De: Ber
Para : Laura
La mayoría de las personas amamos la navidad. La celebración más esperada por grandes y pequeños. Hay gente que ama los villancicos, otros la comida que se prepara y algunos adoran el simple hecho de compartir momentos junto a sus seres queridos. Para LuLú, la navidad es solo un día más del montón.
- ¡Ya mismo es navidad! - gritó Ángela muy entusiasmada acercándose a LuLu con intenciones de abrazarla.
- Ya sabes que esta fecha no tiene importancia para mi - respondió en un tono fuerte rechazando el gesto - Además, ya estamos grandecitos. Solo míranos. Tenemos ya 21 años - expresó Lulú señalandose.
Lulú perdió a sus padres desde cuándo ella tenía seis años de edad en un 24 de Diciembre. Desde ese día la navidad perdió el color característico que alegra las almas de las personas. Al quedar huérfana una casa religiosa de monjas le abrieron sus puertas para acogerla. Le brindaron toda la ayuda necesaria y Lulú estaba agradecida por ello. Siempre que podía lo demostraba. En el orfanato entendió que hay gente dispuesta a ayudar a otra. Ella también quería ayudar a otros pero en su caso a los animales.
Ángela y Lulu son compañeras de clase en la universidad. Se conocieron en el orfanato. Compartieron mucho tiempo y momento juntas. Las dos están cursando el último nivel de la carrera de veterinaria. Ángela siempre intentó poner color a su navidad pero nunca lo logró.
Su atención está ahora en el examen final del mes de enero que deben aprobar las dos para poder graduarse.
- Perdón por mi gesto en la mañana, sabes que este día no es espacial para mi, incluso no quiero saber que hoy es navidad - expresó Lulú queriendo controlar sus lágrimas.
- Lo siento, no debí recordártelo - respondió Ángela - Queria intentar hacer esta navidad diferente para ti. Mira.Tengo un regalo especial que sé que te gustará. ¿Te acuerdas que en el orfanato aprendimos a tejer? Pues adivina qué te hice. Una bufanda. Lo mejor de todo es que es turquesa. Agregué unos arreglos de color blanco y bordeé un unicornio, uno de los animales mágicos que te encantan. Recuerdo todas las historias de fantasía que me contabas cuando éramos niñas
- ¡Es hermosa! Sabes, la usaré hoy cuando vayamos a ayudar a decorar el orfanato. Siempre dije que aunque yo no sienta algo especial en estas fechas entiendo que hay niños les alegra y les pone felices el simple hecho que sea navidad. Gracias por el regalo - expresó Lulú acercándose a Ángela para abrazarla
Las chicas fueron a comprar dulces para regalárselos a los niños del orfanato. Las dos siempre ayudaban en todo lo necesario de su antiguo hogar.
-- Chicas, bienvenidas, gracias por venir a ayudarnos con la decoración - dijo emocionada la hermana Sol - ¿Alguien puede ir al piso de arribo a bajar el árbol de navidad que está en la caja de siempre?
- Yo puedo - respondió Lulú mientras comenzó a correr por las escaleras
Una vez en el piso superior Lulú empezó a buscar la caja donde se encontraba el árbol de navidad pero no lograba hallarlo. Vió el telescopio con el cual junto a Ángela veía las constelaciones cuando eran pequeñas. Se colocó frente al mismo a buscar la constelación de Pegaso. La luz de la luna se reflejó en el telescopio e hizo una perfecta coincidencia con el unicornio de su bufanda. La criatura empezó a moverse y emitir un fuerte destello la cual hizo que se teletransportara.
Lulú alzó su mirada y en el cielo vió dos lunas. Se puso feliz porque sabía que estaba en un mundo mágico. Su sueño se había cumplido. Estaba nevando en el lugar y comenzó a hacer bolitas de nieve para sentir el frío en sus manos y estar segura que no era un sueño.
Desde pequeña intentó encontrar mundos mágicos pero nunca tuvo suerte. La única persona que le ayudaba en sus intentos era Ángela. Ella era la única persona que confiaba en Lulú al cien por ciento.
Lulú empezó a correr cerrando los ojos para sentir el viento junto con la nieve que caía desde el cielo.
Por tal imprudencia chocó con un unicornio que se encontraba por el lugar.
- ¿Te encuentras bien? - preguntó el animal preocupado.
- Ehhhh si - respondió la chica frotándose la cabeza después del impacto - espera ¿eres un unicornio?
- Pues la verdad no me suena ese nombre. Solamente sé que tengo un cuerno sobre mi cabeza.
- Correcto ¡Eso es un unicornio! ¡No puedo creer que esté viendo uno! ¿Hay más criaturas como tú cerca?
- ¿Criaturas? Pues.... Solamente somos animales corrientes. Y si. Hay más "criaturas" cerca. Nos vamos a reunir porque el gran búho sabio nos iba a contar sobre algo llamado navidad que hasta lo que hablamos ayer son seres de otro mundo.
- ¡Yo soy un humano! Lo de la navidad es un tema aparte - dijo entre risas.
- Seguro que si vienes conmigo el gran búho sabio estará feliz de observar a un ejemplar real de un humano.