Capítulo 7

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KAT'S POV

La cama en la que estoy tumbada es tan blanda que parece una nube. Sin querer despertarme me doy media vuelta y espero a que el sueño venga a por mi de nuevo. Entonces un pensamiento me asalta.

¿Cómo he llegado hasta aquí?

Rápidamente abro los ojos y salgo de la cama como si esta estuviera en llamas. Miro a mi alrededor y veo que me encuentro en una habitación desconocida, decorada de forma austera.

Todavía estoy en un estado de confusión cuando los recuerdos vuelven a mi: la posada, la lucha entre el chico y yo, y él drogandome, no una, sino dos veces.

La rabia me consume cuando me doy cuenta de lo fácilmente que me venció. Si tan solo hubiese podido usar mis poderes... Y entonces es cuando me doy cuenta. Mis poderes están de vuelta, lo noto dentro de mi, es como si tuviese una bola de energía en mi interior, moviéndose y cambiando de forma, rogando por ser liberada. Nunca me había sentido tan fuerte.

Decidida a hacer pagar al chico por sus actos, voy en dirección a la puerta para darme cuenta de que esta cerrada con llave. Una sonrisa aparece en mis labios. ¿De verdad pensaba que eso me iba a detener? Pues estaba muy equivocado. Cierro los ojos y me concentro, sorprendiendome con la facilidad con la que puedo invocar mis poderes ahora que no estoy bajo los efectos de la droga.

Me pregunto como podré abrir la puerta y se me ocurre una idea descabellada. Nunca lo he intentado, y no estoy del todo segura de si podre conseguirlo, pero lo intento de todas formas, si puedo mover objetos con la mente esto no debería ser tan difícil.

Con los ojos todavía cerrados, me repito las mismas palabras en mi mente una y otra vez: <<eres intangible, como el aire, no tienes ni músculos, ni huesos, ni piel, por lo tanto nada te pude retener, nada te puede bloquear el camino>>

Cuando abro los ojos, me doy cuenta de que soy mucho mas liviana de lo normal y, lo mas extraño de todo, que puedo ver a través de mi. Los contornos de mi cuerpo son como lineas difusas, pero el resto de mi es totalmente invisible, no queda ni rastro de lo que una vez fue mi cuerpo.

Feliz por mi éxito, me cuesta un poco darme cuenta de que no tengo ni idea de como me voy a mover desde donde estoy hasta la puerta. Intento mover una pierna, pero es como si mis nervios se hubieran desconectado porque me resulta imposible. Intento levantar la otra pierna pero obtengo el mismo resultado.

El miedo empieza a ascender por mi garganta. ¿De verdad lo que he hecho no sirve para nada? ¿Me voy a quedar aquí encerrada hasta que el chico decida que ya es hora de venir a por mi? ¿Me drogara de nuevo?

Y entonces se me ocurre una idea. Me he estado convenciendo de que era como el aire así que tendré que moverme como el aire.

Me visualizo a mi misma moviéndome y avanzando hacia delante, siendo arrastrada por un viento imaginario, y atravesando la puerta. Como si fuese un titiritero interpretando una obra, mis deseos se ven satisfechos al instante.

Al atravesar la puerta siento como si me estuviesen haciendo cosquillas con un millón de plumas, pero la sensación desaparece en el momento en el que acabo de cruzarla.

Casi sin pensarlo me convierto otra vez en una persona tangible con una sola idea en su mente: hacer pagar al sinvergüenza que al parecer disfruta drogandome.

Mirando a mi alrededor me doy cuenta de que estoy en un pasillo impecable, sin una mota de polvo a la vista.

Sin saber hacia donde ir, me decanto por la izquierda del corredor.

Avanzando lentamente, atenta al menor indicio que delate la presencia del chico, me doy cuenta de que ni siquiera se porque me ha traído aquí. ¿No se suponía que me tenia que llevar al Templo del Sur? ¿O era el del Este? Dudo que ninguno de ellos tenga este aspecto.

Me encuentro tan sumida en mis pensamientos que casi no me doy cuenta de que ya he llegado a la esquina del pasillo. Estoy a punto de girar cuando oigo una voz que dice.

- ¿Ahora me vas a decir la verdad?

Mentalmente me regaño a mi misma por no haber estado atenta por donde iba.

Estoy discutiendo conmigo misma por si debería asomar la cabeza para ver quienes están hablando o si simplemente escuchar la conversacion, aunque se lo que acabaré haciendo porque mis curiosidad es demasiado grande.

Despacio, me voy acercando sigilosamente hasta el borde de la esquina y asomo un poco la cabeza, lo suficiente como para ver quienes estan hablando.

La sorpresa me invade cuando veo que son el chico y un hombre que se parece mucho a el, posiblemente su padre.

Una sonrisa diabólica aparece en mis labios. Lo único que tengo que hacer ahora es esperar a que dejen de hablar y se separen. Cuando lo hagan cobraré mi tan ansiada venganza.


La fugitiva del temploDonde viven las historias. Descúbrelo ahora