único

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Cristian trabajaba con todas sus fuerzas atender a la importante junta que imponía en curso el área administrativa de su empresa, pero le resultaba casi imposible, y peor cuando minutos antes recibió una llamada por parte de Paulo diciéndole que había entrado en celo y lo necesitaba demasiado.

Todo acompañado de una voz casi aguda, gimiendo en el parlante del celular debido al deseo carnal de querer ser reclamado por su alfa.

Paulo en su celo se convertía de alguna manera, la persona más ansiosa, sexy y urgida posible, todas palabras dichas por el menor.

— ¿No entendes que en este momento lo que más necesito es a mi pareja?

Dijo el de ojos verdes por el teléfono, ya era siquiera la séptima vez llamándolo y se oía muy, muy molesto.

Y ahí estaba Romero, debatiéndose mentalmente si seguir oyendo la aburrida pero importante junta, o manejar lo más rápido posible hasta llegar a su casa y hacerle el amor a su esposo como tanto le pide.

— ¿No venis? Acaso me vas a dejar así Cristian Romero? Mi... mi entrada está segregando mu-mucho lubricante natural Cuti.

Su voz ahora se escuchaba entrecortada y la respiración algo irregular, seguramente empezó él mismo a tocarse ante la falta de su marido.

El alfa de Romero gruñó dentro de él, casi podía oler el característico aroma a frutillas de Paulo intensificarse hasta llenar toda la habitación con este.
Su pene comenzaba a palpitar debajo del apretado pantalón negro que vestía, al igual que sus músculos tensarse una barbaridad.

El animal empezaba a gobernar cada vez más dentro de su cabeza y sabía que luego de eso, no habría vuelta atrás.

— Esperame acostado en nuestra cama, no te atrevas a tocarte más de lo que ya lo hiciste me entendiste? Todo de vos me perteneces, te amo Paulo.

El mayor gimió y casi gritó de lo bien que se sentía escuchar tan mandón y posesivo a su pareja, con un inaudible "sí" acompañado de un "te amo mucho" le dió a entender que atacaría su orden y lo esperaría hasta que llegue.

El castaño agarró su celular y demás cosas importantes, salió corriendo de la oficina sin antes gritarle a Lisandro que el estaba acargo y que se ocupara de todo.

Para los empleados ya era normal ver a su jefe por lo menos salir corriendo como un loco una vez al mes, y todos sabían que iría a hacer.

Romero salió del carro lo más rápido posible, agradeció que no había tráfico en todo el trayecto a su hogar; demorando solo quince minutos como máximo desde la última llamada del pelinegro

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Romero salió del carro lo más rápido posible, agradeció que no había tráfico en todo el trayecto a su hogar; demorando solo quince minutos como máximo desde la última llamada del pelinegro.

Al entrar, lo primero que hizo fue quitarse los zapatos en la entrada, para luego irse desvistiendo en lo que subía las escaleras.

Cuando hubo llegado a la habitación, solo vestía su camisa blanca y una gran erección apresada en los molestos bóxers.

Celo || Paulo x CutiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora