Solía coger el autocar en la estación intermodal, donde resolvía mis problemas con la soledad y visitaba a unas amigas, y tanto la vida monótona como las guerras constantes que se librában en mi casa parecían quedar lejos, de hecho, a varios kilómetros, me gusta el camino a la estación porque veo gente distinta, y por distinta quiero decir perfectos desconocidos que parecían no encajar en esta ciudad, gente con prisas insanas o demasiado sosegados, yo siempre me paraba en los ojos de cualquiera e imaginaba su vida, si tendría a alguien especial esperándole en casa o se lo estaría comiendo la soledad, sus inseguridades y como las superaría, a veces sonreía inconscientemente cuando alguien me agradaba, pero nadie me la devolvía, no le daba importancia, o a caso se percatava, así que supongamos que no existen los prejuicios y que esta precipitada historia no va a ser juzgada como podría.
La última vez que fui faltaban pocos minutos para que llegara mí autocar, me descolgué la mochila de un hombro para alcanzar mí cartera cuando ella se chocó conmigo, caí junto al arcén y me levanté lo más rápido que pude en ese instinto por evitar el ridículo.
-Lo siento mucho, ¿Estás bien? -Dijo mientras me revisaba con la mirada, se apartó unos cuantos mechones de la cara,debía venir corriendo ya que estaba revuelto y ella agitada, pude entrever sus ojos, marrones ligeramente claros, pero no eran comunes, y por primera vez no tengo palabras para explicarlo.
-Sí, no te preocupes. -Traté de no parecer seca, aún no podía reaccionar.
Ella se limitó a responderme con una sonrisa espléndida, se alejó un poco y quedó frente las dársenas,parecía distraída, me apoyé con discreción en la cristalera de un viejo local, desde allí podía ver su perfil, sus labios no llegaban a juntarse, como si le faltase el aire, mientras ella revisaba aparentemente su smartphone, giró la cabeza quizás ella sabía que yo estaba allí, mirándola aún, no le aparté la mirada y ella la sostuvo, hasta que nuevamenteme me sonrío.
El viento me golpeó en la espalda y dejé de mirarla, creo que me ruboricé, el autocar aparcó mientras la sucia voz enlatada de los altavoces lo anunciaba para aquellos despistados, sacándome de esa atmósfera en la que respirar era tedioso, me mantuve alejada, esperando a que ella subiera y me miró sonriente, como invitandome a algo.
Conforme hube pagado mi billete la busqué inconscientemente, cuando la vi mientras buscaba asiento, ella estaba nuevamente sonriendo, aparté la mirada y me di cuenta de que el autocar estaba lleno y mis opciones eran sentarme junto a ella o junto a un hombre de cabeza rapada totalmente tatuado, que sostenía una jaula con dos ratas en su regazo, amo los animales, aun así me incliné lo suficiente para que ella pudiera oirme.-Disculpa, ¿Te importa que me siente contigo? -Dije más suave de lo que pretendía.
-No, siéntate. -Sonrió y apartó su mochila de cuero viejo del asiento.
Creo que su sonrisa era permanente, como quien nace con alguna mancha en la piel.
-Gracias... -No sé por qué susurré, no sé si le tenía miedo de algún modo.
Ella se quitó sus audífonos y los guardó en la mochila, creo que ella debía tenerlos desconectados, porque me oyó cuando le hablé antes, no sabía si tomármelo como una nueva invitación a hablarle, notaba como ella me miraba, luego se quedó mirando por la ventana.
Cuando llegamos al Cañarete, ella seguía perdida, quizá en si misma o en el mar, ahogada en algún recuerdo.
-No voy a desperdiciar más oportunidades ni mis ansias... -Creo que interrumpí sus pensamientos porque me miró casi aturdida al hablarle.
-Porque soy joven, pero estoy cansada y dolida,y sé que es estúpido, pero tus ojos se me hicieron como puntos suspensivos de una historia que no había empezado, así que te propongo algo, después de hoy, puede que no te vea más... -Me miraba atenta y divertida.
-Así que es ahora, lo que dure este trayecto, luego me iré fuera de tus límites... -Sonrió y me acercó la mano, contuve la respiración, acarició mi mejilla con la yema de los dedos.
-Igual que vine. -Continué y acogí su caricia.
-¿Qué puedo perder?
-Puedes perder un poco de soledad ahora, o puedes perder la oportunidad del momento, tu eliges.
Acaricié su mano, y entrelacé mis dedos con los suyos como si fuera a perderla.
-Ahora. -Dijo suave, como si saboreara cada sílaba, ahora más cerca de lo que la había tenido antes.
-No sé qué tienes en la mirada, ni en tu costumbre de sonreír, pero me estoy perdiendo.
Entonces me besó, y sentí ser yo de nuevo, haber extrañado a la niña que llevaba dentro, escondida en alguna parte de mi, encontrarme, encontrarla y encontrar sus labios.
Y desperté, el techo era blanco, y estaba rodeada por luces de neón, me sentía débil, aún así me levanté sobresaltada y arranqué los cables que me envolvían, traté de abrir la puerta, corriendo, pero alguien abrió la puerta a mi vez.
-Relájese. -Dijo, un hombre de hombros caídos y ojeras extensas, mientras me agarraba por los hombros tratando de tranquilizarme, yo no podía articular palabra.
-Ha estado en coma durante cuatro meses, le atropelló un autocar mientras estacionaba. ¿Recuerda algo?
No sé si ella existió o yo quise que existiera, pero la quise en ese momento, esos cuatro meses que viví como si fuera un rato, tirada en la cama, pero yo estoy queriendo a alguien que quizá no existe, y nunca había querido tanto a alguien.
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Luces de Neón.
Short Story"Creo que su sonrisa era permanente, como quien nace con alguna mancha en la piel."