Aquel día estaba nublado. Estaba nervioso y oía ese tema de Madonna que me recordaba su mirada dulce.
Caminaba ansioso para verla aunque sea un minuto, y cuando la vi el tiempo se detuvo. Mi corazón se acelero y sentí mucho calor como hacia mucho tiempo, me temblaban las manos, las piernas. me acerque a ella y tome su rostro... tan linda me decía mientras veía sus ojos, su pelito lindo. Le quite la mascarilla y la bese. En ese momento todo tuvo sentido. sabia que era ella. hacia mucho tiempo que no sentía nada igual. Era fuerte, vivido, que quemaba el cuerpo. Me faltaba el aire por la emoción; fue increíble lo que esos ojos producían en mi al verla.
Tan poquito tiempo... tan efímero el instante... quede con la llama de su calor en mis labios todo el día.
No podía pensar en otra cosa que no fuese su persona, su esencia... recordar la fragancia de su piel me enmarañaba el cuerpo con descargas eléctricas que me doblaban de la emoción.
Cuando entramos al colegio nos tuvimos que separar para no levantar sospechas. las mascarillas ocultaban la expresión de nuestro deseo culpable, y solo con nuestras miradas desnudas sabíamos exactamente que queríamos el uno del otro.
Ella se sentaba junto a la ventana. mirando hacia la nada... pensativa, reflexiva. la imagen de ella a la luz del sol hacia que brillara. Su piel se tornaba dorada para mi, y sus ojos tenían ese resplandor encandilante, que me hacia bajar la mirada sumiso del poder que me infería su amor.
Yo desde delante del salón, intentaba componer postura de respeto, desconcertado por aquel primer beso, no me podía concentrar teniéndola ahí... frente a mí tratando de enfocar mi clase.
Todo el día estuve nervioso por lo que viví con ella... tan fuerte la emoción, tan adictiva a su boca suave, su sabor inocente y su mirada dulce.
Justo antes del termino de la jornada vi que se me acercaba mientras terminaba mi café, era uno de los pocos instantes donde me podía desconectar de su figura esclavizante. Solo se acercó para decirme: -te espero en la plaza para cuando salgas.
No podía creer que quisiera continuar nuestra aventura prohibida. La mire perplejo sin saber que decir, que hacer... - te llamo en cuanto salga. Fue lo único que se ocurrió decir.
Se fue mirándome tan dulce, tan tierna, que me derretía por dentro. En verdad para mi era como un sueño sentir que era importante para alguien otra vez.... o al menos querido.
Contaba los segundos para salir y encontrarme con mi niña de ojos dulces, y excusándome de todos con una cita muy importante, cancele todo lo que había planeado para esa tarde.
Se me escapaba el alma del cuerpo por ya estar ahí en su encuentro, y raudísimo me fui en su encuentro... y ahí estaba... sentada como en clases con su mirada pensativa.
Cuando nos vimos, sus ojos sonrieron al verme. yo estaba como un niño rebosante de felicidad y energía.
Anduvimos un par de horas por el centro, conversando, hablándonos un poco mas sueltos de nosotros, con la adrenalina de estar medio escondidos para no ser vistos.
Nos besamos como enfermos apasionados cada que podíamos, y llegado el momento del adiós, ese que no quería ver ni sentir, ese instante que odie con todo mi ser, justo después de besar sus labios, me dijo casi en susurros muy cerca de mi boca, respirando de nuestros alientos sedientos de mas: -llévame contigo...
... cerré los ojos, sabiendo lo que significaba. me mordía la boca de solo imaginar cómo seria.