28. Debilidad

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Jaiden

La chica les abrió paso hacia el interior de la gran mansión, con una sonrisa entusiasmada, como si hubiera estado esperando años por aquel momento. Ambos entraron, sin entender demasiado de qué se trataba aquel lugar tan asombroso. Isaac también entró luego de algunos segundos en los que se distraía mirando el espacio.

Dentro había un aroma a...

Olivia

Café. Aquel olor no podía ser más que café. Observó el interior y se dio cuenta que por dentro parecía incluso más grande. No habían muchos tonos de colores adornando la casa, casi todo era marrón.

Habían unas escaleras justo frente a ellos, de una madera oscura y daba la sensación de que crujirían bajo sus pies si las pisaba. Unas columnas se conectaban desde el suelo al techo, justo frente a las escaleras.

El piso era como un juego de ajedrez, blanco y negro y reluciente. Había un mueble al costado de ellos con algunos cuadros, Olivia los observó de cerca y notó que en uno de ellos estaba la chica que los había recibido junto a otro chico que tenía un gran parecido con ella, aunque el cabello de él era de un rubio oscuro. Había otro cuadro que era de una anciana, y le sorprendió a Olivia el hecho de reconocerla.

La abuela de Davies, pero... ¿Qué hacía en una foto de aquella casa? Quizás era algo que debía preguntar más adelante.

Allí también había una vela y la chica dejó unas llaves sobre el mueble. A un costado de las escaleras, había una puerta que estaba abierta y demostraba que allí se encontraba la cocina, que tenía muebles de madera un poco más clara, una mesa de mármol con algunos taburetes negros y Jenny allí, conversando con Eli.

Espera, ¿Eli? Olivia no lo entendió, pero no pudo hacer ninguna pregunta sobre el tema porque la chica los condujo por un pasillo al otro costado de las escaleras. De allí venía el olor a café.

Era un gran salón, de verdad grande, con tres sofás de cuero rodeando una mesa de cristal en la cual reposaban las tazas. Los sofás tenían cojines grises y blancos, y sobre ellos habían personas. Alder, por supuesto, el amante del café, Davies, Kane, el tal de Louis que había salido de la piedra como un espíritu- sí, esa parte Olivia no había comprendido- y otro hombre, que se veía similar a un cuarentón, con barba larga, cabello un poco gris en algunos mechones, un gorro viejo y gafas. Tenía los ojos como los de Davies y Louis, claros.

-¿Quién es?- preguntó Olivia a Jaiden en un murmuro, pero la chica la escuchó y respondió antes.

-Es Edgar, el hermano mayor de los Davies- explicó. Entonces era el hermano mayor de Edward. Es decir, de Davies, estaban acostumbrados a llamarlo por su apellido.

Olivia asintió, observando el hombre que hablaba con ellos con nostalgia, principalmente de Louis, pero era predecible porque él estaría muerto.

-Tenía que haber vuelto con los chicos de La Escuela Tormenta, pero tuvo un inconveniente y volvió para cuando Sarah decidió atacar. Nos ayudó a dejar la casa lista para su llegada- sonrió ella.

Se acercaron más a ellos y escucharon que Davies decía:

-No estamos seguros en ninguna parte, no nos confiemos- se veía inseguro, como si temiera que de pronto los ventanales se rompieran por balas como había pasado en la casa.

Olivia se quedó pensando en eso que había dicho Davies por algunos segundos, hasta que la voz de Louis la sacó de sus pensamientos.

-¡Chicos!- exclamó- Ya llegaron, que bueno.

Jaiden asintió y se acercó aún más, así que Olivia lo siguió.

-Sí ha sido un trayecto un poco largo.

El Legado Del Lobo (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora