IX: ¿Dónde estás Samira?

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En la casona caía la tarde y hacía más de 6 horas que buscaban a Samira y temían lo peor. Pues los vientos eran cada vez más fuertes, señal de que la tormenta estaba cerca, y el mediodía había sido de sol intenso y extenuante calor.

Zahid al notar que su caballo faltaba había rabiado con los guardias asistentes que no habían visto nada y la búsqueda se extendía a las afueras del Oasis, pero los vientos eran cada vez más intensos y los remolinos de arena no hacían la tarea fácil.

Mohamed acompañaba en la búsqueda a Zahid y sus hombres. Anisa junto a Latifa y las sirvientas en la ciudad.

Dalila y Rania habían quedado en la casona por si regresaba.

-¡Por los dioses! ¡Que esa muchacha no haya salido del Oasis! ¡No sé cómo estás ahí tan sentada Rania! -

-No la encontramos en la casa ¿Dónde más quieres que busque? ¿Debajo de las piedras? ¿O los tapetes? -

-No te hagas la graciosa. Te lo volveré a Preguntar... ¿Sabes algo sobre dónde puede haber ido? -

-Lo más probable es que haya salido del Oasis...-

-¿Y cómo es que estás tan segura? - Preguntó Dalila con ímpetu.

-¡Solo estoy suponiendo Dalila! Si no está en ningún lado, a menos que la tierra la haya tragado, debe haber querido huir por el desierto...- Dijo Rania muy molesta.

- ¡Vaya tontería! ¡Con ropas ligeras y sin agua! Los dioses quieran que te equivoques mujer...-

-Sí, sí, solo estuvo un día y ya todos se preocupan por ella...- murmuró Rania con tono burlón.

-¿Qué murmuras pequeña serpiente? ¡Que te muerdas esa lengua venenosa que tienes! Espero que no le hayas dicho nada hiriente a esa pobre muchacha y la hayas espantado a tal punto que quiera escapar como lo hizo...- Dalila seguía regañadola.

-¿Yo? ¿Escapar? ¿De qué hablas? Si aquí nadie la tenía prisionera...- se encogió de hombros Rania.

-Está bien, ya no quiero escucharte, busca otra vez y asegura puertas y ventanas a tu paso, que los vientos son más fuertes ahora. -

Dalila no le creía una sola palabra a Rania, pues la conocía demasiado bien y su olfato le decía que algo sabía sobre la desaparición de Samira.


- ¡Señor Zahid! Es inútil, por los vientos ya no vemos más allá de la cabeza de los caballos, no podemos seguir buscando...- Uno de los guardias se acercó a Zahid.

Mohamed tenía cara de desesperación, lo que aquel hombre decía, era cierto.

-Tiene que estar en algún lugar, tal vez solo se quedó en las montañas, mandaré unos hombres ahí... La encontraremos Mohamed- le prometió Zahid.

Volvieron a entrar a la ciudad para organizar una nueva búsqueda por las montañas mientras otra cuadrilla salía con dirección a los acantilados del otro lado de las montañas.

De repente el viento azotó con más fuerza y desde los puestos de guardias se escucharon fuertes los trombones.

- ¡¿Qué es eso Zahid?!- preguntó Mohamed.

- ¡La caravana! ¡Es Zeth! El podrá ayudarnos- y salió a su encuentro Zahid.

Mohamed vio a la caravana llegar y los hombres venían cubiertos de pies a cabeza y entraban por las murallas del oasis de prisa por los vientos, con sus camellos y caballos bien protegidos...

- ¡Mehmet! ¡Zeth! ¿Dónde está Zeth? – Preguntó Zahid al primer hombre que guiaba a los recién llegados.

- ¡Se tuvo que detener, antes de llegar, encontramos una mujer, se desvaneció en cuanto los vientos secos nos alcanzaron! – explicó Mehmet levantando la voz y dejando ver su rostro enrojecido por el calor intenso.

Los hijos del DesiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora