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#uzuzen
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"Santa Claus tiene un bonito agujero."
Uno pensaría, ¿de qué agujero está hablando? ¿será el que estoy pensando?, y sí, querido lector, es ese agujero. El de abajo.
"Se lo abriría las veces que sean necesarias para que tome la forma de mi ver-."

Burdo, al punto y muy poco sutil, pero así lo escribió Tengen Uzui, el sujeto musculoso que tira del trineo de Santa Claus, en su carta de fin de año.

Inosuke Hashibira, otro de los "renos", miró la carta y no sabía qué estaba leyendo, no obstante lanzó una carcajada y le aplaudió a su compañero esclavizado. Gyomei Himejima no entendió y prefería no hacerlo, Sanemi Shinazugawa fue a lavarse los ojos con cloro y Zenitsu, el bonito, pequeño y culón Santa Claus que heredó el puesto de su abuelo Jigoro, no supo dónde esconderse.

Santa Claus cruzó las piernas, se sentó lo más lejos posible de sus renos y trató de alzar la voz más allá de su vergüenza.

— ¡¿Porqué siempre me haces esto, Tengen?!— chilló rojo como tomate.

— Lo dices como si el que tú seas una belleza fuese totalmente mi culpa— se defendió el reno.

— ¡Porque lo es! ¡¿quién sugirió sentadillas y ejercicios para que, y cito, "tu retaguardia esté a la altura de tus poderes"?!

— ¿Inosuke?

— ¡TÚ!

— Claro, claro. Pero admítelo, Zenitsu, tienes una preciosa retaguardia y me encanta verla.

— ¡Cállate, degenerado!

Degenerado en efecto, todos allí sabían muy bien que Tengen pensaba con dos tipos de cabeza la mitad del tiempo, especialmente si Zenitsu (su amo Santa Claus) estaba cerca, siendo éste el blanco de todas sus perversiones y fetiches.

Como el traje de Santa que Zenitsu utilizaba, desde que Tengen "lo mejoró" Zenitsu evita a toda costa ser visto por los niños del mundo, no vaya a ser que piensen cosas raras de Santa. Y eso molestó a Zenitsu, ya que el rubiecito amaba tratar con los niños y admirar las sonrisas en sus rostros al descubrir que Santa es real.

Bueno, gracias a Tengen eso ya no es posible.

Se acercaba la Noche Buena y los duendes estaban trabajando como esclavos coreanos para terminar millones de juguetes a tiempo, y no sólo juguetes, también dispositivos electrónicos Made in North Pole y ropa, tú sabes, la ropa que te regalan en vez del celular que pediste.

Zenitsu estaba dando los toques finales a su plan de medianoche, trazando rutas alternas por si la cosa se ponía peluda y chequeando que todo en el trineo estuviera en óptimas condiciones y no chocaran. De nuevo.

— Muy bien, toca ponerle los arneses a los renos.

De renos no tenían nada, eran cuatro tipos musculosos y sin camisa tirando de un trineo de noche. Sí, erótico por donde se lo mirase.

— ¿Te encargas tú, Kaigaku?

El aludido enarcó una ceja.

— ¿Y eso porqué?

— Es que... tengo que buscar algo que olvidé.

Puras mentiras y Kaigaku lo sabía.

— Lo busco yo, tú ponles los arneses— dijo sin más.

— ¡¿Qué?! ¡N-no, no, sólo yo sé dónde está la... la cosa! ¡Tú hazlo, yo voy por la... cosa esa!

— No. Hazte cargo de tus playboys y yo busco "la cosa".

Y se fue a por la bendita "cosa" que Zenitsu se había inventado, dejando al rubio solo frente a sus cuatro renos desnudos.

— Te maldigo— masculló.

— Lo anotaré en la lista. ¡Ve!

— ¡Sí, ya voy! Porqué a mí...— se lamentó Santa Claus.

Fue a por los arneses y los colocó a sus renos uno por uno, primero Inosuke por ser el más joven y pequeño, luego a Sanemi porque siempre se quedaba quieto, después a Gyomei, el más responsable y agradable, y finalmente a Tengen, la peor pesadilla de Zenitsu.

Mientras que Inosuke era hijo de un antiguo reno de Jigoro, Gyomei era veterano en el asunto y Sanemi estaba desempleado entonces no le quedó de otra que ser un reno, Tengen se había ofrecido voluntariamente para tirar durante 20 horas a través de más de un millón de kilómetros de un trineo que pesa 50 toneladas con una paga mediocre porque Zenitsu era el chico más lindo que había conocido jamás y valía totalmente la pena con tal de verlo en acción.

Era dulce, divertido, inteligente, ágil y energético, Zenitsu era el Santa perfecto según Tengen y por él tiraría del trineo infernal hasta el fin de la existencia.

— ¿Qué miras?

— Tu bonita cara de amargado.

— Tengo esta cara cuando estoy cerca tuyo.

— Y yo tengo una erección cuando estoy cerca tuyo. ¿No somos almas gemelas?

— ¡NO ES LO MISMO!

También sacarlo de quicio, Tengen amaba hacer eso.

— ¿Porqué tardas más conmigo que con los demás? ¿Acaso ya admitirás que amas tocar mi pecho?

Zenitsu se alejó de repente, levantó las manos y, con el rostro rojo, dejó de enganchar los arneses.

— ¡Caete en el medio del Congo, no me importa, pero no pienso tocarte de nuevo!

— Sí, sí, porque seguuuuro que me dejarías ahí tirado, claro— le guiñó Tengen— entendido.

Era muy obvio que Santa jamás lo abandonaría tirado en el medio de la nada, pero la amenaza le parecía adorable.

— ¿Vamos?— inquirió Gyomei listo para surcar los cielos.

— Vamos— le contestó Zenitsu ya siendo incapaz de quitarse el rojo de sus mejillas.

Cada año era lo mismo con ese estúpido reno: escribía algo indecente en su carta a Santa Claus, avergonzaba a Zenitsu frente a los demás, abusaba de su posición como el reno favorito de Santa y, después de repartir los regalos, se comía el tremendo trasero de Santa Claus como regalo de Navidad, le metería el miembro hasta el fondo, haría a Zenitsu gemir como perra el celo, lo obligaría a llamarlo "amo" y se aseguraría de que no olvidara quién era su enamorado.

Sin embargo Zenitsu estaba bien con todo eso, por algo aún no lo había despedido, después de todo Tengen tenía su encanto más allá de una cara guapa, un semejante cuerpo y el pedazo de mazacuata más grueso que Zenitsu jamás había conocido. Era un reno apasionado que nunca abandonaría a su amo, ¿qué más podía pedir Santa para Navidad?, tenía el mejor novio del mundo.

Santa Claus era cogido por su fiel reno. Te dejo la imagen en el cerebro.
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⁽⁠⁽⁠ଘ⁠(⁠ ⁠ˊ⁠ᵕ⁠ˋ⁠ ⁠)⁠ଓ⁠⁾⁠⁾ les debía algo para Navidad, sé que es corto pero hasta acá llegan mis ganas. Feliz navidad.

Santa Hole | UzuZenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora