Caminábamos en silencio hacia el castillo, no era nada incómodo, todo lo contrario, es agradable pasar momentos así con Newt.
—¿Harás algo más tarde? —pregunta mientras seguimos caminando entre los árboles.
—Mmh, creo que no, terminé todos los trabajos a tiempo y no tengo pendientes... ¿porqué?
—Estaba pensando que podríamos quedarnos un rato en mi habitación, quiero enseñarte algo que dibujé, quizás tenemos tiempo. —sonríe.
—Me parece genial, ¿qué tal si vamos ahora mismo? —propongo.
—Me parece muy buena idea.
Mientras entrábamos al castillo, empezó a llover, Newt rápidamente me miró, sabía lo mucho que amaba la lluvia y el buen humor que esta me traía.
—Merlin, que hermoso... —dije viendo el cielo por la ventana, respiré ondo, el olor a tierra mojada era mi preferido.
Nos detuvimos un rato, Newt esperó pacientemente a que yo disfrutara la lluvia un momento.
—Si, las lluvias en el bosque son aún mejor. —comentó.
—Me imagino... —seguimos caminando —es una lástima que Hufflepuf no tenga su sala con ventanas, en mi dormitorio puedo observar la lluvia, es... fascinante.
—Aveces si me gustaría tener una ventaja en mi dormitorio. —sonrió divertido.
Al llegar a los barriles Newt los tocó de cierta forma y así la puerta hacia la sala común se abrió.
Lo seguí, algunos de sus compañeros y amigos estaban ahí.
—Scamander, —saludó el prefecto y después me miró a mi —Lin, bienvenida. —sonrió amablemente.
—Gracias.
Nos despedimos con la mano y fuimos hasta la habitación de Newt.
Sin duda mi lugar favorito.
El olor a canela que ya es parte de Newt y de su habitación, no te empalaga, todo lo contrario. Amo lo ordenado que es, cada cosa tiene su lugar y siempre está ahí.
—Si tuviera ventanas, no dudaría en mudarme aquí... —dije, echándome a la cama boca abajo, cayendo mi rostro en la almohada de Newt la cual olía a su lindo cabello. Canela. Simplemente canela.
—No entiendo porqué disfrutas tanto de mi habitación, —sonríe divertido —no es nada de otro mundo.
—¿Bromeas? —cuestiono levantando mi cabeza y girándola hacia él —huele tan bien, todo está perfectamente ordenado y limpio, ni hablar de la decoración natural que tienes.
Si, Newt tenía una enredadera de verdad en su pared que empezaba a cubrir su techo.
—Tu habitación podría ser igual, puedo ayudarte.
—Al día siguiente ya sería un desastre y lo sabes.
—No te daré la contra en eso... —se giró hacia su escritorio, o como yo lo llamaría: su área de trabajo.
—¿Vas a mostrarme lo que dibujaste? —pregunto, quitándome los zapatos para sentarme en la cama.
—Así es, lo tengo aquí... —era un pergamino enrollado delicadamente —no es la gran cosa, pero quisiera que lo vieras y me des tu opinión.
Sonreí.
—Cualquier cosa qué haces es la gran cosa, —aseguré —eres muy talentoso y hábil en muchas cosas.
—B-bueno, míralo.
Asentí.
—Bien, bien, es hora de verlo. —con cuidado desenrollé aquel pergamino, poco a poco iba encontrándome con el dibujo.