Fragmentos de mi vida

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Si tuviera que elegir una manera de empezar a contarles esta historia, mi historia, no sería así. Tal vez me crearía toda una imagen en la mente, algo que hago constantemente, pero esta vez, no puedo distraerme tanto.

Me llamo Patricia Martínez, tengo 17 años, cabello lacio pelirrojo hasta los hombros, grandes ojos verdes, uso anteojos como Harry Potter, mido 1,60, tengo una sonrisa compradora y los dos dientes de adelante un poco más grandes que el resto. Voy al Colegio La Costa en Chubut, Argentina y estaba en mi último año cuando todo sucedió. A decir verdad, no pasaron tantas cosas, pero se las contare igual.

Viví mi vida muy tranquila, intentaba disfrutar lo más que podía, pero cada cosa que pasaba me llevaba al límite. Siempre fue de sentir mucho todo tipo de emociones, alegría, furia, tristeza, y eso a veces era bueno y a veces no, así me pasaba. Desde que tengo memoria fui así, me afectaba lo más mínimo, no podía ni hablar con alguien sin enojarme o ponerme sensible, no sé si será una ventaja o una desventaja, pero seguro un poco de ambos.

Para darles contexto, cumplí 17 hace 1 mes, pero nadie recordó mi cumpleaños. Es algo que nunca me había pasado por extraño que suene. Mucha gente cuenta que se olvidaron de sus cumpleaños, pero jamás pensé que sea cierto, siempre pensé que alguien que dice quererte no olvidaría algo tan simple como un cumpleaños.

Si lo pensamos el cumpleaños es la fecha más importante de todas las personas. Es una celebración constante por uno mismo, y uno debe disfrutarlo mientras pueda, no se sabe cuándo algo pueda cambiar. Es ese recordatorio de que la vida es regalada, de que uno no elige vivir, pero se aguanta y lo hace. Se levanta todos los días y continua como si ganáramos algo por el esfuerzo diario, pero no, no hay premio al final del camino. Algunos dijeron que habría paz, pero ya no sé qué creer.

Lo podemos ver de dos maneras, o te queda menos por vivir, o ya viviste ese año al máximo; yo prefiero la primera opción. Si, sonara raro, pero es la verdad. Es mi pensamiento y respetare los tuyos, pero, si piensas que la vida es un cuento de hadas mejor deja de leer, pará ahora, que estas a tiempo, después no podrás decir que no te advertí.

No te va a gustar esta historia, pero no está para eso, lo escribo para tomarnos un tiempo y pensar en nosotros mismos. Vernos dentro y decir ¿Así quiero ser recordado cuando muera? ¿Vale la pena el sacrificio diario? ¿Estoy feliz o estoy conforme? ¿La vida es mala o solo la mía?

La gente suele olvidar hasta lo que hicieron dos segundos antes, hasta que comieron hoy o lo que prometieron no contarle a nadie, lo olvidan todo, así que no esperes que se acuerden de algo como un cumpleaños; menos si es el de otra persona, apenas se puede con las fechas importantes de uno. Cuiden a las personas que tienen a su alrededor y jamás, pero jamás, olviden sus cumpleaños. No hay nada más importante que saludar a alguien por su cumpleaños, pregúntenle a cualquiera.

Pueden inventar excusas, al hacerlo piensen en las más fáciles de creer, nada de salir con pavadas porque harían la situación más incomoda. Es una situación delicada dependiendo a quien le preguntes, para mí lo era.

Pensemos por un momento en la primaria, recuerdan cuando les decían que los amigos valen oro, no les mentían. Los amigos no son algo de todos los días, es muy poco probable que te vuelvas amigo de alguien en un día. Para ser amigos debe pasar mucho pero mucho tiempo. Confíen en mí o no lo hagan, pero lo entenderán más adelante.

Creo que lo tuve que haber mencionado antes, pero estoy muerta.

Quedan avisados, esta no es una historia normal o tal vez sí. Están a punto de averiguarlo.


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