Una historia que quiero contarles

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Cuando era niño, recuerdo amar la navidad y esperar todo el año con ansias ese día. Esperar recibir un regalo de papá Noel, la cena navideña, la espera de las doce de la noche, el brindis con la familia, era un día mágico desde comienzo a fin. Hoy día no lo siento de esa misma manera, pues, he crecido y supongo que ese es uno de los motivos, y sin duda alguna también el hecho de que la familia fue cambiando, o por decirlo de otra manera se fue achicando. 

Una de las personas que ya no se encuentran con nosotros es mi abuela y el celebrar la navidad con tantas ausencias hace evidente la presencia de un vacío, un vacío que nunca se va a llenar pues cada persona es irremplazable.

Sin embargo, no puedo olvidar las historias que me contaba de niño, entre ellas historias navideñas y es precisamente una de ellas las que les quiero contar.

Había una vez un niño que esperaba con ansias la navidad, era meticuloso con su comportamiento durante todo el año y cada vez que se portaba mal pensaba en si eso repercutiría en su regalo navideño. 

Después de mucha espera ya solamente faltaba una semana para la navidad, y el niño no podía ocultar la alegría que sentía de ello, por lo que mientras caminaba por el vecindario llevando una bolsa de pan en la mano que le había encargado su madre, un señor bastante mayor que se encontraba sentado en el patio de su casa le preguntó al niño alzando la voz para que éste le oiga "¿Por qué tan feliz?" A lo que el niño le responde "faltan días para navidad"; el señor lo miró fijamente y le dijo "disfrútala lo más que puedas, quizás algún día ya no exista la navidad". El niño extrañado por las palabras del señor se lo comentó a su madre, ésta salió enfadada y cruzó al otro lado de la calle ya que eran vecinos. Cuando su madre volvió, se acercó al niño y con una sonrisa le dijo "siempre sé amable con ese señor".

Faltaba solo un día para navidad y el niño junto a sus padres fueron a comprar los regalos navideños; el niño tenía la creencia de que debían comprar los regalos para los adultos ya que ellos al no creer en papá Noel por haber crecido ya no pueden recibir regalos, por lo que él recorría los negocios con alegría mientras su padres hacían las compras y cada vez que pasaba por una juguetería no podía contener la emoción de pensar en el regalo que le traería papá Noel esa noche.

Noche buena finalmente había llegado y el niño estaba despierto desde las siete de la mañana emocionado. Desayunó, miró dibujos animados navideños en la televisión, luego del almuerzo durmió una siesta para poder estar despierto en la llegada de papá Noel y al despertarse tomó un baño y se vistió con su ropa nueva. Eran las ocho de la noche y los familiares comenzaban a llegar, entre ellos sus tíos y los hijos de éstos, es decir sus primos, además de sus abuelos. Ya estaban todos listos para cenar cuando una visita inesperada había llegado; era el anciano de enfrente quien había sido invitado por los padres del niño; recibieron al señor muy amablemente y el feliz y contento tomó asiento y compartió la mesa con toda la familia.

Las doce de la noche habían llegado y junto con ello, los abrazos, las lagrimas y las sonrisas, y el niño luego de ser abrazado por los familiares y por su vecino, corrió emocionado a ver el árbol de navidad del cual debajo se encontraba su regalo. Era el robot de su serie favorita que había pedido y el niño se encontraba feliz; al voltear notó un segundo regalo y en él estaba el nombre de su vecino.

El niño se lo llevó rápido y al acercarse a el le preguntó "¿Usted todavía cree en papá Noel?" El señor le respondió "yo creo en lo que me hace feliz" a lo que el niño le entrega su regalo y al verlo, el señor comprende la pregunta del niño y deja escapar unas lagrimas.

El veinticinco al medio día durante el almuerzo, el señor los había visitado con un regalo para el niño y sus padres y les dijo "muchas gracias por haberme invitado a esperar la navidad junto a ustedes, esto que les traigo no lo compensa pero espero les guste". Sus padres y el niño se encontraban contentos y lo invitaron a quedarse, curiosamente esa fue la última navidad del señor pues meses después falleció. Desde ese entonces todas las noches del 25 de diciembre, cuando caen las doce recuerdan a su antiguo vecino; en una de esas navidades la madre del ya joven le cuenta la historia de éste señor. Vivió mucho tiempo con su mujer y sus dos hijos hasta que éstos crecieron y se fueron a vivir a otro país, tres años antes de esa navidad que pasaron junto a él, su mujer había fallecido y luego de haber pasado dos años junto a sus hijos decidió volver al país y se mudo frente a la casa del niño y su familia. Ese día en que su madre fue enojada a hablar con el anciano, éste le ofreció disculpas y le expresó que no tenía malas intenciones al haberle dicho eso al niño pero si quería dejarle un mensaje, y es que valore cada navidad porque nunca se sabe cuando ésta dejará de existir para alguien.  El veinticinco de diciembre luego de haberle dado los regalos al niño y su familia, y antes de despedirse, éste le dijo a los padres del niño a solas las siguientes palabras "Yo como su hijo he festejado con enorme alegría las navidades y a medida que crecí fui dejando de hacerlo, porque a las doce de la noche solo recordaba a los que ya no estaban y me consumía la tristeza, luego de la muerte de mi esposa no volví a festejar la navidad, rechacé a mis hijos en las dos navidades anteriores, y sin embargo por un lado a modo de disculpas y por el otro al ver la felicidad de su hijo decidí aceptar su invitación, y al ver el regalo de papá Noel no pude evitar derramar lagrimas. Una noche, los vecinos que no conocía me hicieron pasar la navidad como si fuera un niño de nuevo y eso nunca dejaré de agradecerles".

Este cuento corto es uno de los tantos recuerdos que tengo de mi abuela y he aprendido a valorar las navidades, cada una de ellas y no porque se deba hacerlo como tradición o exigencia social, es cierto, muchas personas hoy ya no están y aunque la familia ya no es igual y yo he crecido puedo ver los mismos sentimientos que de niño, la sonrisa en mis sobrinos, los abrazos de mis familiares, las lagrimas por los que no están y por ellos y por los que están aquí en este momento, quienes ahora son mi familia, las personas que amo que incluyen a amigos y familiares de sangre, por ellos y por mi también decidí celebrar la navidad emocionado como un niño que espera la llegada de papá Noel.

La Última NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora