Capítulo 2

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Para mi desgracia, el domingo pasó muy rápido.

Me encontraba en la cocina preparando el almuerzo que se llevarían los niños a la escuela mientras desayunaban en la barra.

Escuché cómo se levantaban para ir a lavarse los dientes, guardé todo en sus pequeñas mochilas y caminé hasta el garaje.

Ayudé a Amelia a subir a su silla, abroché su cinturón y rodeé el auto para verificar que Luke lo hubiera hecho correctamente. Me dio un pulgar arriba cuando lo comprobé.

Lancé un beso en su dirección y ahogué un grito cuando unos brazos me rodearon.

- Se hace tarde -reí cuando su barba raspa en mi rostro.

Sus labios besaron los míos unos segundos.

- Te amo, vuelvo en un rato -dejó un casto beso en mis labios antes de entrar al auto y salir de allí.

Una vez la puerta del garaje se cerró, regresé a la cocina, donde Dodger me esperaba pacientemente junto a su platito.

Lo llené de comida y me agradeció lamiendo mi mano.

Dejé todo lo que ensuciamos en el lavavajillas para luego subir al baño y poder tomar una ducha.

Estaba terminando de maquillarme cuando el castaño entró al baño.

- ¿Todo bien? -asintió besando mi mejilla.

- Luke me comentó que harán pruebas para el equipo de fútbol.

Me asombré.

- ¿Y?

- Le dije que vamos a practicar en las tardes -sonrió quitándose su camisa.- Ya sabía yo que llevarlo a ver a los Patriots tendría su fruto .-ambos reímos.

Rodé los ojos, entró a la regadera y una vez que estuve lista, caminé al closet en busca de unos zapatos. Me decidí por unos básicos blancos.

Regresé a la habitación para limpiar un poco, me reí al ver a Dodger en medio de esta, recostado sobre su espalda con los ojos cerrados.

Me dejé caer a su lado, asustándolo, lo que me provocó una risa. Acaricié su barriga y reí más fuerte cuando lo escuché ronronear como si fuera un gato.

- Alguien tuvo un buen desayuno, ¿eh? .-el can lamió mi brazo esperando a que lo siguiera rascando.

Lo rasqué unos segundos más para luego ponerme de pie.

Empecé a quitar las sábanas para dejarlas en la canasta. Dodger simplemente no se movió, así que decidí dejarlo ahí.

Tomé mi bolso para dirigirme a la planta baja.

La puerta se abrió y vi a Rose, la señora que hacía el aseo en esta gigante casa.

- Señora Evans .-sonrió acercándose a besar mi mejilla. La miré mal.- Ale, lo siento.

- Hay demasiada confianza ya, Rose.

Rose trabajaba para Chris desde que lo conocía, hace un poco más de una década. Venía tres veces por semana, y me aseguraba de que recibiera un buen sueldo. Limpiar esta casa debía ser espantoso.

Siempre le insistí a Chris que no era necesario una casa tan grande, pero obviamente se negó.

Tan solo arriba hay 5 habitaciones con sus baños.

A pesar de que teníamos a alguien que ayudaba con la limpieza, desde que llegó Luke, le enseñamos a ser ordenado y limpio, lo mismo fue con Amelia.

Rose me indicó que iniciaría con la cocina, por lo que la seguí.

The Evans (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora