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—Mamá —Murmuró la Omega viendo a su madre pasar de canales desinteresadamente, ignorando un poco a su hija mayor, que le veía con curiosidad y algo miedosa— ¿Quieres ser abuela?

La mayor le vio de reojo, volviendo a centrar su atención en la televisión, se relamió los labios algunos segundos y finalmente habló.

—Estaré muerta cuando me quieras dar nietos y ni hablemos de JiSoo... —Dijo seria, algo triste también. Tal vez ella tuvo a sus hijos algo temprano pero para la edad de Becky, era de las más recomendadas para tener cachorros y era una pena que ella quisiera alargar ese tiempo. Pero tampoco la puede obligar y lo entiende perfectamente, es su vida.

—¿Te gustaría que quedara embarazada ahora? —La mayor al final apagó el aparato, viendo a Becky con el ceño fruncido.

—Me encantaría que mi única hija Omega viniera a decirme tal cosa, imagínate que tengo la oportunidad de ver a mi hija con un pequeño bebé en brazos. Podré tener enfermedades pero al ver algo como eso, moriría de diabetes... No me ilusiones hija, hemos hablado de esto y no tienes porqué presionarte para verme feliz. Respeto tus decisiones y tu trabajo...

—Es que... —Mordisqueó su labio con algo de miedo, sentándose junto a su mamá— Hace un mes... Freen y yo descubrimos que estamos esperando...

La mayor le vio a los ojos por largos segundos, asimilando la información dada por su hija mayor, quien ahora estaba impaciente por una buena reacción.

—¿En serio? —Becky asintió rápido. Y sus ojos se llenaron de lágrimas, le abrazó entre sollozos y sin creérselo, acunó el rostro de su castañita, repitiendo la pregunta mientras daba múltiples besos en su rostro— Becky...

—¿Mh? —La castaña hizo una pequeña sonrisa viendo a la mayor, que con amor le veía.

—¿Vas a tener un cachorro? —Ella seguía sin creerse que su hijo haya dejado esa idea que tenía, esas promesas de no quedar en cinta y las innumerables peleas que tuvieron al hablar de eso. La menor asintió repetidas veces— Ay...

☁️...

La azabache se acostó en el lado derecho de la cama, con el móvil en la mano mientras pasaba las publicaciones de Twitter, mientras, Becky en la cocina estaba terminando de comer uno de los melocotones que habían comprado para la semana. También veía con deseo aquellas fresas que estaban en el centro del comedor.

Uh, benditos antojos.

Con sigilo caminó en puntitas por el salón, recogiendo la camisa que estaba en un brazo del sillón, perteneciente a Freen.

La pegó a su rostro, inhalando el aroma de su Alfa con algo de tristeza, un pequeño mal estar se apoderó de ella mientras se sentaba en el sillón, sin soltar la prenda entre sus manos. Necesitaba urgentemente un nido, algo con lo que protegerse, por más que intentaba acercarse a Freen, ésta simplemente le evitaba, dejándola con un mal sentimiento en el pecho.

Un rechazo ya normal en su día a día.

Se acurrucó en el sillón, perdiendo noción del tiempo y únicamente queriendo a su Alfa.

Mismo quien ahora le veía desde el marco de la puerta, sin saber si ir hasta ella y estrujarle en un fuerte abrazo o esperar a que llegara a la cama y se acostase en el lado contrario, dándole la espalda y dejándole a ella con las ganas de dormir abrazadas y acurrucadas, como debería ser.

Su mirada viajó por el resto del salón, ¿qué sería de ellas dos con un bebé? Algunos juguetes estarían regados en la alfombra, la mesita del centro desaparecía y probablemente los retratos y decoraciones que están más al alcance estarían guardados.

Su horario coincide perfectamente con ella Becky, una guardería no sería necesaria, Becky está libre la mayoría de tiempo... ¿De verdad se estaba preocupando por horarios y guarderías cuando ni siquiera había nacido?

Volvió a dirigir su mirada a su novia, ella ahora jugaba con la prenda, un puchero se notaba en sus finos labios, probablemente esté pensando en algo para hacer que la Alfa le prestara atención, por muy poca que fuera...

—Becky —La Omega giró su rostro, viéndole durante algunos segundos, finalmente se puso de pie— Vamos a dormir... —Sin mucho interés, empezó a apagar luces, viendo por última vez aquellas fresas.

Cuando llegaron a la habitación Becky rápidamente encendió su lámpara, quitando sus pantuflas y metiéndose entre las finas sábanas. No tenían el aroma de Freen tan impregnando pero en cuanto se acostara, podía conseguir algo.

Se veía ella misma como una tonta, no era capaz de abrazar a Freen, a su novia.

Pero las cosas no mejoraban, le ponía triste pensar en que la mayor se cansaría en algún punto y le dejaría como dijo en un principio. Le partía el alma pensar así pero, ¿qué se supone que tenía que tener en mente? Cuando la azabache ni le dirige la mirada en las mañanas, no le prepara el desayuno como acostumbraba, sale sin despedirse y vuelve tarde.

Una pequeña gota salada se deslizó tortuosamente por su mejilla, relamió sus labios escondiéndose entre las sábanas.

Sintió cómo el lado contrario de la cama se hundió ante el peso, mordió suavemente su labio con ambas manos abrazándose a sí misma. Quería un poco de calor, aroma y amor, ¿era mucho pedir?

Durante unos segundos, Freen observó el bulto de mantas a su lado, preguntándose una y otra vez qué era lo que quería Becky para no estar triste. Le daba su espacio, respetaba que comiera otras cosas y por eso no le preparaba el desayuno, tal vez ya no quería lo mismo de siempre.

Pero moría por abrazarle.

Estaba harta de escucharle sollozar sin poder hacer nada, era difícil verle triste y decaída pero, tenía un bebé. Nunca habían experimentado algo así.

Apagó su lámpara, Becky sacó una mano y le imitó.

Algunos minutos pasaron, Becky presionaba sus labios para no dejar salir ningún sollozo.

Sacó un poco su castaña cabecita, sus mejillas estaban rojitas por el calor que hacía y sus ojitos estaban cristalizados.

Y Freen se negó a dejarle así, se movió en la cama y le abrazó por la espalda, sintiendo el cuerpo de la menor destensarse en unos segundos, correspondiendo al abrazo.

—Becky...

—¿Mh?

—Te amo...

—Yo más...

Anticonceptivos¹ [𝕴] | Freenbecky ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora