Ricardo encontró oscuridad al abrir sus ojos. Su cabeza parecía estar anestesiada, cómo si se sintiese navegando sobre las nubes.
Había tenido una sensación parecida en uno de sus tantos viajes místicos entre meditaciones; pero esto se percibía mucha más real que aquello.
Al menos, ahora mismo podía ser consciente de los puntos de presión que su cuerpo era capaz de sentir; estos iban desde la zona trasera de su cabeza, siguiendo por su cuello, luego su columna, su espalda, sus glúteos y la parte anterior de sus piernas, hasta llegar a sus talones.
Todo su cuerpo parecía estar suspendido en una enorme nube extremadamente suave. Respiró con profundidad y percibió un aroma a pinos que le desterró del mundo consciente y se lo llevó a dormir una vez más.
Para la segunda vez que se despertó, pudo reconocer una cortina estática que dejaba entrever un poco el paso del sol y que tenía la habitación de un color rojizo muy suavizado.
Había un ventilador en la esquina; de esos fabricados con chapa; recubierto por barrotes del mismo material que, incluso estando en el nivel más bajo, brindaban una enorme cantidad de refrescante y necesario aire a aquella pequeña habitación.
Ricardo intentó levantar su torso y sintió como su cabeza, en un azote de dolor, le decía un claro y contundente: «Todavía no... todavía no».
Se recostó de nuevo, pero permaneció con la mirada fijada al techo.
Una mirada que no buscaba ni siquiera descubrir en dónde se encontraba, ya que realmente no era algo que le importase en este preciso momento. Quizás en algún momento... pero no ahora, estaba bastante agotado todavía.
A su mente le fueron llegando, poco a poco, los recuerdos de la noche pasada; de todo lo vivido con su amigo Luisfer y su descubrimiento de universo completamente desconocido para él.
Por un segundo, mientras aún permanecía bocarriba, contemplando hacia un techo de madera que no se encontraba tan alejado de su rostro, porque parecía estar en la litera más alta de una cama cucheta, se puso a reflexionar si todo lo que había vivido estos últimos días se habría tratado de un simple, y muy realista, sueño.
Es decir. ¿Qué otra explicación podría haber?
Había viajado al caribe, se había transformado en un «sireno», había atravesado el océano para encontrarse en un templo subterráneo que parecía tener millones de años, en dónde las leyes de la física no funcionaban como en la vida real.
Sin ser eso lo más extraño, se había sentado en un trono y había creado... ¡Luz! Miles de partículas de luz que habían salido desprendido de su propio cuerpo.
Luego había sido atrapado en un bucle de portales cómo si de un videojuego se tratase, y había estado trasladándose desde su «mundo interior» hacia el real por medio de meditaciones... una y otra vez.
Y luego, por último, había sucedido algo extraño, complejo y aterrador, y terminó atrapado en un desierto sin tener la posibilidad de ir a ningún sitio.
Definitivamente, todo eso no podía ser cierto.
Definitivamente, algo le había tenido que pasar.
Algo más... real.
Quizás ese camión que «casi» lo había atropellado en la ruta, en realidad si lo hizo en la vida real, y recién hasta ahora se andaba recuperando del accidente.
Suspiró de manera sostenida. «A veces las explicaciones más simples suelen ser las mejores», fue lo que su mente objetó, aunque el otro lado de su mente, sabía que no había sido así.
ESTÁS LEYENDO
DESTELLO DE ALMAS : UN ALMA LIBRE LIBRO 1
SpiritualFantasía contemporánea - Aventura - Comedia - Romance LGTB - Emotiva - Épica - Original Una noche de trabajo como cualquier otra, mientras transitaba en la ruta junto a su mejor amigo, Ricardo vive una experiencia mística que le cambiará la vida cóm...