36. Engaño (II)

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Olivia

No podía asimilar que estuviese frente a Sarah, observando por aquel pequeño objeto a gente que no conocía, en este caso, a dos chicas que estaban sentadas en un banco de la plaza del pueblo, tomando helados; normalmente. Seguramente ni podría pasar por sus cabezas la idea de estar siendo vigiladas.

-Así que puedes vigilar a todos los que quieras...- murmuró Olivia, atenta a la bola de cristal.

-Así es, antes podía hacerlo solo con las personas que tienen energía poderosa; negativa, positiva, ya sabes. Pero ahora, luego de unos arreglos, puedo vigilar a los que quiera- sonrió orgullosa. Olivia se removió en su asiento, incómoda.

-Y... ¿Puedes vernos a nosotros?- preguntó, temiendo que la respuesta fuese un sí.

Sarah la miró y luego contestó:

-No si están en ese refugio, pero en algún momento lo encontraré y no necesitaré la bola de cristal- advirtió-. Aunque... tú estás aquí...

La sonrisa de Sarah intimidó a Olivia. No podía decirle dónde estaba el refugio, eso sería una traición a los lobos, a los suyos. Pero... simplemente el hecho de que estuviera allí ya era traición.

Sarah luego comenzó a reírse y negó con la cabeza.

-Oh, querida, te aseguro que prefiero hacer mi trabajo y conseguir información por mi cuenta y la de mi equipo- aseguró y Olivia asintió, volviendo su atención a la bola.

Jaiden

Ya habían terminado de armar un plan, aunque sabían que las probabilidades de que saliera absolutamente todo bien, eran mínimas. Ahora, era en la nave, ir a la nave. En donde estaban todos los hombres de Sarah, todo su equipo y su seguridad. En donde estaba ella.

Pero allí también estaba Olivia, y no pensaban dejar a una de los suyos allá. Sabían que lo había hecho por el bien de su hermana, y que no quería traicionarlos.

Jaiden sentía mucha rabia hacia Sarah, ¿cómo podía ser capaz de tanto? Era más que obvio que había engañado a Olivia, que iba a sonsacarle información para llegar al refugio y matarlos a todos; la mataría a ella también y con la energía que acumulara de cada uno de ellos, acabaría con la naturaleza del lobo. Ese era el plan de Sarah, y lo peor es que podía funcionar a la perfección.

Antes que nada, deberían regresar al pueblo.

Olivia

Luego de salir del escritorio de Sarah, el que lucía en todos los aspectos posibles como el mejor y el más importante, se dirigieron por una puerta.

Al abrirla había un pequeño pasillo y al final de este otra puerta más, que decía en letra grande: LABORATORIO.

Ambas cruzaron esa puerta y el suelo debajo de los pies de Olivia se hizo se madera, como un pequeño puente con cuerdas sosteniéndolo, y a ambos extremos, paredes de vidrios. El puente no era muy grande, por lo que en pocos pasos llegaron a otra puerta, pero esta era de hierro, azul.

Al entrar, se demostró de todas formas que aquello era un laboratorio. Habían muchas mesas de hierro, y sus asientos eran taburetes, el aire allí era más frío. Habían papeles en otras mesas que parecían de estudios. Habían materiales de laboratorio: tubos de ensayo, vasos de bohemia, matraz erlenmeyer, cuentagotas y varios otros. También habían elementos de disección, planillas y nombres de personas. Había un armario con puertas de cristal lleno de medicamentos, de todo tipo.

Más adelante, habían camillas y muebles con inyecciones y algunos elementos que se parecían a los de disección. Una caja de guantes y pinzas. Frente a dos camillas más, estaban dos hombres, con batas, eran los mismo de la grabación que Leah y Hunter habían enseñado. Los doctores.

El Legado Del Lobo (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora