DISGRACE⇝G. Weasley ✓

Chapter 10

—Ho, ho, ho —dice Molly mientras lleva a Arthur a la cocina—. Papá ha vuelto. Siéntense todos, siéntense.

El grupo se sienta, Dorothy corre rápidamente a la cocina, tropezando con el tapete y con la mesa, hace una mueca —Lo siento.

Ella suspira y rápidamente se sienta al lado de Hermione y frente a Ginny, tratando de recuperar el aliento. Acaba de pasar las últimas cuatro horas ideando una nueva estrategia de Quidditch porque ahora tiene un nuevo equipo.

—Eso es todo, ahora los regalos.

—Y una bonita caja grande para Ron.

—Fred y George... —Molly hace una pausa y cambia a qué persona le da a cada persona hasta que pone cada regalo en sus manos. La pareja intercambia los regalos cuando sus madres no miran y desenvuelven una bufanda cada una.

Le entrega a Ginny y Hermione sus regalos mientras Ron levanta su chaqueta —Gracias, mamá.

Ella le entrega a Harry su regalo, que es un gorro tejido.

Dorothy desenvuelve el papel de regalo naranja para encontrar un par de calcetines esponjosos. Ella sonríe feliz y se quita la pantufla para ponerse los calcetines, levanta los pies en el aire y los patea golpeando su taza mientras lo hace —Lo siento.

—Un brindis de Navidad —dice Arthur levantando su copa—. Por Harry Potter, sin el cual no estaría aquí.

—Harry.

Conversan mientras cenan, eventualmente Sirius y Harry regresan a sus asientos y se unen a la conversación —Entonces, ¿Cómo va el Quidditch, Elton? —pregunta Sirio.

Dorothy deja el tenedor y junta las manos frente a ella —Sería genial, excepto que ahora tengo que encontrar tres nuevos jugadores y pensar en nuevos planes —ella dice mirando a los gemelos y a Harry, a quienes Umbridge había prohibido el Quidditch.

—¡Dijimos que lo sentimos! —todos dicen en unisono.

—Tengo que quedarme con Davies porque es el único remotamente bueno, creo que me voy a tirar de las gradas en la próxima práctica —ella admite.

—Es más probable que te caigas de las gradas a que te arrojes —Ron murmura. Ella le lanza una mirada juguetona y él le devuelve la sonrisa. Se encoge de hombros—, ¿Qué? ¡Es verdad! —el defiende.

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Dorothy mete sus jeans dentro de sus calcetines nuevos y luego se pone las botas, se pone de pie, enlazando los brazos con Hermione mientras saltan hacia la puerta y en la nieve —Sombrero.

—Sombrero —repite mientras Fred le tira el sombrero.

—Bufanda —George dice con una sonrisa mientras envuelve el pañuelo rojo alrededor de ella.

Ginny, Ron y Harry ya están afuera haciendo un gran muñeco de nieve. Dorothy toma una mano llena de nieve y se la arroja a los gemelos.

Ambos se vuelven hacia ella con grandes sonrisas traviesas que hacen que se le caiga la sonrisa de suficiencia, ambos la persiguen con grandes montones de nieve en sus manos mientras ella corre por la calle —¡Lo siento!

—¡No es suficiente!

El trío comienza a tener su propia guerra de bolas de nieve, finalmente, Ginny y Ron se unen al lado de Dorothy mientras que Harry se une a los gemelos.

Hermione se para a un lado, agachándose para evitar una bola de nieve de vez en cuando hasta que una la golpea en el pecho. Se vuelve para mirar a Harry, que se congela, recoge un montón de nieve y se la arroja a la morena.

—¡Eso no es justo, cuatro contra tres!

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Después de un largo día construyendo muñecos de nieve y peleas de bolas de nieve, Dorothy se sienta frente al fuego leyendo, como de costumbre. Hermione, quien generalmente se une a ella junto con Remus, está arriba haciendo la tarea de última hora y Remus está actualmente en algún lugar desconocido para los demás.

Ella suspira y pasa la página, levanta la vista cuando siente una presencia y le lanza una sonrisa a Sirius —Hola, Elton.

—¿Cuándo vas a dejar de llamarme así?

—¿Cuándo vas a dejar de escucharlo?

—Nunca.

—Entonces, nunca.

Ella niega con la cabeza y pasa la página —Sé que no te di un regalo para Navidad-

Ella pone los ojos en blanco —No era necesario que me consiguieras un presente para cualquier cosa.

—Te tengo algo, solo que no quería dártelo delante de todos.

Ella deja su libro mientras él le entrega una pequeña caja negra —Esto ha estado en la familia por generaciones. Se suponía que la próxima persona a la que debía ir era tu madre, entonces te lo habrían dado a ti, y dáselo a tus hijos.

Ella abre el estuche para revelar un hermoso anillo de rosa negra. Ella le sonríe y con cuidado lo desliza en su mano
—¿Dónde has-?

—Era de mi madre, ella nunca tuvo una hija, así que planeó dárselo a tu madre, habría ido a Andromeda pero se casó con Ted, así que fue a Narcissa.

—Gracias, es hermoso.

Él sonríe y asiente con la cabeza, al pasar le da una palmadita en la cabeza. Se sienta, admirando el hermoso anillo en su mano.

George aparece junto a ella haciendo que un chillido escape de sus labios. Ella lo golpea con la almohada a su lado —¡No hagas eso!

Él se ríe y cae en el lugar a su lado, momentos después, Leia baja corriendo las escaleras, al darse cuenta de que George la había dejado, salta en el lugar entre ellos y se acurruca.

Dorothy acaricia la cabeza del perro y George apoya su brazo detrás de su cabeza —¿Qué estás leyendo?

—Los juegos del hambre en llamas.

—¿Léeme?

—Estoy en la mitad del capítulo y no voy a empezar de nuevo.

Se encoge de hombros —Simplemente me gusta escuchar tu voz.

Se aclara la garganta y suspira —Sola en la cocina con Gale, me siento en el taburete de Hazell sosteniendo su mano-

George se reajusta para que esté acostado con la cabeza en su regazo, ella se inclina hacia atrás, apoyando una mano en su pecho que sostiene el libro y la otra en su cabeza para jugar con sus mechones rojos.

—Después de un rato, mis dedos encuentran su rostro. Toco partes de él que nunca había tenido la razón de tocar antes. Sus cejas oscuras y pobladas... —mientras lee, pasa su dedo por sus cejas—. La curva de su mejilla- —ella le pasa el pulgar por el pómulo y él sonríe un poco—. La línea de su nariz... —George se ríe un poco mientras ella desliza suavemente su dedo meñique por su nariz.

—El hueco de la base de su cuello —ella arrastra el dorso de su mano por su cara y hacia su cuello—. Trazo el contorno de su barba en su mandíbula —ella se encoge de hombros cuando siente su mandíbula y encuentra una barba haciéndolo poner los ojos en blanco—. Y finalmente llegar a sus labios.

Traga el pequeño nudo que se forma en su garganta y mueve el libro para cubrir su rubor creciente —Suave y lleno, ligeramente agrietado. Su aliento calienta mi piel helada —George agarra su mano que ha encontrado un lugar en su cabello otra vez y le sopla suavemente los dedos haciéndola reír.

—¿Todos se ven más jóvenes dormidos? Porque ahora mismo podría ser el chico con el que me encontré en el bosque hace años, el que me acusó de robar de sus trampas. Que parecíamos huérfanos de padre, asustados, pero ferozmente comprometidos, también, para mantener con vida a nuestras familias. Desesperado, pero ya no solos después de ese día, porque nos habíamos encontrado.

—Pienso en cien momentos en el bosque, tardes de ocio pescando, el día que le enseñé a nadar, aquella vez que me torcí la rodilla y me llevó a casa. Contándonos mutuamente, cuidándonos las espaldas, obligándonos mutuamente a ser valientes...