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•J A D E•
Miro mi reflejo en el espejo del camerino del polideportivo y hago una mueca al ver que el peto de color verde que tiene el símbolo de los Bad Clovers en el centro y debajo de él dice "Entrenador" ¿Por qué acepté hacer esto?
— ¿Por qué tengo que ser yo el reemplazo de Woo Bin?—me quejo por enésima vez en menos de 5 minutos.
—Porque él te lo ha pedido—me recuerda Sujin que me ha venido a acompañar en esto.
Se supone que hoy sería un día libre para nosotros ya que todas las agencias que representan a alguna Boy Band de impacto se han unido para organizar un tipo de juegos Olímpicos, pero en lugar de atletas los participantes serán los Ídols y el dinero recaudado será donado. Según se, estos juegos llevan el nombre de Idol Star Athletics Championships.
Esta mañana recibí una llamada de Woo Bin, exactamente a las cuatro de la mañana, y me pidió que lo reemplazará porque su esposa había entrado en labor de parto, él no podía dejarla sola y yo no tuve corazón para negarme como Sujin lo había hecho. Ahora que estoy aquí sin saber absolutamente nada de la competencia arrepintiéndome de haber aceptado ¿Reglas? No, solo conozco las que miden en centímetros.
— ¿Ahora qué? Somos el equipo habichuela ¿Y qué más?
Nolan ríe ante mi comentario. Creo que la desesperación es notable en mi rostro, si me hubieran dicho que probablemente estaría en esta situación habría estudiado un poco sobre la temática, las reglas y de que va esto. Tendría por lo menos información para defenderme en caso de que algo suceda.
—Solo tienes que estar con nosotros—explica JJ cubriendo sus manos con unos guantes negros sin dedos. Es extraño verlo fuera de sus pantalones de vestir y sus camisas de botones para verlo dentro de un conjunto deportivo.
—Como una entrenadora trofeo—concluyo cruzandome de brazos y mirándolo a través del espejo—Sonrisa por aquí, sonrisa por allá. Saludo, saludo y más sonrisas. Como una princesa.
—Eso es—Sujin aplaude con entusiasmo—La princesa de los Bad Clovers.
—Horrible.
—Yo no debería estar aquí—la pelirroja me muestra la lengua—Estaremos en las gradas apoyándote ¡Vamos princesa habichuela!
Definitivamente lo odio.
Mi amiga me guiña un ojo antes de dejarme sola con mis supuestos subordinados. El silencio reina en el camerino y lo cierto es que me siento un poco incomoda, tal vez sea por qué estoy en plena menstruación o porque HJ y yo hemos estado jugando a la ley del hielo. Es un juego divertido, pero agotador en el que ninguno está dispuesto a dar su brazo a torcer.
— ¿Contra quién vamos?
—XT, BlackList, L'evel...—Saje-chi continúa enumerando con sus dedos hasta que llega al 10—Oh, y los Space Men.
