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El resto del fin de semana fue un poco aburrido. No salimos a ningún lugar a excepción de ir a comprar café o alguna comida chatarra.

Hoy era domingo, nos encontrábamos reunidos los cuatro en la habitación de los chicos decidiendo que íbamos a comer. En realidad era un debate entre ir a un restaurante o volver a pedir comida rápida.

Estábamos empatados. Riley y Scott se decidieron por pizza, mientras Jackson y yo preferíamos salir a comer en un restaurante. A mí parecer llevábamos muchos días comiendo esa comida grasienta y poco saludable, pero no negaré lo deliciosa que es.

- Chicos, saben que nunca les pido nada - hice un pequeño puchero tratando de convencerlos.

Scott suspiro pesadamente y supe que ya me había ganado su consentimiento.

- Siempre sales ganando, pequeña diablilla - Riley se levantó murmurando palabras poco entendibles.

Sonreí orgullosa por mis dones de persuasión y me levanté tomando mi móvil, junto con dinero.

No me importaba en absoluto mi atuendo, el cual consistía en un jogger beige, una camisa negra enorme y mis tenis blancos. Tenía el cabello recogido en una cola alta y no llevaba nada de maquillaje.

Riley llevaba un jean negro junto con un suéter verde oscuro, unas vans negras y llevaba el cabello suelto, tampoco traía maquillaje.

Quién lleva maquillaje un domingo, por dios.

Scott por su parte, iba con un jogger negro, camisa básica blanca y tenis blancos, el cabello lo tenía alborotado, cómo siempre.

Jackson también traía un jogger beige, camisa café y tenis blancos, junto con una gorra marrón.

Al salir, Ry seguía quejándose de que nadie salía a un restaurante un domingo y menos con estás fachas. Quizás tenía razón pero ¿Qué más da?.

Nos subimos en la camioneta de Jackson, cómo siempre, y nos fuimos hacia el centro de Berlín. Con Jackson habíamos decidido ir a un restaurante coreano. Moría por probar la comida coreana. Riley se moriría de la felicidad al ver a dónde nos dirigíamos, hace tiempo llevaba diciendo que quería ir a ese restaurante.

¿Que si había tenido comunicación con los hermanos? Por supuesto que no. Ellos no buscaban la manera de contactarme y yo tampoco lo haría.

Ellos habían decidido eso, y eso estaba bien. Al fin y al cabo nosotros nunca llegamos a ser nada. Estaban en todo el derecho de ligarse con quién quisieran. Lo que me dolió, y aún me afecta, es que se fueron sin decir nada. Afectando mis inseguridades y trayendolas desde lo más profundo de mí.

Aún pensaba en el beso que me dió Emir. No podía negar que eso me dió ciertas esperanzas y creó algunas ilusiones en mí. Estaba tan confundida que no sabía que hacer. Me encontraba dándole vueltas al asunto en mi mente a cada nada. Todo mi fin de semana se resumió a esto. Pensar y pensar en lo sucedido.

Esperaba que las cosas no se complicaran al volver el lunes a la universidad. No quería seguir huyendo de ellos, pero ellos no parecían querer alejarse ni dejarme en paz. Esto era tan frustrante.

Suspiré y volví a la realidad, encontrándome con que ya habíamos llegado al lugar donde comeríamos. Eran un lugar muy hermoso. Todo era tan cálido, rústico y a la vez elegante. Digno de un lugar donde ofrecían comida coreana. Todo estaba decorado tal cual su cultura.

Bajamos de la camioneta y nos adentramos al lugar.

Pasamos la tarde bromeando sobre cosas triviales, y claramente no podían faltar los chistes malos de Jackson que nos hacían reír a carcajadas por lo malos que eran.

BauerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora