Parte única.

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Park Jimin vivía solo en una pequeña casa que heredó de sus abuelos después de que ambos fallecieran debido a su avanzada edad. Había sido criado por ellos, no conocía a sus padres y tampoco quería hacerlo, tal vez su ausencia hizo que no tuviera ganas de saber sobre su vida o los motivos que tuvieron para desaparecer. Lo único que sabía era que sus padres eran jóvenes, así que lo dejaron con sus abuelos paternos, quienes lo criaron como mejor pudieron.

Ahora estaba solo, cuidando una casa que se caía a pedazos y que justo daba a la entrada de la ciudad donde vivía, por lo que los alrededores eran boscosos, como salidos de una película de terror donde el protagonista no tenía hacia dónde correr. Lo único bueno es que le quedaba cerca un supermercado y un centro comercial, ubicados justo frente a la carretera.

Su casa tenía un patio amplio, le daba para construir una casa mucho más grande y seguir teniendo bastante espacio. Era al menos lo que le decía todo el mundo, pero el dinero no llovía del cielo y sabía que ni en un millón de años tendría lo suficiente para expandir su propiedad. Lo mejor que podía hacer era plantar cosas en su invernadero, también dejaba que su perro corriera por lo largo del sitio que había cerrado para no tener la visita desagradable de algún animal salvaje.

Eran las 16:00 PM y se estaba tiñendo las raíces rubias después de haber dejado pasar demasiado tiempo. Tenía la puerta del baño abierta, una toalla alrededor de su cuello y al perro moviendo la cola sin comprender lo que su dueño estaba haciendo.

El baño era pequeño como todo en esa casa. Las paredes eran de un verde que casi llegaba a ser celeste y los azulejos eran blancos. Jimin tenía un espejo sobre el lavabo que tenía las esquinas quebradas, pero seguía sirviéndole para guiarse en todo. Le gustaba, por ejemplo, mirarse al espejo cuando se lavaba los dientes, era una persona muy visual, necesitaba ver las cosas para asegurarse de poder hacerlas.

Tenía la televisión encendida en un canal de noticias. Hacía muchísimo calor, se encontraba sin camisa esperando que toda la tortura de arreglar su cabellera rubia trascurriese más rápido. En algún momento deseó regresar al castaño, pero le gustaba el rubio y todo el mundo le decía que llevaba bien el color, como si hubiese nacido con este.

El hombre de las noticias, que iba vestido con traje, informaba en ese momento que se estaba avanzando con éxito en el estudio de híbridos, personas que compartían características con ciertos animales. Se decía que habían llegado muy lejos con las pruebas y que todo estaba marchando bien con este nuevo descubrimiento de la ciencia. Querían que los híbridos tomasen trabajos complicados que podrían hacer el doble de rápido y el doble de bien. Prácticamente, estaban trabajando en la creación de nuevos esclavos, Jimin sentía escalofríos cada vez que escuchaba de eso.

— Átomo, ¿puedes echarte en el sofá? — Le advirtió a su perro que no dejaba de darle cabezazos mientras trabajaba en su cabello —. Estoy ocupado, amigo. La última vez esto fue un desastre y también por tu culpa.

Su perro "Átomo" no le hacía caso, así que siguió hostigándolo con la lengua afuera y los ojos brillosos. Era un perro enorme, pero no tenía raza, lo adoptó cuando una chica insistía en que no podía tener tantos perros en su casa y desde entonces tuvo que aprender cómo llevar su vida con un canino tan hiperactivo.

Era bueno que Átomo fuese tan inquieto, porque le mantenía activo y entretenido, pero también le parecía malo debido a que se cansaba muchísimo y ni siquiera en su cama tenía un respiro.

Jimin se acercó a la cocina que tenía conectada con la sala, abriendo la nevera para sacar un refresco. Tenía absolutamente todas las puertas abiertas de su casa y aun así estaba acalorado. Le había comprado una pequeña piscina de niños a su perro, a veces Átomo entraba con sus patas mojadas a la casa, dejándolo todo manchado a su paso, pero los últimos días estaba aprendiendo a que eso no se hacía.

NO VIENE EL LOBO 狼 KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora