Capítulo XVI

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... y se apaga.

Sr. García: ...Así que necesito el informe terminado para el Jueves, ¡sin falta!

—Se escuchan abucheos en susurro—

Sr. García: Y ahora, quiero que saluden a su nuevo compañero de aula, el señor... ¿Cuál es su nombre?

Samuel: Samuel. Samuel Mendoza.

Sr. García: Bien pueda, y ofrezca a sus compañeros una presentación sobre usted.
Samuel: Sí, señor.—Dijo con voz tímida—.
Buenos días, mi nombre es Samuel Mendoza, soy de la capital y me mudé aquí hace unas semanas por los negocios de mis padres. Este era el único instituto con inscripciones abiertas para esta fecha, y pues, por eso estoy aquí.

Sr. García: Muy bien, señor Mendoza. Espero se sienta a gusto. Puede tomar asiento.

Samuel alza la mirada buscando algún asiento libre.

Sr. García: Junto al señor Montenegro, si no le incomoda.

El delgado muchacho, un poco más alto que yo, con cabello castaño claro y corto, se queda mirando de reojo por todo el salón. Entonces caigo en cuenta de que no sabe quién es Montenegro y levanto la mano diciendo "Aquí".

...

Samuel: Hola.

Alejandro: Hola.

...

Alejandro: Así que, ¿eres de la capital?

Era una pregunta muy estúpida. Es bastante obvio por su acento norteño que es de la Capital, pero si iba a compartir escritorio conmigo debíamos entrar en confianza.

Samuel: Sí.

...

Samuel: ¿Tú?

Alejandro: Yo soy de aquí, al igual que mi padre, y su padre, y el padre de él también.

—Lanzó una pequeña risa burlona—

Samuel: ¡Eso es genial! Este pueblo parece muy agradable.

Para una persona que viene de la capital, no es muy extraño que todo lo demás le parezca un pueblo.

Luego de conversar toda la jornada aguantando los llamados de atención del Sr. García empezábamos a llevarnos bien. En lo poco que le analicé me di cuenta que teníamos mucho en común, a excepción del dinero. Se le notaba por encima que tenía mucho, y de sobra. Tal vez por eso habían comprado su casa al Oriente, cerca del puerto. Saber todo eso sobre él hace que yo sienta envidia, y es inevitable no fijarse en sus finos cuadernos, la delgada cadena de oro que lleva, el reloj de Tommy, y ese celular de cubierta desplegable que es la sensación, y sólo quienes tienen suficiente dinero pueden costearlo. Lo primero que pienso al verle todos aquellos lujos es "este chico tiene una vida perfecta".

Y así fue como nos conocimos Samuel y yo. Luego me di cuenta de que su vida no era tan perfecta. Todo en exceso es malo, eso dice mi abuelo, y en especial, el dinero. Sus padres empezaron a pelearse por las cuentas de la empresa que dirigían entre ambos, por lo que se terminaron divorciando y trabajando como simple socios. Una vez se separaron la mujer se regresó a la capital y Samuel quedó viviendo aquí con su padre.

Desde entonces todos los fines de semana salíamos a jugar basketball en las viejas canchas del centro Occidente, y a ojear un poco las chicas que jugaban allí. Y entonces un Sábado cualquiera apareció Luciana.

Luciana, una chica que por donde quiera que pasa irradia luz. Una luz en sus ojos que ni siquiera los lentes que lleva pueden contenerla, al contrario, cuando los usa parece que esa gran energía se concentra mucho más, y si eres de esos afortunados que pueden verla a los ojos, sentirás un leve y agudo.. No sé si llamarle escalofrío, o escalocalor, porque al verla no sientes miedo, ni inseguridad, ni frío. Ella es de esas personas a las que Dios les hizo los ojos con lana para suéter, que al verte, te abrigan. Te sientes cómodo, tibio. Te sientes como un pichón bajo el cuidado de su madre. Es eso, ella tiene ojos de madre.

El día en el que Samuel le habló por primera vez, ella iba como siempre, sus anchas pantalonetas, una blusa un poco suelta sin mangas, y unos pequeños tennis amarillos que protegían sus delicados y chicos pies. Samuel y yo le invitamos a competir en una ronda de cestas, y ella aceptó. Él y yo esperábamos ansiosos por que ella se quitara los lentes. Pero no lo hizo. Su problema de miopía estaba tan avanzado que si se los quitaba no podría ver el aro y terminaría posiblemente dándole a la cabeza de un niño como un jugador de boliche le da a los bolos.

Su cabello es castaño oscuro y crespo, haciendo lucir su melena como una exposición de finos resortes. Son tan definidos y con un aroma a rosas del jardín de mi babue, que cualquiera preferiría a una chica como ella, con su cabello, en vez de una lacia.

Pero Samuel y Luciana no se hicieron novios sino hasta que entraron a la Uno, pues Luciana decía aún no estar lista para su primera relación, y desde allí se volvieron inseparables, excepto cuando se trataba de mí. En los últimos días han tenido varias discusiones porque Samuel a veces prefiere pasar más tiempo conmigo que con ella. Lastimosamente esa luz con la que me abrigaba, se estaba apagando.

La verdad es que siempre ha sido muy pasiva, y yo notaba como se guardaba los celos para ella misma porque quiere mucho a mi amigo, y prefiere que él esté bien a que por culpa de ella se acabe esa relación. En muchas ocasiones le dije a Samuel que debería darle prioridad a ella en vez de los amigos, pero su terquedad le hacía creer que ella estaría para él por siempre. Al parecer su copa se rebosó, y terminó rompiendo con Samuel el día antes de mi muerte.

Ella no era muy abierta a nosotros en cuanto a sus sentimientos se refería, siempre se guardaba todo. Sus amigos y Samuel sabíamos que tenía problemas, pero cuando le preguntábamos sobre cómo estaba, sonreía y ponía sus ojos sobre dos nubes invisibles que se elevaban a lo alto del cielo, tal vez pidiendo a Dios que le perdone su mentira, porque siempre nos respondía: Bien.

Esos últimos días noté como la mirada de Luciana cambió en mí, como ya no había fuego.

Hasta la más poderosa llama se queda sin energía... y se apaga.

28 De Diciembre: Santo E Inocente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora