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Izuku tenía un adorable puchero en su cara, maldecía al dios que lo hizo tan bajo para no poder llegar a la punta del árbol par poner la estrella de navidad, su parte favorita.
Miró y vió a todos los chicos mirándolo, como si estuvieran esperando que les pidiera ayuda.
— Chicos.. — Antes de poder seguir hablando, Yō, que estaba de visita en los dormitorios, habló primero.
— ¿Necesitas ayuda pequeñín? — Ofreció su brazo en señal.
— S-Sí porfavor.. ¿Puedes ayudarme a llegar hasta arriba? — Señaló la punta del árbol.
— Claro que sí, pequeñín. — Sin permiso alguno con un solo brazo tomó a Izuku y lo alzó a la altura suficiente.
Este ilusionado pudo colocar la estrella y feliz miró hacia abajo.
— ¡Shindo-San ya me puedes bajar! — Le dijo completamente feliz.
— Está bien.. — Aceptó a regañadientes. Lo dejó en el suelo con todas las miradas de los chicos clavadas en su espalda.
— Joder Midoriya, yo quería poner la estrella. Que egoísta. — Dijo Tatami, la mejor amiga de Yō también invitada, con obvias intenciones de hacer quedar mal a Izuku.
— Perdón Nakagame-San, pero desde la navidad pasada quería hacerlo. — Se disculpó, pero luego giró su cabeza a los chicos quienes trataban de matar a Tatami con sus miradas fuertes. — ¿Vamos a comer? — Preguntó entusiasmado.
— ¡Sí! — Dijeron todos al unísono, siguiendo al sol de la clase.
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