"Izuku, abrumado por el rechazo y el dolor, se encuentra en una azotea contemplando el abismo. Escribiendo cartas de despedida a su madre y a su principal acosador, cuestiona su valía y su humanidad. Finalmente, decide terminar con su sufrimiento. C...
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El viento frío cortaba la noche mientras Izuku se encontraba en la azotea, mirando al vacío. La oscuridad envolvía su mente, donde la estática ahogaba sus pensamientos. Sentía un entumecimiento profundo, como si su ser se hubiera desconectado del mundo que lo rodeaba, dejándolo solo en un abismo de desesperación y dolor.
Había vivido momentos aterradores últimamente. Desde el día en que Katsuki le ordenó saltar de un edificio, hasta el encuentro casi fatal con un villano que casi le arrebata la vida. Pero lo que más le pesaba era la desilusión de All Might, su ídolo, quien le había negado la posibilidad de convertirse en un héroe. Le había dicho que su sueño era imposible, que debía ser realista.
"Realista", resonaba esa palabra en su mente como un eco desgarrador. ¿Qué significaba ser realista? ¿Significaba aceptar que su vida no tenía valor, que su sueño era una fantasía inalcanzable? ¿Significaba rendirse y renunciar a todo lo que anhelaba con cada fibra de su ser?
Caminando hacia el borde de la azotea, Izuku se sumergió en una espiral de autodestrucción. Cuestionaba su propia valía, su humanidad, solo porque carecía de un Don. Se sentía como un paria en su propia piel, condenado a una existencia marcada por el rechazo y el dolor.
Con manos temblorosas, sacó un cuaderno desgastado de su mochila. Era un testigo mudo de sus penas, marcado por las explosiones de Katsuki, un recordatorio constante de su tormento. ¿Debería seguir llamándolo Katchan? ¿O era solo un monstruo disfrazado de amigo?
Las lágrimas comenzaron a empañar sus ojos mientras escribía una carta a su madre. Una carta llena de dolor y arrepentimiento, donde suplicaba su perdón por ser un hijo egoísta y débil. Sabía que estaba lastimando a la única persona que lo había amado incondicionalmente, pero ya no podía soportar el peso de su propia existencia.
La siguiente carta estaba dirigida a Katsuki, su principal acosador. En ella, dejaba escapar su ira y su resentimiento, cuestionando las acciones de aquel que alguna vez llamó amigo. Se preguntaba por qué lo había hecho sufrir tanto, por qué lo había odiado tanto. Pero sobre todo, se preguntaba si alguna vez había sido digno de amor y respeto.
Con cada palabra escrita, Izuku se hundía más en la oscuridad. Sentía el peso de su propia insignificancia aplastándolo, hasta que ya no pudo soportarlo más. Con la mente nublada por el dolor y la desesperación, se preparó para su último acto.
Se quitó los tenis rojos, símbolo de su identidad, y los colocó junto a su mochila. Se asomó al borde de la azotea, contemplando el cielo naranja que se extendía ante él. Una sonrisa melancólica se dibujó en sus labios mientras se despedía de un mundo que nunca lo había comprendido.
"Esto es todo", murmuró para sí mismo, antes de dar un paso hacia el abismo. En el silencio de la noche, el sonido sordo de su caída resonó como un eco de su sufrimiento. Y así, todo llegó a su fin para Izuku, dejando atrás solo el vacío y la oscuridad que lo habían consumido.
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Quisiera expresar lo emocionado que me siento al compartir mi primera historia con ustedes.
Me despido, agradecido por esta oportunidad de compartir mi creatividad. Prometo seguir esforzándome para mejorar y ofrecerles historias aún más impactantes en el futuro.
¡Hasta luego y gracias por acompañarme en este viaje!
