la mullida cama, de edredones más cómodos que los de mi habitación. Todo lo llenaba el silencio, y se percibía aroma a flores y loción de hombre, en el ambiente. Di una vuelta, mirándolo todo, preguntándome que hacía aquí, cuando antes estaba durmiendo en mi cuarto. Una voz se escuchó a mi espalda.

—Mónica.

Voz de hombre.

— ¿Quién es?—todo hizo eco en la suite.

Volví a voltear, hallándome sola.

—Mónica Guerrero—supe reconocer a quien pertenecía la voz.

— ¿Andrew?—susurré.

Cuando iba a mirar nuevamente en los alrededores, sentí unas manos en mis brazos. Di un respingo y la piel se me puso chinita ante las caricias, y al saber que él estaba detrás de mí. Muy, muy cerca. El corazón latió frenético tambien, en el pecho.

—Andrew—repetí, con los ojos cerrados, sintiendo un beso en mi mejilla.

— ¿Me extrañaste este fin de semana pasado, preciosa? Falta poco para vernos. Muy poco.

Sus labios me hicieron cosquillas en el cuello. Suspiré encantada echando la cabeza hacia atrás, y cuando iba a decirle algo, él se alejó de mí, y todo a mí alrededor se emborronó.


Desperté.

Abrí los ojos, encontrándome en posición fetal, en el pequeño cuarto del hotel. Mis manos y pies helados, donde antes sentí calor por las caricias de Andrew. Y es que había motivos. Si bien de día todo era caldeado en el cuarto por el verano, en la madrugada todo era frío hasta hacerme tiritar. Quizás por lo oculto de la habitación, y la humedad que se empezaba a formar en las paredes feas. Me senté, con todo mi cuerpo agarrotado, y de inmediato tuve un ataque de estornudos. La garganta tambien me dolió.

El frío había hecho de las suyas, en mis alergias.

Cuando noté por una de las pequeñas ventanas, que el sol ya salía, me desembaracé de las mantas, recogiéndome el cabello. Era momento de empezar el trabajo. Apreté la pequeña medallita de mi Madre, con ojos cerrados y haciendo una breve oración. Después me encaminé al baño. Aunque el agua helada de la ducha, no me hacía mucha ilusión. Volví a estornudar y después carraspeé, queriendo alejar una sensación incomoda.

Sin duda me daría gripe.

Al mirarme en el espejo del baño, recordé con aprehensión el sueño, y la relación que tenía con el día de hoy. Era de nuevo viernes. Lo que indicaba que regresaba el jefe al hotel. Más precisamente en la noche, según un comentario de Leslie, la tarde anterior. Tendría que ordenar muy bien el cuarto, para que él se sintiera cómodo.

Mi continuidad en el trabajo dependía de ello. Que no terminara teniendo una amenaza en mi expediente como le pasó a Ava, por no cumplir con sus obligaciones.

Acaricié mi cuello, como si aún sintiera los labios de él en mi piel. Y sus fuertes manos, por todo mi cuerpo. Tan solo había sido un sueño, pero se sintió tan real...

—Nunca dejarás de idealizar a los hombre, Mónica—mascullé.

Esto tenía que ser un simple capricho. Le resté importancia al sueño. Aun no superaba lo de Adolfo para fascinarme por otro hombre, y creer que era un galán solo por imaginarlo en mi mente hormonal. Mejor bañarme a ver si el encantamiento se desvanecía y volvía a centrar mi cabeza, bloqueando al corazón para que no me perturbara.

SUITE 405 (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora