Il Fantasma Notturno - Parte Cuatro

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06 de abril de 2016

Dos días habían pasado desde que Matt tuvo aquella mala experiencia en la habitación de la tubería suelta, y aun así el terror no cesaba para nada en absoluto.

Ni para Matt y el resto de los habitantes del edificio.

Su madre le reclamó al día siguiente de que había dejado la ventana de la cocina abierta, razón por la cual terminaron por robarse su cuchillo preferido para cocinar.

Al enterarse de ello, Matt enseguida le soltó a su madre:

—Ya te lo dije. Yo no dejé abierta la ventana.

— ¿Entonces puedes explicarme dónde está mi cuchillo? —lanzó desesperada la señora Barrens.

—No lo sé —respondió a secas Matt.

El silencio entre los dos se hizo presente, interrumpido por unos cuantos perros ladrando en el exterior del edificio a través de la ventana de la cocina, la cual fue abierta por la señora Barrens tras despertar.

—Entiendo —hizo una pausa la señora Barrens y continuó—. Si dices no saber nada sobre mi cuchillo, entonces tendrás que pagármelo para poderlo reponer.

— ¿Qué? —soltó enseguida Matt.

—Lo que escuchaste.

La señora Barrens estaba dirigiéndose a su habitación para alistarse a ir a trabajar en una casa de empeño.

— ¿Es verdad lo que me acabas de decir? —cuestionó indignado Matt.

—Por supuesto jovencito —respondió la señora Barrens.

—Pero si ahí tienes otros cuchillos para poder cocinar —repuso con un tono de voz más fuerte Matt.

—Eso no importa. El cuchillo desaparecido era mi favorito, y bien lo sabes —volvió a hacer otra pausa la señora Barrens—. Eso te enseñará a hacer bien tus deberes.

— ¿Cuántas veces tengo que decirte que yo no dejé abierta la ventana durante la noche? —soltó con impaciencia Matt.

—Hasta que me digas dónde dejaste oculto mi cuchillo —respondió con testarudez la señora Barrens.

Harto de tener que escuchar lo mismo de ella, Matt soltó un gruñido para dar media vuelta de mal humor.

Así fue como ese día fue a trabajar en tal estado, hasta que dieron alrededor de las 17:00 horas para dar fin a su turno laboral del día.

Cansado de haber estado de pie cocinando bastantes hamburguesas, Matt llegó a su departamento con un poco de hambre, habiendo olvidado por completo la discusión con su madre por tal cuchillo.

En esos momentos fue cuando se dio la segunda señal de que el terror no había cesado.

Cuando Matt saludó a su hermana menor, ella le reclamó:

— ¿Creí que habías arreglado esa tubería?

— ¿De qué hablas? —soltó desconcertado Matt.

—Me refiero a que desde que tú y mamá se fueron del departamento, ese sonido no dejó de fastidiarme hasta las 15:00 horas —respondió Isabel.

Tras haber escuchado aquello, Matt volvió a entrar en suspenso al recordar lo que vivió la noche pasada.

Esos supuestos "ojos" desnivelados en medio de la oscuridad de aquella habitación de tuberías. Ubicados detrás de la puerta que daba acceso, para ser mucho más precisos.

— ¿Matt?

El joven Barrens se sacudió la cabeza para volver en sí.

— ¿Dijiste algo? —soltó ligeramente desorientado Matt.

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