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*Narra Kimberly*

Todo volvió a la normalidad, Juan regresó al trabajo, la mamá de él venía a visitarme para que yo no me sienta sola, me traía comida, cuidaba a los bebés mientras que hacía algo, etc.

Debo de aceptar algo, es que mis pechos duelen, por obvias razones. Mi suegra ya había venido, lo cual aproveché para bañarme y comer tranquila. Cuando ella se fue, me sentí sola y un poco agobiada.

Yo sólo miraba el reloj, por que ya no aguantaba la hora para que Juan regrese a casa. Me sentí satisfecha al ver a mis bebés dormidos en sus cunas.

—Al fin —dije en susurro ara no despertarlos.

Me senté en la mesedora y arrecosté mi cabeza, sentía mucho sueño, así que sólo cerré un segundo mis ojos.

Me desperté de golpe, por que había escuchado que la puerta principal se abrió de golpe.

—KIMBERLY!!!!!!! —escuché la voz de Juan.

Me aseguré de que los bebés siguieran dormidos, y afectivamente lo estaban. Bajé a la sala principal, Juan estaba sentado y su cabeza se movía de un lado a otro.

—Juan —dije cuando me le acerqué.

—Dónde... estabas? —él no podía mantener sus ojos abiertos.

—Estaba durmiendo a los bebés —vi la hora, 4:30 de la madrugada —qué son estas horas de llegar? —me crucé de brazos.

—Me mato... todo el.... día en el... trabajo —se levantó, pero se tambaleó, lo que provocó que se golpeara contra la pared —y tú... no haces... nada.... sólo de zorra —no podía mantener sus ojos abiertos.

—Disculpa? —no entendía cual era su punto —vamos a dormir —traté de acercarme, pero él solamente me evitó.

—Ahora.... tengo que... mantener a dos... estúpidos... niños y a... una zorra —lo que dijo me colmó la paciencia, que no sé de donde saqué fuerza y le di una tremenda cachetada, que creo que me fracturé la mano.

—Escúchame pendejo —hice que me viera —no importa que me insultes, pero no voy a permitir de que insultes a mis hijos, mañana que estés consciente, vamos a hablar —apagué las luces y me fui al cuarto de mis hijos, cerré la puerta con llave y me quedé dormida.

*Al Día Siguiente*

Me desperté por que Andrea estaba llorando, y antes de que despierte a su hermano, la agarré entre mis brazos, le di de comer y le cambié el pañal. La volví a acostar por que se había dormido. Hice la misma acción con Aaron por que se había despertado.

—Kimberly? —escuché la voz de Juan afuera de la habitación.

Recordé lo que pasó anoche, no importaba que él estuviera ebrio, lo que dijo me rompió el corazón. No quería salir, pero tenía que bajar a comer, así que verifique que todo estuviera en orden, cuando fue así, abrí la puerta encontrándome con ese imbécil.

—Nena —él sonrió al verme, pero no duró mucho, por que yo le había pegado una tremenda cachetada —buenos días también —él puso su mano en la mejilla donde le había pegado.

—Eres un estúpido —bajé a la cocina, él venía detrás de mi.

—De qué hablas? —él trató de agarrar mi mano, pero yo rápido la alejé.

—Viniste hasta las 4:30 de la madrugada —yo estaba enojada —estabas ebrio, pero dijiste algo que nunca te lo voy a perdonar —fui a tomar un poco de agua, vi que su reacción era de preocupado.

—No recuerdo nada, pero por que te enojas por algo insignificante? —me preguntó.

—Insignificante —repetí esa palabra, quería ahorcar a Juan en ese momento —dijiste que trabajas tan duro, que tienes que mantener a dos estúpidos niños y a una zorra —dejé el vaso, antes de que lo fuera a quebrar.

—Amor —él trató de acercarse a mi, pero yo puse distancia.

—Esto no tiene perdón Juan —dije muy decepcionada.

—Tú sabes que no son mantenidos, yo no hablaría mal de nuestros hijos y mucho menos de ti —yo sólo negué con la cabeza.

—Pero lo dijiste y ya no hay vuelta atrás —en ese momento se me quitó las ganas de comer —tienes que ir a trabajar —iba a salir de la cocina, pero él agarró no tan fuerte mi mano.

—Ayer no fue mi día, salí a tomar con Ricardo, le puedes preguntar si gustas —él me dio la vuelta e hizo que lo viera —nena, por favor, sé que no soy un buen padre y menos un buen novio, pero trato de serlo, por que no quiero que ustedes se alejen de mi —vi que sus ojos se estaban llenando de lágrimas.

—Suéltame —desvié mi mirada.

—Nena —él iba a poner su mano en mi rostro, pero me alejé.

—Suéltame —me estaba aguantando las ganas de llorar.

—No me dejen por favor —su agarre se iba volviendo más suave, hasta que me soltó.

—Vas a dormir en la sala, y cuidadito te me acercas a mis hijos —subí el primer escalón, pero me detuve, por que siguió hablando.

—Pero... son mis hijos también —lo interrumpí.

—No —dije fríamente, me fui al cuarto de mis bebés.

Cerré la puerta, me senté en la mecedora y empecé a llorar en silencio. No creí que Juan fuera a decir eso, ellos apenas son unos bebés, que no merecen que hablen mal de ellos. Me quedé viendo a la nada, cuando la puerta se abrió.

—Nena —era Juan, pero yo no le hice caso —amor —él se puso enfrente de mi, se agachó y puso sus manos encima de las mías.

—Sé que te matas en el trabajo, y yo me paso todo el día cuidando de los bebés —no lo pude evitar, solté una lágrima —yo tampoco soy buena madre, mucho menos una buena novia —yo tenía la mirada perdida.

—Nena —él se levantó e hizo que yo imitara esa acción —dejemos atrás las cosas malas, eres buena madre, y una excelente novia —él me abrazó, fue ahí que empecé a llorar desconsoladamente.

—Lo siento —acepté su abrazo y seguí llorando.

—No amor, yo tengo la culpa de todo —él empezó a "peinar" mi cabello, nos separamos un poco —sabes que me siento una mierda de persona al verte llorar, más si yo lo provoqué —él con cuidado limpió mis mejillas.

—Ensucié... tu camisa —me separé completamente de él.

—No importa —levantó los hombros —me perdonas? —puso un mechón detrás de mi oreja.

—No lo sé —miré a nuestros hijos.

—Haré lo que sea para que me perdones, si quieres te hago un baile privado —lo voltee a ver y él tenía una sonrisa pícara.

—Idiota —desvié mi mirada, pero no pude evitar sonreír.

—Eso es, me encantas cuando sonríes hermosa —él puso su mano en mi mentón e hizo que lo viera —hablando enserio, ya no voy a salir a tomar, sin tu permiso, y al salir del trabajo voy a venir directo a la casa. Pero no quiero estar mal contigo preciosa —él me dio un corto beso en la frente.

(....)

Mi Niñero [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora