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Jeonghan yacía en su nicho contemplando la pared de piedra como si no conociera ya cada a una de sus grietas. No quería pensar, ya lo había hecho lo suficiente durante los últimos días.

Su encuentro con Seungcheol le hizo recordar  lo difícil qué era ser el segundo al mando. Las relaciones personales quedaban reducidas a la nada una vez que dejaban de ser útiles para el reino.

Después de la muerte de su padre su tío quedó en el poder, tomando acuerdos, rompiendo contratos y gobernando a su voluntad mientras tenía tiempo. Con la mayoría de edad Jeonghan obtuvo el derecho a inmiscuirse en asuntos políticos pero no obtendría el puesto de rey hasta que se desposara.

Su tío sabía perfectamente que si no era con Seungcheol él no encontraría a alguien más para obtener el mandato. Sabia también que no aceptaría a ninguna de las múltiples doncellas que le presentaba, no quería una unión por meros motivos políticos que le aseguraran una vida desdichada a la mujer.

"Su majestad" el susurro de Jun lo sorprendió.

"Sólo Han"

Jun sonrió.

"Lo siento" contestó brindándole el plato de comida de ese día. "Le ruego que intente terminar sus alimentos esta vez"

El rubio asintió.

Hacía algunos días Jun se presentó detrás de su cortina. Después de tener varios cargos dentro de la servidumbre del castillo había logrado adentrarse a la cocina dándole oportunidad de visitar a Jeonghan en el anfiteatro.

Ver a Jun siempre le levantaba el ánimo, sobre todo porque su visita venía acompañada de información e ideas de cómo poder escapar del castillo, aunque ninguna muy concreta hasta el momento.

"Quitaron al guardia de la cocina" susurró "he escuchado que necesitaban refuerzos en el pueblo y ahora mismo están bajos de personal. Quizá sea un buen momento para planear la huída"

Jeonghan lo pensó mientras masticaba su bocado de arroz. Necesitaba un plan, un esbozo del palacio, saber cuántas puertas había que atravesar, cuántos guardias habría a su alrededor. Salir del la casa del rey no sería tarea fácil.

El sonido de unas botas acercándose los alertó. Jun se puso de pie esperando a que Jeonghan le regresara el plato. Había algo en su mirada, estaba convencido de que podría salir de ahí. Jeonghan por su parte sabía que se había rendido demasiado rápido.

Que Jun lo encontrara había sido como una bocanada de aire fresco. Siempre dispuesto a ayudar, compartiendo cualquier información que le pareciera relevante, arriesgándose por alguien a quien no debía lealtad.

Una enorme sensación de agradecimiento lo invadió entregó el plato vacío al sirviente con ambas manos haciendo una reverencia inclinándose hasta tocar con su frente el suelo del nicho. Perplejo, Jun tomó el plato y se dirigió a la salida donde ya el guardia lo esperaba.

...

"¡Levántate!" La profunda voz de Jeon lo despertó.

En cuestión de segundos fue arrastrado por los pasillos. No tenía idea de la hora pero la mayoría de las salas que pasaban estaban completamente a oscuras. El agarre en su brazo se apretó incitándolo a avanzar más rápido.

La irritación en Jeon era evidente. Su trato hacia Jeonghan había sido la mayoría de las veces cortante, esta vez rayaba en la agresividad.

El rubio intentó espabilar lo más rápido que pudo después de haber sido despertado de su profundo sueño. Un poco más atento logró notar cómo el castillo parecía estar vacío. Aún a altas horas de la noche no era común encontrar la residencia del rey sin vigilancia.

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