Capítulo 33

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—Dijiste que tenía una piscina, pero nunca aclaraste que estaba climatizada

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—Dijiste que tenía una piscina, pero nunca aclaraste que estaba climatizada. —Le regalé una mirada de reproche.

—No preguntaste —respondió con sencillez mientras dejaba sus cosas en una tumbona.

La piscina tenía una longitud muy grande, suponía que era principalmente porque tal vez la usaban para entrenar. Marcus parecía pez en el agua porque no aguantó mucho, se sacó la camisa y ya venía descalzo desde nuestra habitación, conocía la casa perfectamente.

Giré al escuchar el chapuzón y lo vi nadar hacia la otra punta con una velocidad sorprendente. Dejé mi toalla en una tumbona y me acerqué al filo de la piscina. Decidí sentarme en el filo, por suerte había elegido un vestido un poco más corto, dejé que mis pies tocaran el agua y miré a Marcus que estaba sacándose el agua que se deslizaba en su cara al terminar su recorrido. Él se acomodó de nuevo y nadó hacia mi dirección, la fisioterapia funcionó.

—Me alegra que estés en tu mundo —señalé, apenas sacó la cabeza del agua.

—Gracias, supongo. —Sacudió la cabeza y después me miró con una sonrisa—. No vas a meterte o debo empujarte.

—Es lo máximo que obtendrás de mí —sonreí.

—¿Es por lo del tiburón? —preguntó, sin mirarme. Sin tacto, directo al punto.

—Tal vez —dije la mitad de la historia, pero aceptando un poco de la verdad.

—No hay tiburones aquí, solo estoy yo.

—Puedes ahogarme —señalé—, tengo la impresión que al estar a mi alrededor siempre quieres matarme y no me arriesgaré —bromeé mientras señalaba el agua.

—Jamás haría eso —me miró confuso—. Eres mi novia, ¿no?

Lo miré ante aquella respuesta y él desvió la mirada, parecía que ninguno sabía cómo actuar ante aquella conversación. Tal vez era una buena opción cambiar de tema o seguir con la broma. Decisiones, decisiones.

—Cuando pasó lo del tiburón el agua fue un tema delicado para hablar —mis dedos tocaron un pequeño charco que se había formado a mi lado debido al movimiento del agua—, fue difícil porque amaba el mar. Las piscinas fueron más sencillas de superar, a veces mi mente me engaña, pero al final puedo conectarme con la realidad y separar aquella imagen.

Él apoyó sus brazos en el borde de la piscina, ubicando también su cabeza, estaba atento escuchando mis palabras. Creía que estaba realmente interesado en escucharme hablar, una imagen diferente a comparación de Marcus que no le gustaba mucho estar a mi alrededor.

—El mar es el único paso que me queda y no puedo superarlo completamente —admití, sin mirarlo en ningún momento, tal vez era más fácil seguir el juego de ser su novia y no dedicarme a contarle mis miedos.

—Ahora entiendo por qué siempre estabas sentada en la arena —suspiró.

—Bueno, espero no haberme visto como una loca. —Traté de frenar la tensión.

Solo quiero estar a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora