CAPÍTULO 47. DANIEL
Si bueno, postre sorpresa para los ganadores. Timo, lo llamo yo, que recalentaron los gofres de la sesión anterior y ¡como quedaban tantos!, acabaron repartiéndolos a todos los presentes, quitándole toda la exclusividad a nuestro mérito.
—Hay que joderse... Mucho hablar, pero luego... —murmuró Tobías tumbado en la cama y con la consola entre las manos.
—Levántate a por comida, la dejaste en el baño escondida.
—Muévete tú —me espetó.
—Yo no me he quejado tanto —le recordé sin levantar la pantalla de mi propia Nintendo Switch con mi propio juego.
Sí, había llegado el cargamento especial para el niño Rojas. La cena estaba ya en las suela de los zapatos tras las dos horas que le sucedieron. La fiesta de después no fue de nuestro agrado, o no después de descubrir todo lo que una máquina electrónica tenía que ofrecerme. Entendía perfectamente a mi hermano pequeño, Eloy, quien se pasaba las horas jugando con su consola.
Tras el rato que fue necesario para descubrir gracias a un videojuego, que el pez Napoleón, uno bastante grande y pesado, con escamas en tonos azules y verdosos, como un huevo en la cabeza, era una especie amenazada que nadaba en grupos y además era un pez tropical de arrecifes, entró mi novia en la habitación.
—Hola, amor —la saludé levantando la cabeza lo que sería medio segundo.
Rápidamente la alcé de nuevo. Algo desconcertado observé a Valentina junto a una Emma de brazos cruzados y a Thesa, algo rezagada.
—¿Pasa algo? —pregunté estirando al máximo las palabras por culpa del ceño fruncido de mi novia.
Soltó aire por la nariz.
—Chicas, majas, ¿alguna me podría traer una bolsa con cosas buenas que hay en el baño? Gracias.
Ninguna escuchó a Tobías y tampoco se movieron, pero me percaté de la mirada que intercambiaron Valen y Thesa.
Mi novia se sentó a mi lado en la cama y Emma a los pies. La primera apretaba los labios en señal de disgusto. Uy, yo conocía esa expresión, me sonaba, no mucho pero sí lo suficiente como para temerla.
Le enseñé la pantalla tratando de aparentar normalidad.
—Mira, este soy yo. Aún no tengo mucha ropa, pero Toby...
—Todd —me interrumpió Toby.
—Toby, me traerá pronto muebles molones y ropa. De momento vivo en esta tienda de campaña, ¿ves, amor?
No me prestaba atención y eso que ella se interesaba siempre mucho por mis cosas, raro. Aunque claro, para inquietante pensar que aún no había abierto la boca.
Una gota de sudor resbaló por mi cuello, mierda, ya sabía de que me sonaba la cara. Era de cuando la había liado gorda. Sí, no me sonaba demasiado porque no nos enfadamos prácticamente, pero algo me dijo que esa valdría por unas cuantas.
Tragué saliva.
Puse la Nintendo en modo espera y me concentré en ella, tal vez podía suavizar lo que llegaría de forma inevitable. Atrapé un mechón de pelo rebelde entre mis dedos y se lo coloqué detrás de la oreja.
—Eso es, rubito, mejorando las cosas —me dijo Emma sonriendo falsamente después.
Entreabrí la boca pensando en algo inteligente que decir.
—El celacanto es un pez de aguas profundas y se les creyó... —la mirada que me echaron todos, sobre todo Toby que estaba entendiendo todo mejor que yo, me hizo dudar— extintos.
—Daniel... —Empezaba el juego— ¿Qué piensas hacer los días que nos quedan?
Vale, era una pregunta trampa, solo tenía que contestar algo medianamente correcto.
—Bueno, hay muchas actividades programadas. Mañana esta el bingo y a las doce lo de la poesía, ¿no? —le contesté a Valentina.
—Sí, Daniel, muy bien. ¿Y la consola? ¿Entra en tus planes? Porque hasta donde yo creo saber, no la habías traído.
—No, ya, Tobías me la consiguió. —Creí que contestar a las preguntas no era una buena opción.
—Ya, ¿y el campamento no era de desconexión?
Abrí los ojos sintiéndome atrapado. ¿No aceptaba mis actitudes con el contrabando de Tobías? Yo tenía un nombre muy inocente, era Peter Pan, lo elegí por ella.
—Esto... —«Piensa algo rápido, campeón», me imaginé hablando a Samuel en mi cabeza—... sí, pero yo no tenía ni idea, me trajeron engañado.
—Ah, yo te engañe, ¿no? Tu novia te engaño. También podías haber buscado información por tu cuenta en vez de dejarte llevar.
—Mi niñera me ayudó con la maleta, no tuve mucho que hacer —confesé.
—Madre mía, ¿tienes niñera? —me preguntó Emma.
—Yo, eh, sí, mi hermano es pequeño —me excusé.
Soltó aire por la boca de forma escandalosa y se centró en sus uñas pintadas de rojo.
De repente la presencia de todo el mundo me incomodó, era una conversación o discusión, privada.
—¿Podríamos ir fuera?
Valen asintió y salimos al exterior, donde probablemente nos escucharían igual pero tendríamos más intimidad.
—Valentina, lo siento mucho. Si quieres no jugaré más, lo prometo.
—¡No quiero que me prometas nada! Si te gusta jugar a mí me parece estupendo, adoro el Mario Kart. Pero es que creo que no es el momento perfecto. Tus padres te dejaron venir aquí y estaban muy contentos de que fueras a alejarte del móvil, las redes sociales y el resto de cosas con ondas. Y tú, ¿vas y te compras una consola sin su permiso?
Fruncí el ceño.
—¿Mis padres sabían que era para desconectar? —estaba sorprendido de que supieran algo de mi vida.
—Sí, no te lo he dicho pero llamaron a mi madre para decirle que estaban muy contentos de que salieras conmigo. Que te veían feliz y agradecían que te llevara a un sitio como TeDI para que no estuvieras tanto tiempo solo y pendiente de tu hermano.
Mi cabeza estaba cortocircuitando.
—Y me fastidia mucho que no aproveches todas las oportunidades. Hace una noche estupenda, estamos todos fuera jugando a juegos de mesa y cartas, y tú aquí, como un ermitaño. No sé, cuando me has dicho que te venías a jugar un rato me ha sorprendido, no es una actitud muy tuya. No me ha parecido mal, si tú eres feliz así, adelante. Pero lo siento, no he podido evitar pensar en que pasaría si tu decidieras que eso es mejor que cualquier otra cosa. Me asusto, no quiero que te pases todo el mes así. No quería decirte nada porque es posible que todo sean paranoias mías y por encima de todo no quiero forzarte a estar en un sitio donde no quieres estar o no te sientes cómodo. Sé lo que es eso y no lo deseo para ti.
Yo, que estaba en bucle procesando las palabras que había dicho, me espabilé al ver una lágrima descender por su mejilla. Recorrí en menos de lo que se tarda en abrir un libro la distancia que nos separaba y la sujeté por los codos temiendo que cayera.
—Lo siento, lo siento lo siento de verdad. En ningún momento me he sentido incomodo o no he querido estar. Te lo juro. No quiero que pienses lo contrario.
—Es que yo, me he dado cuenta de que tú no conocías a nadie aquí y tal vez te he estado presionando y...
—No, no, no, Valen. Nada más lejos de la realidad. ¡Yo con que estés tú tengo más que suficiente! Y ya, me acabo de dar cuenta de que he hecho mal en comprarme una consola sin el permiso de mis padres y más estando aquí, me traje demasiado dinero en efectivo.
—Eres un criminal —me dijo sonriendo y relajando la presión de mi corazoncito.
—Puede —intenté encarar las cejas y marcar pómulo como hace Flynn Rider en Rapunzel—, ¿qué tal lo hago? —murmuré con la complicación de no poder despegar los labios.
—Si quieres parecer un bollito de crema megatierno, muy bien. Si pretendes cualquier otra cosa vas a tener que seguir intentándolo.
Destensé de golpe agradeciendo ver a mi chica insegura volviendo a la normalidad. Posé un cálido beso en su frente.
—Vaya, era Flynn Rider.
Me dio un golpe en el pecho soltando una carcajada.
—Por favor, te queda mucho para estar a su altura.
—Pensaba que dirías todo lo contrario —confesé ofendido.
—Ahora mismo, Daniel Rojas, estás más cerca de ser un friki con posters de anime que el apuesto Flynn Rider.
—¿Tienes algo en contra del anime? Podrías hacerte muchos enemigos —le dije al odio en un tono que sugería peligro.
—Pues no, gracioso, quise ser una fan fan del tema, pero... nah, no lo logré.
Me separé apoyando las manos en sus hombros.
—¿Cómo con Harry Potter? Ya te dije que esas cosas no puedes forzarlas.
—Hay veces en las que hay que dar un pequeño empujón —apretó los labios divertida y asintió segura de sí misma.
—Está bien. ¿Vamos al embarcadero? —propuse queriendo compensarle el mal rato que debió pasar durante esas horas conmigo viciado.
Entrelacé nuestras manos y emprendimos el camino.
—¿Te he dicho ya que pensaba que me dejabas por Tobías?
Abrí la boca espantado.
—¿Por el pelo pincho? Considero que puedo poner el listón más alto. Además no es mi tipo.
Me golpeó en el pecho con más fuerza de la que pretendía.
—Au.
—Tobías es un gran chico y ya sé que no es tu tipo. ¡Oh! No pensaba que fueras a salir con él, sino que me cambiaras por su estilo de vida.
—Entiendo, pero no te preocupes.
—¡¿Y sabes que te has comprado la última Nintendo Switch?! ¡Eres tan repelente!
—Sí, bueno, la sangre Rojas corre por mis venas —me encogí de hombros con una sonrisa ladeada.
En silencio llegamos al embarcadero, y cuando tuve su cabeza apoyada en mi hombro, la pregunta llegó sin que pudiera retenerla.
—¿Mis padres de verdad se alegran de que salga contigo y saben todo eso sobre mí?
Valen buscó mis ojos. Y su delicado y alegre brillo fueron toda la respuesta que necesitaba.***
Y este capítulo para recordar que en Navidad no se debería hacer nada productivo. Mañana nos vemos.
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Simplemente Thesa
Teen FictionThesa Lagos, y solo Thesa, llega a TeDI, un campamento perdido al norte de España y con las siglas erróneas, aconsejada por Vera. Vera, es su psicóloga y la misma que la acompañara durante el año más ¿increíble de su vida? Parece adecuado hasta el...