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Al día siguiente, durante el descanso, Prince recordó que tenía que recoger su dibujo del salón de artes.

—mmm, oigan, tengo que ir a recoger mi dibujo al salón de arte ¿alguien quiere acompañarme? Lo olvidé ahí ayer.—habló con una sonrisa, Josh estaba a punto de hablar pero Dante lo interrumpió.

—voy contigo.—sin esperar respuesta, se levantó de la silla, Prince lo miraba un poco... anonadado desde su lugar.—aam, ¿vamos?

—¡oh! Si si si, vamos.—se levantó y comenzaron a caminar juntos.

—mmm... me sorprende un poco que Dante se lleve tan bien con Prince, normalmente está reacio cuando conoce a alguien nuevo.—habló Harper mirando hacia el mencionado con algo de curiosidad.

—si, recuerdo que casi le parte la cara a Thomas cuando lo conoció.—respondió Josh, Harper asintió pero siguieron comiendo sin darle mucha importancia al tema, no como cierta pelirroja que sostenía una manzana con fuerza en su mano.

Cuando Prince y Dante llegaron al salón, se encontraron con que la puerta estaba abierta, por lo que entraron sin problema.

—debe estar en el pizarrón...

Prince se paró frente a este y Dante se acomodó detrás de él, en el pizarrón se encontraban unos cinco trabajos que al parecer habían sido olvidados, pero justo el de en medio era el de Prince, pero no lo encontró como esperaba.

—¿¡que mierda!?—exclamó acercándose.

—¿qué pasa?—preguntó preocupado.

—e-este es mi dibujo.—su mano se posó sobre el papel coloreado con tonos cálidos, este parecía haber sido rasgando varias veces con una navaja o algo así.

—¿qué?—Dante se acercó posándose justo a su lado, miró entre el papel y el rostro de Prince, juraba que parecía a punto de ponerse a llorar.—¿estás seguro?

—si...—pronunció en un susurro acariciando el papel con las yemas de sus dedos.

Si, era su trabajo, los colores cálidos y líneas finas eran inconfundibles para el, además, un Prince Hilliard se encontraba limpiamente escrito en una esquina con una caligrafía preciosa.

—mierda.—Dante tomó el papel y lo despegó con cuidado del pizarrón, Prince lo tomó con cuidado, como si no quisiera terminar de romperlo.

—mi dibujo... Dante, me esforcé tanto...

Mierda, Dante sintió cómo su corazón se había hecho chiquito al escuchar la voz chillona y entrecortada del rubio, solo le dieron unas inmensas ganas de abrazarlo y consolarlo.

—Prince, tranquilo, tenemos que decirle a la maestra ¿si? Ella se hará cargo, el idiota que hizo eso tiene que pagar.

Prince solo asintió suavemente sin dejar de ver la hoja entre sus manos.

—vamos, salgamos de aquí.

Dante comenzó a caminar, pero Prince no lo siguió, así que el castaño se detuvo y lo miró de nuevo.

—Prince, vamos...—tomó su mano y lo sacó de ahí.

Prince iba perdido en sus pensamientos, así que no se dió cuenta de que alguien los miró salir del salón, alguien con una sonrisa socarrona en el rostro, pero para la mala suerte de esa persona, Dante si lo había visto.

El castaño se detuvo abruptamente sin dejar de ver a aquel tipo, sus miradas se cruzaron, y el chico se dió cuenta de que Dante sabía que había sido el... y no le iría nada bien.

—imbecil.—gruñó volviendo a jalar a Prince al patio de la preparatoria.

—hey ¿por qué se tardaron tanto?—preguntó Josh cuando volvieron a sentarse en sus lugares.—Prince... ¿ese es tu trabajo?—preguntó con cautela cuando el rubio colocó el papel sobre la mesa, este solo pudo asentir sin levantar la mirada.—mierda...

El Príncipe | Gay |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora