Epílogo

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6 meses después...




-No te preocupes, mamá. Llevaremos todas mis cosas en el coche de Max y de Marco... Nos pondremos en marcha por la tarde... No hace falta que hagamos descansos por el camino... ¡si el viaje es solo de una hora!... Vale, le diré a Max y a Marco que hagamos paradas durante el viaje... Y yo a ti.

-¿De verdad vamos a hacer descansos durante el viaje?- Max se asomó por la puerta de su habitación. Sus gafas estaban torcidas ligeramente, pero él ni siquiera parecía darse cuenta.

-Claro que no, saldremos más tarde de tu casa para parecer que hemos tardado más por hacer esos descansos.

-Veo que el trono te ha convertido en una chica mala.

-No tiene gracia.- Dije mientras le lancé una de mis bambas que sin saber cómo, se encontraban tiradas en el pasillo del piso de Max. Mi amigo se escondió de nuevo en la habitación, aunque si no se hubiera hecho tampoco le hubiera dado. Mi puntería era algo nefasta.- ¿Llamas tú a Marco para decirle que tiene que venir más tarde o le llamo yo?

-¿No ves que estoy muy ocupado terminando de hacer tu maleta para echarte de una maldita vez de mi casa?

-Pero si fuiste tú quién me propuso que me quedase a vivir contigo durante mis meses como tronista.

-Soy un chico pragmático, nada más.

-Ya, claro.- Cogí de nuevo mi teléfono y marqué el número del novio de mi mejor amigo. Al cabo de unos segundos empecé a escuchar la señal que daba por la otra línea. Esos segundos pensé en como de curiosa era la vida. El mismo día que yo decidí coger el trono y apartar definitivamente a Axel de mi vida, Max y Marco empezaron una relación que hoy en día sigue viento en popa. Al cuarto pitido, alguien descolgó el teléfono.- ¿Marco?

-Hola, Carol. ¿Pasa algo?

-Al final llevaremos mis cosas a las siete para llegar a casa a las ocho. ¿Te iría bien?

-Claro, no hay ningún problema. ¿Está Max por ahí?

-Sí, pero no sé si podrá hablar contigo. Está muy ocupado preparando mis cosas para echarme y que por fin este piso sea solo de vosotros dos.

-Puedes venir siempre que quieras, Carol. Te vamos a echar mucho de menos.

-Sí, yo también a vosotros.

-Cuando termine la sesión de fotos nos iremos los tres a comer a un Mexicano, ¿qué te parece?

-Me encanta la comida picante.

-Genial, dile a Max que vamos a un italiano, mejor. Ya sabes, él y el picante no han tenido muy buenas experiencias.- Me reí al recordar como Marco y yo echamos en secreto salsa endiablada en uno de los burritos de Max y como él se pasó el resto del día sin hablar por el escozor que le producía hacer un simple movimiento con la lengua.

-Trato hecho, hasta luego.

-Chao, bella.

Los dos nos volvimos a reír antes de colgar y cuando iba a dirigirme a la habitación donde se encontraba mi amigo, el timbre sonó de repente. Me di la media vuelta y sin vacilar, me dirigí a la puerta para abrirla. No me esperaba ninguna visita, así que mi corazón se había acelerado ligeramente. Me preguntaba si podría ser alguno de los chicos que había estado pretendiéndome hasta hacía solo una semana. Tarde o temprano me esperaba alguna llamada para que diera mi explicación de mi elección en mi final.

Pero en vez de encontrar a alguien, me encontré dos cosas en el suelo: una nota junto una rosa azul.

-Otra vez no...- Susurré para mi misma mientras me agachaba y recogía ambas cosas. Miré la nota y empecé a leerla inconscientemente en voz alta.- He visto tu final. Necesito hablar contigo. Estaré a las cuatro en el puente.

El diario de una pretendientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora