DÍA DE ACTUALIZACIÓN
QUE LO DISFRUTEN.
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Cerré la puerta y le eché pestillo, apoyando la frente en ella. Tenía calor. Muchísimo calor. Y entonces mi cuerpo no halló otra forma de desfogarse.
Sabiendo que estaba completamente sola, me encaminé a la cama, removiendo el albornoz de felpa y mi pijama, quedando solo en ropa interior. Me recosté entre los mullidos cojines y almohadas de la cama y empecé a tocarme. Desde hacía muchos meses no lo llevaba a cabo. Pero ahora lo necesitaba con urgencia. Porque ese beso y su cercanía me habían puesto a mil y necesitaba soltarlo, antes de que se me acumulara en el cuerpo y terminara haciendo alguna estupidez. Como ir a buscarlo y decirle como me sentía.
Con ojos cerrados y aun respirando agitada, pasé mis dedos por el cuello y el pecho, rozando tambien mis senos con mimo. Imaginándolo a él. Recreé su rostro en mi mente y todo lo que le vi hacerle a la otra mujer. Pensando que era a mí a quién se lo hacía. Que me acariciaba el cuerpo con adoración, y que el beso de hace un rato no se había detenido. Imaginé que estaba ahora conmigo en la cama. Sus manos grandes y elegantes por toda mi piel. Esa boca que parecía como si Dios se hubiese sentado a pulirla; en la mía. O entre mis pechos, descendiendo con pasmosa paciencia al centro de mi cuerpo. Gemí, al tiempo que metía un dedo en mí. La otra mano aferrando las sabanas.
Sabía que si seguía así un poco más, alcanzaría sin demora el orgasmo. El que no pocas sino nulas veces tuve con Adolfo. Y que solo de vez en cuando me lo podía provocar yo en soledad. Cuando mi ex marido no estaba, soñaba que era otro hombre el que estaba junto a mí. Un príncipe. Un caballero misterioso que me hacía el amor con tanto cariño y lujuria a la vez, que lograba al fin correrme al ser consumada la relación. Terminando mojada y jadeante, como estaba justo ahora.
Presioné el clítoris con la palma de la mano, sin dejar de acariciar con los demás dedos. La imagen de Andrew aun en mi cabeza. El haciéndome suya. Su boca entre mis piernas. Hablándome sucio. Hasta que no pude aguantar más y me dejé ir, gritando, arqueada contra la cama. Conmocionada por el primer orgasmo fuerte que tuviese en mi vida. Respiré atragantada, pero con una sonrisa en el rostro.
El hombre encantando con el que fantaseara antes, al tocarme, ya tenía rostro. Y era Andrew.
La mañana del domingo llegó, y yo estaba tan insomne como la noche anterior. Con mis ojos ardiendo, pero sin poder conciliar el sueño. Acostada bocarriba miré el techo, esperando el momento de levantarme. Aunque hoy no tenía trabajo pesado. Solo organizar la suite del señor y quizás los pasillos.
Toda la madrugada la había pasado dando vueltas en la gigantesca cama. Pensando cómo era posible, que en... ¿Qué? ¿Casi mes y medio? Olvidara del todo a Adolfo, y el dueño del hotel donde trabajaba, me trastocara la vida, y pudiera dejarme sin capacidad de moverme o decir algo con único beso. Luego de hacerle frente al remordimiento, me había recreado en el recuerdo de ese mismo beso. Recordando sus manos en mi cintura o subiendo a la espalda. Nuestras lenguas danzando una contra la otra. ¡Su olor en mi piel! En sí, no sabía si a esto podía llamarlo amor. Cuando hacía tan solo unas semanas que nos conocíamos. Sabía que se llamaba Andrew Donnovan, que tenía una cadena de hoteles y era mi jefe. Además de que Nina y Kany me contaran que poseía una hermana llamada Holly. Con la que vivía en Nueva York. De resto no sabía ni su color favorito, si prefería el dulce a la sal. O las cualidades y hasta manías que tenía. ¿Cómo fiarme que él no sería como mi ex marido? ¿Cómo confiar además, que teniendo apariencia de gigolo, no estaría solo jugando conmigo, para que yo fuese una más de sus conquistas?
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SUITE 405 (COMPLETA)
Romance¿A qué estarías dispuesta por salvar tu vida? ¿Perderte lejos donde nadie te conozca? ¿Pagar el precio que sea? O ir contra la ley, fiándote de un coyote que te ayude a cruzar la frontera de México a Estados Unidos, sabiendo como podrías acabar de s...