nine

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Omnisciente 

Ram miraba por la ventana mientras sostenía una cerveza en su mano, cuando despertó no vió a su amado por ningún lado, cosa que no se le hizo rara. Ya era costumbre que Rubén desapareciera por horas, días y hasta semanas y luego volviera con un paquete de cubas y una sonrisa de oreja a oreja.

Un auto se estacionó enfrente de la casa, cosa que le extrañó, no era el auto de Rubén. Entró a la casa y cerró la puerta del balcón.

Encendió la televisión y limpió un poco el sillón para sentarse, a los minutos tocaron la puerta pero él no se atrevía a abrir.

–¡Abre, abre, abre!– gritaba Rubén cansado, sus llaves se habían quedado en su auto y ya ni sabia donde mierda estaba. Su única esperanza era que Ram estuviera dentro.

–Ya vámonos Rubén, que puta pena das..– se quejó el cuatro ojos mientras que se cruzaba de brazos, Ari y Andrés se mantenían callados mirando la escena.

La puerta se abrió dejando ver a Ram con una camiseta de cuadros y una pantaloneta.–¡Rubén!– sonrió.

–¿te gusta ponerte mi ropa, eh?– palmeó el hombro del hombre mientras pasaba.

–¡Javier, Ari, Andrés!– su sonrisa fue más amplia, estaba feliz, hace mucho que no los veía.. bueno, no tanto tiempo, pero en verdad necesitaba un día con algunos de sus amigos.

–¡Te ves tan bien!– lo animó Andrés mientras le daba un abrazo y se alejaba para verlo de nuevo, Javier estiró su mano y la estrechó con la de Ramón mientras que Ari se acercaba con una gran sonrisa también.

–Casi nos dejas fuera..– pasó su mano por su nuca apegándose a él mientras que entraban y cerraban la puerta.–Mierda.–

Ram se sintió apenado al ver que sus amigos estaban tan 'impresionados' con el jodido desorden.

–Bueno.. el cuarto de Javier está peor..– habló Ari mientras que se mantenía parado intentando alejar con sus pies el desorden. No podía sentarse ni un minuto más, el dolor era insoportable.

–¡Jodete, gilipollas!– devolvió Javier mientras se sentaba en un lado del sillón con su expresión enojada, aunque en el fondo sabía que lo que decía era verdad.

Andrés se sentó en el sillón sacando su celular, en momentos de silencio incómodo era el mejor invento tecnológico, al poco tiempo sostuvo el celular en su oreja.–¿Hola? … si, estamos en casa de Rubén.. ¿Quieres venir?– sugirió mientras movía sus pies.–¡Bien! Te esperamos–

–¿Esperamos?– habló Javier.

–Era Miguel.–

En segundos Javier se levantó y en rápidas zancadas se aproximó a la puerta intentando abrirla, sin éxito. –Mierda, Rubén, abre, se me olvidaron los frijoles en la olla– intentó abrir una vez más.

Rubén rió burlón desde el sillón, mirando como Ari se sentaba en el mueble con una mueca de dolor.

–Todos sabemos que te cortaron el gas hace seis días, relajate, no es una orgia– susurró Andrés mientras escondía su mirada en su celular, sentía como la mirada de Javier lo perforaba lentamente.

–Malditos.– frunció el ceño una vez más y volvió a su lugar en el sillón empujando a Ari.

No pasó más de una hora para que el timbre sonara, el corazón de Javier comenzó a latir con fuerza, sintiéndose ansioso. "No te preocupes, Javier. No preocupes, te va a dar un infarto por culpa de ese idiota" pensó intentando calmarse, cosa que no funciono.

La puerta se abrió gracias a Ram y dejó ver a Miguel quien venía con una botella de vino.–¡Miguel!–

–¡Raam!– sonrió abrazándolo y luego pasando por la sala ignorando el desastre y mirando a sus amigos desanimados.–¿Qué mierda les pasa?– 

Tired | ★ SpartorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora