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Enzo.

—Me disculpo, compañeros míos, es mi deber atender la puerta—dijo, aún en rol solo para complacer a la pequeña. Ella sólo rió y asintió.

Se preguntaba quién tocaría la puerta, nunca recibían visitas. Y menos en la tarde de un lunes.

Era Julián.

—Ah, Álvarez, ¿qué necesita'?

Julián lo miró.

— ¿Por qué tenes una corona?

—Porque soy un príncipe, boludin.

Alvarez soltó una suave risa—. Te traje las tareas, alégrate, no son muchas.

—Ah, gracias, pasa, si quere'—se hizo a un lado, Alvarez pasó.

— ¡Enzitoooo! —Lucia venía corriendo, pero al ver a Julián se encogió sobre sí misma, escondiéndose detrás de las piernas de su hermano mayor.

—Lu, es Alvarez, ya había venido antes.

— ¿Entonces ya no vamos a jugar? —preguntó la nena, mirándolo con grandes ojos tristes.

—No, el Príncipe Enzo tiene tarea para hacer.

Lucía hizo un puchero.

Julián.

Enzo estaba enfermo. Tenía su pelo revuelto, aún usaba su pijama, su nariz estaba roja (como los renos) y hablaba raro. Ahora ya sabía el motivo por el cual no había ido a la facultad.

Era bueno saber que no había muerto.

Pero, ¿Enzo jugaba con sus hermanas? Al parecer sí.

No le gustaba ver a un infante triste, así que se decidió a hacer su segundo acto bueno del día.

—Yo puedo jugar con vos mientras tu hermano hace la tarea—le dijo, sonriéndole.

No hubo respuesta.

—Dale, son pocas, va a ser un ratito. Además, yo también soy un príncipe.

Los ojos de Lucía brillaron—. ¿En serio?

La pequeña tomó la mano de Julián y tiraba de ella hacia su pieza—. ¡Vamos, tengo otra corona en mi pieza! ¡Enzu, termina rápido!

Enzo vio expectante aquella escena y por primera vez en el día, rió.

Con Julián, Enzo reía más.

Y con Enzo, Julián hablaba más.

— ¡Eh, Lucí cuchame! El príncipe Julián no es tan capo como el príncipe Enzo, ¿nocierto?

Enzo.

Terminó todo un poco después de media hora.

Ya no se sentía enfermo, no tanto al menos.

Julián y Lucía habían estado algo callados, debía admitir que Alvarez era bueno distrayendo niños.

Entró a la pieza de la menor, sólo para encontrarse a Julián sentado en el suelo viendo el hombre araña dos con una peluca rosada chicle puesta y a Lucía jugando con su falso manojo de lo que llamaba cabello.

— ¡Enzo, el príncipe Julián tiene el pelo muy largo y suavecito! ¡Es re fácil peinarlo! —mencionó la nena, mientras le ponía otro moño lila a Alvarez, tenía como siete ya, todos de diferentes colores. Contrastaban mucho con su vestimenta negra.

De la nada, el poseedor de ojos cafes dejo de mirar la película y miró a Enzo.

— ¡Enzi, yo quiero ser como él!

Soltó señalando a Peter con su carácteristico traje, haciendo un puchero leve.

Y fue ahí donde Fernandez supo el por qué Julián era bueno con los niños.

Él también era uno.

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se viene bardo, chau cosas cute.

TU TURRITO ━━ ENZULIAN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora