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— Sí Jimin, te amaré, aunque tengas arrugas en el pipí.

— ¡Oye! — Chillo avergonzado. — ¿Tú cómo...?

— Te amo. — Pronuncia viéndome a los ojos. — Y te amaré siempre. — Su rostro pálido y aún soñoliento me causa ternura, las legañas rodean sus ojos. Sus bellos ojos grises. — Así tengas treinta, cuarenta, setenta u ochenta. No me interesa. Te amo porque eres tú. Mi Park Jimin.

— ¿Por qué dices cosas tan dulces como estas de la nada? — Estiro la comisura de mis labios y parpadeo lentamente, mis brazos rodean su cuello y los suyos rodean mi cintura. — Si quieres que vivamos por mucho tiempo, ambos tenemos que cuidarnos.

— Ay no, mucha vida. — Alzo una ceja al verlo fruncir el ceño. ¿Quién lo entiende? — ¿Vivir más de los setenta? ¿Cuidando a nuestros nietos cuando sus padres se quieran deshacer de ellos? ¡No! — Suelto una carcajada al ver su reacción exagerada.

— ¿Por qué siempre te vas a los extremos? — Llevo mi mano izquierda hacia el mechón de cabello que se le pega en la frente, apartándolo. — Tu eres el más empeñoso en tener hijos. — Le recrimino.

— ¿Es acaso que no quieres tener hijos conmigo? — El tono de su voz cambia.

— Obviamente sí. ¿Quién no querría tener hijos contigo? — Alzo una ceja divertido. — Pero no soy yo el que está renegando de cuidar de los nietos que ni siquiera tenemos. — Acaricio su labio inferior con mi pulgar, fijando mis ojos en aquellos finos labios que sueltan pura tontería. — Tenemos mucho tiempo antes de su llegada.

Ladeo mi cuello tratando de verme tierno, sus ojos se paran en el hueco de mi cuello y sonríe maquiavélico.

— Mmm. — Ronronea. — ¿Me estás provocando para morderte el cuello y chuparte la sangre? — Suelto una risita. ¿Cómo es que tiene esa facilidad para cambiar de tema?

Mi novio con complejo de Edward Cullen me muestra sus dientes caninos que tratan de ser colmillos, logrando que suelte una carcajada por lo tierno que se ve.

«Ahora solo falta que su piel brille con el sol»

Aunque... Es probable, ya está tan pálido como un vampiro.

— Tal vez. — Entrando en mi papel, llevo mi dedo índice hacia mi cuello. Señalándole el lugar donde quiero que me marque. — Puedes meterme el diente cuando quieras. — Digo suave pero firme, sin apartar mi vista de sus ojos ansiosos.

— ¿Es temprano y ya estás pidiendo de mi pene? — Sus pupilas se agrandan y me toma con posesión al mismo tiempo que sonríe con lascivia.

Sonrió complacido por sus palabras, porque de su boca ha salido pura verdad.

Porque sí, estoy pidiendo que me lo meta.

Nos complementamos muy bien que da paso a atrapar mis labios entre los suyos, haciéndome suspirar. El beso empieza con delicadeza, pero se torna poco a poco en rudo, trayendo consigo respiraciones pesadas y manos que no pueden mantenerse quietas.

Sus besos bajan hasta mi cuello para morderlo como tanto había ansiado. Sus largos brazos me sostienen de la cintura, mientras que mis uñas se clavan en su espalda.

— Yoongi...

Decir su nombre lo prende aún más, deja una última mordida antes de lamer la zona afectada como si fuera un pequeño lobo.

Saco mi lengua deleitado por sus suaves y calientes lamidas, jadeo su nombre una vez más dejando mi boca entre abierta para que capte lo que quiero.

Apenas me escucha cesa sus lamidas y aparta su rostro de mi cuello, su respiración se vuelve aún más pesada al ver lo que necesito. Con suma ferocidad vuelve a tomar mis labios, mis caderas se mueven involuntariamente, rozando nuestros penes.

Right Now • YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora