III

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El frío y silencio de la mañana inundaron sus oídos al despertar, los rayos del sol a penas se asomaban para colarse en su habitación. Se quedó unos minutos más en su cama que a decir verdad está más cómoda que cuando ser durmió en ella, cómo si le dijera que no se levante al igual que la pereza y el sueño, por desgracia no puede atender a ese descanso que le pide su cuerpo por haberse despertado. Se sentó y se talló sus ojos para quedar más espabilado pero aún así el dejo que sus pensamientos lo amarren. Giyuu presentía algo sobre de lo que pueda pasar en ese día, simplemente se sentía raro. Cómo si hoy fuese a pasar un algo que lo cambiaría todo y está seguro que no es por las inscripciones, puede ser referente al club de Kendo pero ¿Qué?

Además de que Makomo y Sabito con sus miradas no lo dejan más tranquilo, algo están haciendo delante de sus narices... Su intuición nunca le falla. Aunque, podría dejarlo pasar por está ocasión, tendría que ver cómo la va en el trascurso del día. Sí, es mejor. Se conocía a sí mismo, si algún problema lo mantiene ocupado no es capaz de realizar en óptimas condiciones el resto de sus actividades. Ya no le daría más vueltas al asunto, por ahora.

Su inicio de año escolar no fue nada del otro mundo, además de las celebraciones de sus compañeros de pasar de Secundaria inferior -Chūgakkō*- a Secundaria superior o Preparatoria -Kōkō-. Ya tiene 16 años... que miedo da crecer. Si en algún momento de su vida dijo que quería ser un adulto, esas y muchas más fueron mentiras.

Después de cepillarse los dientes bajó a la cocina, hasta su cuarto su nariz se llenaba del sabroso olor de la comida y sabía que esta misma quedó divina sabiendo quién prepara tan exquisitos platillos. Se asomó a la cocina y fue a abrazar de sorpresa a quién está alli con una de sus sonrisas más sinceras y brillantes.

- ¡Ohayo, Nee-san!

La muchacha de no más de 23 años se volteó y con un alegría le devolvió el abrazo a su único hermano menor.

- ¡Giyuu! Buenos días, me alegro de que te hayas levantado.

- ¿Te soy sincero? Para mí es un milagro, no te imaginas la pereza que tenía - comentó mientras se recostaba en el mesón de la cocina, sin molestar a su hermana.

- ¡Pues ya no más! Un excelente desayuno anima a cualquiera. Hoy ya a ser un día muy complicado, pero siempre con buena actitud ¿Verdad? - volteó para ver a su hermano, pero lo que consiguió fue un semblante delicado y pensativo en su niño.

- Oh, Giyuu - dejó de cocinar y apagó la estufa para darle su total atención al menor, lo conocía como si fuese la palma de su mano. - te levantaste raro ¿Seguro que estás bien?

El otro tardo en responderle ya que pensaba que si lo decía no tendría importancia comparado con todo lo que hace Tsutako y su esposo -quién es cómo su hermano mayor- Yukio. Sabía que es inútil ocultarlo algo a su hermana, y más si ella ya lo sospecha. Nada se le escapa. Respiró tomando fuerzas. Plan A; buscar las palabras para saber qué decir.

- Es que yo...pues...sonarácomounatonteríaentoncesyaparaquémejornohacefaltasí? - El plan se fue por el caño ¡Es algo tan fácil y no lo sabe decir! Habló muy rápido y además en un susurro casi inaudible.

Y cómo era de esperarse, Tsutako no entendió nada incluso su cara mostró confusión.

- ¿Qué? A ver- Giyuu, soy tu hermana, no cometiste un crimen ¿Qué pasa?

Tomioka se estaba poniendo nervioso y por nada, si que su hermana le tiene mucha paciencia ante las rarezas que hace. Respiró y soltó un suspiro, tuvo que ceder ante quedarse callado y mentir.

- . . .Es raro, me desperté y, eso se me quedó pegado, - trataba de ser coherente al hablar siendo más confuso a medida que continuaba.- cómo si algo trata de decirte lo que te va a pasar pero no tienes idea ¡Agh!! - se llevó sus manos a su cabellera para revolver la cómo si con eso encontrara una solución.

¡𝑮𝒐𝒍𝒑𝒆𝒔! 彡 Akagiyuu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora