Capítulo 16,episodio 3: Cero

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El módulo Cero cerró su casco y su careta antes de iniciar un vuelo a escasa altura. Desde su nueva posición, las piezas de la armadura de su brazo derecho formaron un cañón que rodeó la mano del presidente y que comenzaron a brillar al cargar energía.

—Ya sabéis por qué mi armadura está en estas condiciones —dijo Alfa.

—Debe de estar muy enfadado si está usando esa cosa —apuntó Delta.

—Está loco —le corrigió Theta—. Se ha llamado así mismo dios.

—¡Poneos detrás de mí! ¡Voy a usar una piedra para bloquear su ataque! —anunció Épsilon antes de tocar el suelo con sus manos.

Con el poder de su módulo, una roca curva emergió del suelo.

Ilusos. Una roca no os servirá de nada —mientras terminaba de cargar su ataque, el presidente hizo que las piezas de su brazo izquierdo cambiasen de forma a otro cañón, del cual disparó una carga de energía que hizo añicos el escudo pétreo de Épsilon.

En ese momento Omega lo vio claro. El módulo Cero no usaba munición normal como hacían Rho o los soldados, él usaba energía para sus ataques. Un simple disparo había bastado para romper una de las piedras de Épsilon, así que el si el otro cañón requería de tanta carga sería una descarga muy potente. Al percatarse de esto, Omega se interpuso entre sus compañeros y el módulo Cero.

—¡¿Qué haces?! —le gritó Gamma, intentando sujetarle.

—¡Vuelve aquí, Omega! —le exigió Épsilon.

—¡Ese cañón es de energía! ¡Una roca no aguantará el impacto y nos barrera a todos!

En el instante en que Omega terminó de decir eso, el módulo Cero lanzó su ataque. Una rayo de energía de brillos blancos y rojos recorrió el espacio que les separaban. Omega abrió sus manos en dirección al rayo y un escudo de energía blanca apareció en la trayectoria del ataque.

—¡Égida!

El rayo de energía impactó en el escudo, desperdigándose tras el primer impacto. Pero la cantidad de energía que el módulo Cero había acumulado antes de atacar estaba obligando a Omega a retroceder poco a poco hasta chocar con los restos de la roca de Épsilon.

Una vez más, el paladín hace honor a su título —dijo el presidente Adrian, mofándose del intento de Omega por detener su ataque—. Esto debe de recordarte a lo ocurrido en ese pueblo, ¿verdad?

—Omega no podrá resistir esa descarga de energía —dijo Psi.

—Pues añadamos un segundo escudo —dijo Pi, dando un paso al frente mientras golpeaba su chistera—. Por favor, Guerra de Naipes, dame el diamante, lo necesito más que nunca.

La Guerra de Naipes le otorgaba a Pi un arma de forma aleatoria basada en las cuatro figuras que tenía la baraja francesa. Sin embargo, en esta ocasión, como si el azar hubiera escuchado la súplica de la chica, el cristal verde de la chistera se iluminó con la imagen de un rombo rojo.

Con ese resultado, Pi se acercó a Omega con su bastón cubierto por una energía de color rojo.

—¡Pi! ¡Regresa aquí! —exclamó Rho, intentando sujetar a su hermana.

—¡Espera, Rho! Si sales ahora solo serás un estorbo para esos dos —le dijo Delta al tiempo que le sujetaba —Tu hermana y Omega son los únicos que pueden usar escudos de energía.

Junto a Omega, Pi sostuvo su bastón con las dos manos y la figura del rombo se unió a la del Égida. Ambos escudos parecían tener algo más de resistencia frente al ataque del módulo Cero.

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