Estuve minutos chupando y lamiendo a su amiguito hasta que él me detuvo poniéndome de pie y besándome con ganas, me mordió los labios unas cuantas veces y chupó mi lengua también. Entre besos y chupadas con respiraciones descontroladas, Namjoon se agachó un poco para tomarme de las piernas y levantarme con sus brazos colocándome sobre él, rápidamente sujeté mis piernas alrededor de su cintura colocando mis manos detrás de su cuello, los dos seguíamos besándonos, el chico se movió hacia alguna dirección, camino hasta la habitación. Estando los dos entre las cuatro y amplias paredes del lugar, Namjoon me tomó de la cintura y una vez que se detuvo frente a la cama con una fuerza sorprendente me lanzó a esta, donde caí (como un muñeco) de golpe, la textura de la sábana y de todo el colchón era tan suave que evitaron que no me hiciera algún daño, más bien me sentía en las nubes. Le sonreí mirándolo a los ojos con ganas, él hizo lo mismo, se mordió el labio y luego de acercarse un poco a mí, me tomó de las piernas y las abrió separándolas para así dejar mi entrepierna al descubierto.
— Quédate así, no te muevas. — luego de dejar esas palabras entre mis labios, se separó de mí y caminó hasta el closet, tardó unos minutos y salió de éste con unas cuerdas en las manos. — Ahora vamos a jugar.
Me asusté, rápidamente me moví de la cama poniéndome de pie cerca de la mesita de noche que había en el lado derecho de ésta. — ¿Qué demonios piensas hacer?
— Ya te lo dije, solo vamos a jugar un poco, nada más. — el pelinegro se acercó despacio y con seguridad, en sus ojos habían ganas, pero también gritaban algo más: esta noche no íbamos a descansar.
Quería escapar, pero no tenía por dónde moverme, estaba en medio de la cama y la mesita, y Joonie estaba frente a mí, mi respiración estaba algo agitada, mi corazón acelerado, no sabía qué iba a suceder esa noche y aunque sabía que lo iba a disfrutar, también me lamentaría.— Joonie, cariño, cálmate ¿si? H-hablemos. — intentaba calmarlo, hacer que se tranquilizara y olvidara esa loca idea que tenía en la cabeza, sin embargo, ya era demasiado tarde, había despertado al demonio que tenía escondido, ese que me hace débil y que me doma con facilidad.
— Estoy calmado, no te preocupes, hablaremos todo lo que quieras. — y le creí, algo que no debí haber hecho, solo había bajado la guardia unos segundos, unos segundos y ya me tenía de las manos, me sostuvo de las muñecas con una sola mano, y con la otra me llevó hasta la cama donde me dejó caer nuevamente y me empezó a amarrar las manos, nerviosa y algo angustiada, le pedí que reconsiderara mi idea, no obstante, continuó con lo que hacía ignorándome.
Después de atar mis manos con la cuerda, me miró a los ojos en silencio, en su rostro bronceado apareció una sonrisa maquiavélica, que me dejaba en claro lo capaz que era de imaginar las mayores y más turbulentas venganzas y de ponerlas en práctica con eficacia. No tenía manera de escapar de él, era muy evidente, lo único que me quedaba era complacerlo en todo lo que me pidiera o hiciera y disfrutar de su deseo.— Está bien, dejaré que me hagas todo lo que quieras, me rindo. — confesé, dejándome someter por él.
— De igual manera te haré lo que quiera, donde quiera y como yo quiera. ¿Quedó claro? — asentí en silencio.
El fortachón frente a mí me acomodo en la cama, desabotonó dos de los botones de su camisa y me tomó de la cintura para quitar de mi cuerpo la falda de marca, de color negro que traía puesta haciendo que quedara en ropa interior frente a sus ojos, los míos se abrieron ampliamente, estaba confundida y algo alterada.— Espera, ¿Y cómo pretendes quitar mi camisa? ¿La romperás?
Namjoonie se detuvo unos segundos volviendo a mirarme. — No tengo esa necesidad, solo tengo que desabrochar sus botones y hacerla a un lado, no tengo porque desnudarte completa, solo quiero follarte y castigar a ese lindo trasero que tienes. — levantó una de sus cejas unos segundos en forma de coqueteo sonriendo de lado con los labios cerrados y terminó lo que hacía.