***Todos los personajes de Inuyasha son propiedad de Rumiko Takahashi, esta historia fue escrita con fines de entretenimiento***
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"Yo no quiero ser rescatada por un príncipe, quiero ser la debilidad de un villano"
Anónimo
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Los copos de nieve caían vacilantes por la extensa llanura, el viento helado roza de forma dolorosa por mi rostro. Ya casi es media noche y aún no hay señales de él. Sé que es una tontería seguir esperando bajo el frío de la noche, la razón me dice que todo esto es vano pero la esperanza en mi corazón dice "espera un poco más", abracé a mi pecho el paquete envuelto torpemente en papel de seda, me acomodo sobre el tejado y sigo esperando.
—¡Rin!, ¡Aquí estás, niña! —me gritó la anciana Kaede desde la escalera del ático—. Ya casi es hora de cenar, baja de una vez.
—Está bien.
Caminé hasta llegar a la escalera de madera y antes de bajar, la anciana Kaede me dijo: —Ya no lo esperes, sabes que no llegará.
—Eso no es verdad —espeté, molesta—. Sé que vendrá, lo sé.
—Niña —Kaede me acaricia la mejilla de forma maternal—. No entiendo cómo puedes mantenerte tan leal a alguien que te ha roto el corazón varias veces.
—Yo tampoco lo entiendo —respondí.
Bajamos por el ático y llegamos a la sala de estar. En la mesa Kohaku intentaba detener a Inuyasha ya que éste quería comerse la cena navideña. Sango y Kagome terminaban de poner los adornos al enorme árbol de navidad, mientras que Miroku reprendía a sus hijas por jalar muy fuerte la cola de Shippo.
Acompañé a la anciana Kaede hasta la cocina para traer el resto de los platos de la cena; desde hacía unos pocos años comenzamos a celebrar la navidad por sugerencia de Kagome. Al principio pensamos que era una fiesta muy extraña, pero poco a poco descubrimos que era una buena excusa para compartir regalos y una deliciosa cena con la gente que amamos. De pronto la tristeza comenzó a invadir mi pecho y reprimí las ganas de llorar. Como cada año esperé a que él viniera a compartir la mesa con nosotros, pero recordé lo mucho que odia las celebraciones o cualquier otra situación que mezcle alegría y personas.
—¿A qué hora vamos a comer? —preguntó Inuyasha, molesto.
— En un momento —respondió Kagome, sentándose junto a su esposo.
La anciana Kaede puso el último plato y tomó su lugar en la cabecera principal de la mesa. Encendió el incienso que estaba en el centro y comenzamos a orar por las almas de aquellos que no estaban con nosotros. Yo como siempre oré por mi familia y les pedí a los dioses que guiarán cada uno de mis pasos, también pedí por él, porque pronto lo volviera a ver. No entendía el porque me preocupaba tanto que el señor Sesshomaru estuviera con nosotros, de hecho, últimamente había pensado mucho en él, más de lo que yo quisiera y aquello me tenía un poco perturbada.
—Bien, comencemos —dijo Kagome y comenzó a servir la cena para todos.
Si no fuese porque la anciana Kaede cocinó sus mejores platillos esa noche, cualquiera creería que se trataba de una cena de viernes por la noche. Todos conversaban alegres, los niños estaban impacientes por abrir los regalos bajo el árbol, de vez en cuando miraba el paquete que preparé especialmente para el señor Sesshomaru pensando en lo que él diría cuando lo abriera, —aunque seguramente no diría nada, sólo gruñiría algo indescifrable—, de lo único que estaba segura era de lo mucho que me esforcé bordando la frazada que hice especialmente como regalo de navidad.
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Estoy por rél
FanfictionRin le debia la vida y su agradecimiento hacia Sesshomaru era infinito. Ella se estaba convirtiendo en una mujer y con ello sus sentimientos hacia su protector también crecían sin saberlo. Regalo de Navidad para Stella Prim.