❝ Final III ❞

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Habían pasado al rededor de dos semanas, el mismo grupo de adolescentes se encontraba fuera del hospital del pueblo, algunos dormían ahí fuera, otros en cambio se encontraban comiendo algo en la cafetería del edificio.

Craig en cambio, estaba recargado en el lumbral de la habitación 713, mantenía sus brazos cruzados, sus ojos tenían unas marcadas ojeras que ni con ayuda del maquillaje de Wendy había podido ocultar. Había hecho una sola promesa, y la cumpliría, tal cual le había dicho a los Marsh, cuidaría de su hijo.

El ojiazul se mantenían recostado sobre la camilla del hospital, los medicamentos que le inyectaban para acelerar su recuperación y regular su dolor le mantenían durmiendo la mayor parte del tiempo. El ojiverde se acercó al contrario, sentándose justo en el sofá individual que había a su lado, delicadamente tomó una de sus manos y acarició dulcemente sus nudillos, se quedó embobado mirando aquella delicada manito, lucía más pálida de lo que ya era, también más delgada, incluso algunas marcas violetas se hacían presentes gracias a las agujas de los medicamentos.

--C-craig...--llamó casi en un suspiro.

--Aquí estoy--respondió de igual manera, dirigiendo su manito a su mejilla.

El silencio reinó la habitación, sólo sus miradas se mantenían conectadas durante unos segundos, hasta que sus párpados se cerraron nuevamente. Craig quería salir e ir en busca de los doctores, necesitaba saber sobre el estado actual de Stan para prevenir posibles riesgos, pero el miedo de que algo sucediera en ese lapso de tiempo le hacía permanecer sentado ahí.

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La recuperación del chico pelinegro fue todo un éxito, en un abrir y cerrar de ojos, ya había pasado casi un mes, lo cual les venía de maravilla, había Sido justo a tiempo para continuar sus planes.

Los dos pelinegros y el rubio del pequeño grupo se encontraban en la casa de los Marsh, Randy estaba bajando las maletas de su hijo mientras Sharon se mantenía aferrándose a él. Claramente después de lo sucedido, ninguno quería volver a separarse de su retoño, temían que aquel mal pudiera volver y ahora sí, acabar con su vida.

Kenny fue el primero en salir para acomodar el equipaje del más bajito, después de prometer que cualquier inconveniente que hubiera lo sabrían de inmediato y ante el más mínimo problema, regresarían a Stan a casa.

--¿Llevas todo lo necesario?--hablaba preocupada y con cariño la castaña.

--Sí mami, ya llevo todo...inhalador, ropa limpia, baterías portátiles, comida para el viaje, dinero, todo.

Ambos padres sonrieron, abrazando al ojiazul al mismo tiempo.

--Bien, sube al auto, en seguida voy--mencionó el ojiverde.

Tras un asentamiento, Stan subió en los asientos traseros de aquella minivan, dejando a Craig a solas con la pareja.

--¿Podremos confiar en que cuidaras de él?--preguntó la castaña.

Craig asintió de inmediato.--Por supuesto, prometo cuidarlo y traerlo con ustedes las primeras vacaciones del ciclo.

Los mayores no opusieron más resistencia y evitaron hacer que perdieran más tiempo; una vez que Craig subió a la minivan, Kenny pisó el acelerador, comenzando así su recorrido, haciendo solamente con la excusa de que necesitarían algo de café para mantenerse despiertos por la noche, por lo que una vez que el auto se detuvo frente a la cafetería de los Tweak, fue el pelinegro de ojos verdes quien bajó en busca de aquello.

Una vez que atravesó la puerta de entrada, la campanilla sonó, un rubio volteó con algo de sorpresa y tristeza en su rostro. Ambos, aunque por lados opuestos, se dirigieron a la barra, quedaron mirándose sólo un par de segundos sin hacer sonido o movimiento alguno, los nervios recorrían cada parte de su ser, hasta que Craig decidió hablar.

𝑫𝒆𝒂𝒅𝒍𝒚 𝒔𝒆𝒄𝒓𝒆𝒕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora