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—TAMBIÉN HAY ALGO QUE ME GUSTARÍA RESTREGARLE UN POCO POR LAS NARICES A TU NOVIO —Elizabeth cerró los ojos, frustrada por la situación. Edward la retenía para no ir contra el rastreador en ese mismo segundo, y solo porque aceptaba que él tenía la sensatez que en ese momento no se encontraba con ella, esperó por la indicación de una emboscada. Lo cual no era fácil, los gritos de Bella desgarrando sus oídos—. La solución fue obvia desde el principio, y siempre temí que tu Edward se percatara y echara a perder la diversión. Me pasó una vez, oh, sí, hace siglos. La primera y única vez que se me ha escapado una presa.
El ceño de Gilbert se frunció, girando su rostro para ver lo que la expresión de Edward decía de sus pensamientos. El castaño cobrizo tenía el mismo gesto de confusión, pero luego, asumió, leyó la mente de James y llegó a un estado de realización. Sorpresa. Disgusto aflorando. Avivando el instinto homicida.
»—El vampiro que tan estúpidamente se había encariñado con aquella insignificante presa hizo la elección que tu Edward ha sido demasiado débil para llevar a cabo. Cuando aquel viejo supo que iba detrás de su amiguita, la raptó del sanatorio mental donde él trabajaba, nunca entenderé la obsesión que algunos vampiros tienen por ustedes, los humanos, y la liberó de la única forma que tenía para ponerla a salvo. La pobre criaturita ni siquiera pareció notar el dolor. Había permanecido encerrada demasiado tiempo en aquel agujero negro de su celda. Cien años antes la habrían quemado en la hoguera por sus visiones, pero en el siglo diecinueve te llevaban al psiquiátrico y te administraban tratamientos de electro–choque. Cuando abrió los ojos fortalecida con su nueva juventud, fue como si nunca antes hubiera visto el sol. El viejo la convirtió en un nuevo y poderoso vampiro, pero entonces yo ya no tenía ningún aliciente para tocarla —suspiró—. En venganza, maté al viejo.
—Alice —escuchó a Bella, atónita, en voz baja.
Volvió a mirar a Edward, ahora con más impaciencia y apremio que antes, esta vez obteniendo un asentimiento que atravesaron la puerta, explotándola a su alrededor, saliendo volando del hueco de la pared hecha pedazos. Cullen arremetió contra el rastreador e interrumpió la embestida que trataba de hacer contra Bella, siendo arrojado lejos de su objetivo y golpeado contra el suelo con la fuerza suficiente como para romper los tablones de madera.
Elizabeth se dejó caer suavemente al lado de Bella, la sangre de la humana emanando de su palma, su cabeza y su pierna. —Llegamos al rescate, corazón —no perdió tiempo, cargándola entre sus brazos al estilo nupcial, se esforzó por dar un salto para marcharse, pero antes de poder hacerlo sintió cómo su pierna era envuelta por una mano y la lanzaban con brutalidad hacia atrás.
Soltó a Bella, haciéndola rodar sobre cristales mientras ella era lanzada contra un ventanal del piso superior, siendo perforada por trozos de vidrio y madera. Olvidó el dolor que hormigueaba su cuerpo, levantándose y echándose sobre la espalda del rubio cuando estaba por llegar a Bella, pero este logró ser más rápido lanzando un puño sobre su rostro para desorientarla, agarrándola por el cuello y estrellando su cabeza contra un espejo de pared completa.
