Introduction

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Desde pequeño solía visitar el lugar. Le contaba a sus padres que ese campo de flores era su lugar mágico, su lugar donde había paz y podía respirar la naturaleza. Era mágico.
Sus padres reían con ese pequeño tan inocente que amaba pasar tiempo fuera, corriendo libre sobre el campo de flores, bailando y cantándole a las mismas flores porque según ese pequeño... Así ellas estarían felices y jamás dejarían de florecer.
Tan inocente el alma de un niño.

Había crecido rodeado de cariño, simplezas y respeto. Jamás fue cohibido de la libertad, solo tenía la advertencia de “las personas malas”, que tuviera cuidado con quiénes podía tratar pues se podrían aprovechar de la dulzura y nobleza de un alma tan pura como lo era el alma de Park Seonghwa.

Pensaba que era tonto algo así, ¿qué personas le podrían lastimar? Vivía alejado de las ciudades, estaba en la tranquilidad de un pequeño pueblo donde todos eran muy amables con él y algunas veces le ayudaban.

“El que con su cariño y alma pura ayuda a quiénes lo necesitan, será recompensado.”

Ya que bien, el joven Park tenía demasiada confianza a todas las personas; muchas veces llegando a ayudar a los necesitados, a aquellos que se encuentraban en apuros no muy graves (como lo era el llevar algunas cajas con frutas y verduras dentro de la tienda) ó algunos más grandes, como el salvar a un gato que había quedado atrapado en un árbol por travieso.

Sí... él siempre había sido así, pues su crianza también llevó a cabo el ayudar a los demás sin esperar algo a cambio, ya que todo se hacía de corazón y porque realmente veías la necesidad de ayudar y no quedarte parado observando como otros tienen dificultades con las cosas.
Así que fue creciendo con todo lo aprendido en su infancia y pasar de los años, convirtiéndose en un joven hecho y derecho, casi perfecto aunque era algo torpe de vez en cuando; cariñoso, bondadoso, amable y respetuoso.

Y ahí estaba, nuevamente en el campo de flores que solía visitar todos los días justamente cuando el sol se estaba poniendo para irse a descansar y darle paso a la bella Luna de hacer presencia y alumbrar el pequeño pueblo, tomar su siesta al lado...

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Y ahí estaba, nuevamente en el campo de flores que solía visitar todos los días justamente cuando el sol se estaba poniendo para irse a descansar y darle paso a la bella Luna de hacer presencia y alumbrar el pequeño pueblo, tomar su siesta al lado de las estrellas o a veces, las nubes.

Se paseaba por todo el lugar. Lugar donde aparte de un extenso terreno lleno de flores, había una pequeña gran Laguna, en donde también se encontraba un frondoso árbol gigantesco, con hojas bastante largas, como si de cabellos humanos se tratasen, ¡era perfecto para cuando hacía calor! Se podía esconder bajo la sombra que le obsequiaba el árbol.

La mayoría de veces se recargaba de espaldas sobre el ancho tronco del árbol para poder apreciar a detalle la belleza que la naturaleza le brindaba. Todos los días lo verías ahí.

“¿En dónde se metió Seonghwa?”

Era sencillo encontrar la respuesta, pues si no lo llegabas a ver por las calles del pueblo, podrías buscarlo en aquel lugar que visitaba frecuentemente.

Para Seonghwa, también era un lugar seguro pues algunas veces se sentía agobiado por motivos personales y buscaba una escapatoria de su realidad, así que sin importarle la hora, corría hacia allá, donde con gusto sus amigas flores y el amable viento que peinaba sus cabellos cuando llegaba, le recibían.

Y curiosamente, él era el único que visitaba ese campo. Siempre se encontraba vacío y solo con un risueño chico dentro del mismo.

No tenía intereses románticos, claro que no... pero no quería decir que los pretendientes no le llovieran. Muchos lo veían atractivo porque era demasiado “perfecto” para ser verdad, tenía buen cuerpo; cintura pequeña y delgada, manos no muy grandes pero tampoco pequeñas, un poco marcadas, rostro bien definido y unos hermosos ojos en los que se reflejaba una gran galaxia llena de estrellas. Pero bien, a Seonghwa nunca le llegaron a interesar sus pretendientes, solo les trataba como amigos aunque sabía las intenciones de cada uno; y cabe aclarar que no sólo eran mujeres, sino también hombres.

Curiosamente, Seonghwa no sentía atracción alguna hacia las mujeres, no le llamaban la atención en lo absoluto, le parecían lindas pero no con el sentido romántico. Solo amigas y no más.

“¿Acaso eres Gay? ¡Nunca te he visto con una mujer! Eso es muy raro...”

“No, claro que no lo soy. Solo no me interesa tener pareja en estos momentos. Y bueno, si lo fuera... ¿Eso importaría o te afectaría en algo? De todas formas son mis gustos, no tuyos.”

“¡Viste! Eres gay, tonto Hwa.”

“Ya te dije que no lo soy. Tú eres el tonto, JiMin”

Esas llegaban a ser las tontas discusiones que tenía con su hermano mayor, Park JiMin. Sí, siempre le molestaba definiéndolo como “gay” ya que como le mencionaba, jamás se le vió saliendo con una mujer. Algo que le parecía en cierto punto extraño a sus padres, pero fuera lo que fuera su hijo, lo aceptarían tal como es... ya que no hay nada de malo en tener interés en su sexo opuesto o el mismo.

Seonghwa amaba a su familia, claro que sí... aunque muchas veces fueran muy sobreprotectores con él; tratando de cuidarlo de los malos y el peligro, cosa que el chico de cabellos rosados se tomaba muy a la ligera pues no había conocido a personas malas, solo a aquellas que cometían errores. Pero después de todo, eran humanos, podían aprender de sus mismos errores, aquello que hicieron mal y empezar de 0 pues tampoco eran perfectos. Nadie lo era en realidad, ni siquiera él.

⏤ ¡Llegas antes de la cena, señorito! ⏤ le gritó su madre desde la cocina al chico de cabellera rosada

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⏤ ¡Llegas antes de la cena, señorito! ⏤ le gritó su madre desde la cocina al chico de cabellera rosada.

⏤ ¡Lo haré! ⏤ respondió con una sonrisa, tomando sus cosas y saliendo por la puerta para dirigirse al lugar de siempre.

⏤ Agh... ¿Qué vamos a hacer con este niño? ⏤ bufó su madre con algo de molestia y diversión.

⏤ Déjalo mujer, ya no tiene 16 años... puede cuidarse solo ⏤ esta vez habló su padre, dejando un dulce beso en la mejilla de la mayor.

⏤ Tienes razón... ⏤ sonrió ante la acción de su esposo, retirando el sudor de su frente con el antebrazo pues estar en la cocina le daba calor.

Y mientras tanto, ese alegre chico se dirigía a su tan amado campo de flores.

Una vez ahí, hizo lo de siempre: correr hasta el gran árbol y sentarse bajo su sombra.

Sacó una libreta de dibujo, un lápiz y recargado sobre sus propias piernas comenzó a dibujar. Ya que sí, al joven de 24 años le gustaba mucho copiar a dibujo el paisaje que admiraba para siempre tenerlo de recuerdo sí algún día no volvía a ver ese campo que tanto amaba o si por muchas razones se mudaba a la gran ciudad.

Un campo de flores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora