JELENA.
Miré a Ivanna abrir los kilos de sal sin temblar ni un poco, los rastros de lagrimas siguen en sus pestañas, las mejillas sonrojadas por el llanto, cualquiera pensaría que se ve hermosamente vulnerable, pero no, el brillo letal en su mirada me dice que esta es la calma antes de la tormenta, esta es sólo la primera vez que se ensuciará las manos, la primera de muchas, está por nacer un monstruo.
Y yo estoy orgullosa de ella.
— ¿Sabían que apenas cuatro cucharas de sopa de sal pueden matar a una persona? — comenzando a girar alrededor de quienes hoy van a morir— El cuerpo intenta eliminar la sal por la orina, lo que causa una condición llamada hipernatremia lo que es un exceso de sodio en sangre — acariciando con brusquedad la cabeza del más golpeado— Lo que, a su vez, causa un edema cerebral, se acumula liquido en el cerebro y posterior a eso, mueren.
— No usaremos sólo cuatro cucharas ¿Cierto? Ellos merecen una muerte peor, más dolorosa.
Aportó Ivanna observándome con interés y molestia, supongo que cuatro cucharas no son suficientes para calmar su sed de sangre.
— Por supuesto que no, por mí, puedes darle un kilo a cada uno, no me interesa lo que pase con estas mierdas traicioneras.
Pateando a uno de ellos tan fuerte que su rostro quedó estampado en el piso, fue Akim quien lo levantó para que se alineara con los demás otra vez, dos filas de idiotas amarrados de pies y manos.
— ¿Puedo comenzar ya? Estoy ansiosa.
Nadie en su sano juicio detendría a una mujer a punto de cobrar venganza. Los hombres son terribles, sí, pero una mujer con buenos motivos es mil veces peor.
— Todos tuyos, nena, mátalos como quieras.
Mis perros leales la ayudaron, acercándose al afortunado que será la primera victima de la pelinegra, sujetándole bien la cabeza, inmovilizándolo mientras otro pone el embudo dentro de su boca, impidiéndole liberarse.
— Esto es por burlarte de mi hombre — le dijo Ivanna— Sus cabellos blancos son hermosos, bastardo hijo de puta — volteando el kilo de sal abierto dentro del embudo— Es inteligente, fuerte, es leal, es buen peleador, buen jefe, bueno con las armas, buen profesor — pisándole las bolas con fuerza— Es bueno en todo, maldita sea, en todo, y es el hombre que amo, el padre de mi futuro hijo, así que voy a cuidar de él tal y como él lo hace conmigo.
Recibiendo el agua que le ofrecieron para que la sal pasara más rápido por el embudo, viendo como el sujeto comienza a ponerse rojo, tosiendo y forcejeando.
— Es demasiado lento, maldita sea, demasiado lento —Protestó Ivanna, soltando la sal, mirando al hombre que sujeta a su víctima— Dame tu arma, y cuidado que no soy para nada buena.
El hombre no dudó en dársela.
— Los pies alineados con los hombros — le dijo, colocándose a su espalda sin tocarla— El brazo recto, no dudes, no titubees, no merecen la compasión tuya, carga el arma, si no la sostienes bien te irás hacia atrás por la fuerza de eyección de la bala, apunta bien sin usar la mira, fíjate siempre en el cañón, y que el odio no te consuma, las emociones no van de la mano con el uso de armas.
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Condéname (+21) #2
RomanceLIBRE DE PECADOS 2 Jelena siempre supo que su vida no era un cuento de hadas, sólo... no pensó que el infierno siempre fue su hogar, no pensó que las pesadillas y los demonios la acechaban incluso antes de nacer. Viktor le quitó todo, la posibilidad...