Mi día a día antes de conocerte...

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Yo soy de esas que dice que todo pasa por algo, y que la vida pone las peores batallas a sus guerreros más fuertes, pero yo no me considero una guerrera, simplemente una adolescente perdida en el camino, sin saber a dónde ir.
Siempre se me ha considerado la niña más alegre y feliz de la familia. La que siempre estaba sonriendo, la luz de la familia, la que alegraba las reuniones familiares, la que siempre se reía y alborotaba al grupo. Y la verdad, disfrutaba mucho siendo esa niña, viendo como mis padres se reían con mi torpeza y las mil tonterías que hacía a lo largo del día.
Nunca me he visto forzada a sonreír o hacer tonterías, porque siempre he sido la misma niña, feliz, alegre, cariñosa y con mil sueños por cumplir.

No sé muy bien, cuando se empezó a torcer todo, pero sé que desde el 2019, la Myri de siempre se fue quedando atrás, poco a poco.
Y la verdad, no hay día en el que no la eche de menos, pero supongo que las personas cambian, y yo tuve que madurar de las peores formas posibles. Pero no me culpo, porque por eso hoy en día soy la persona que soy, y gracias a ello, estoy preparada para todo lo que se me venga (o eso creo).

Soy consciente de que la pandemia y el confinamiento nos ha afectado a todos mucho, y que hay personas que lo han pasado el doble de mal que yo, y por eso no me veo con el derecho de quejarme, siempre lo he hecho, pero a medida que ha ido pasando el tiempo, me he dado cuenta de que no debo quejarme, lo tengo todo, tengo casa, familia, todo lo que quiero, porque me iba a quejar, cuando hay personas que no tienen ni un plato de comida...

El confinamiento, creo que ha sido el culpable de mi situación actual... Todo el día en casa, sin hacer deporte, sin moverme, comiendo todo lo que quería y más... Estaba clara una cosa, y es que bien no iba a salir todo esto.
Pero cuando me ha importado a mí los kilos de más, cuando me he comparado yo con cada chica que pasaba, dime, cuando!! Y he de decir que nunca lo he hecho, nunca había mirado al espejo con miedo, ni con ganas de romperlo... En la cuarentena engorde, ya no pesaba lo mismo, comía todo lo que me apetecía, y por un lado está bien, pero por el otro ya la gente se iba dando cuenta, y como no, haciendo comentarios.

Me empecé a obsesionar con las influencers que veía en redes sociales, ellas tan delgadas, tan guapas, tan perfectas... Y yo, engordando cada día más. Desde ese momento dije que algo tenia que cambiar, no podía seguir así, no podía seguir comiendo sin fin.
Me obsesionó con controlar todo lo que comía. Me comía una ensalada, pero sin aceite que tiene muchas calorías, una hamburguesa, pff, era impensable, era grande y encima con mil calorías...
Al final, pensé que lo que mejor podía hacer era dejar de comer, o por lo menos, quitarme cantidades.

Empecé a disminuir los platos, después de cada comida me ponía a bailar, correr, saltar por casa, me tenia que mover para poder compensar lo que había comido.

Me quite las meriendas, eso que tanto me gustaba comer a las 18:00...
Al final, me fui quitando poco a poco esos alimentos que consideraba malos para mí cuerpo, sin yo darme cuenta de donde me estaba metiendo...

El agujero infinito en el que me he metido💔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora