XXVIII | Orgullosa de ti.

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Ashely.

Hoy era el día de la presentación de Santiago.

Nunca lo había visto tan nervioso o ansioso por algo así, pero con los números es un cuento bien lindo. Le encanta todo lo relacionado a ello y lo entiendo. Entiendo lo delicado y persistente que nos podemos convertir cuando estamos detrás de un sueño.

En su caso es que aprueben su presentación de mejora a nivel salarial en uno de los hoteles más importantes de Gables. Si esto lo hacen, no solo le abre puertas al hotel —con la llegada de nuevos empleados—, él ganara el puesto de supervisor de finanzas. Aunque sería el más joven en obtener este puesto, pero es una gran oportunidad para él.

Estoy en su casa, me pidió que lo ayudará a planchar su traje mientras él preparaba algunas cosas.

Al terminar de planchar su pantalón, le avisé que todo estaba listo.

El comenzó a cambiarse mientras yo organizaba su maletín.

—¿Qué dices, luzco bien? —preguntó mientras se acomodaba la corbata.

—Sí, luces divino Santiago. —contesté— Ten, el maletín. Ahora sí luces como todo un profesional.

—Lo sé. —suspiró— No sé si deba hacer la presentación.

—¿Por qué dices eso? Has trabajado mucho en ella, Santiago. ¿Por qué tienes dudas? —lo invité a sentarse a mi lado y él lo hizo.

—Este hotel, aunque tiene buena fama es conocido por no trabajar en puestos altos con personas jóvenes. No sé, son muy cerrados en esa parte y al día de hoy no entiendo el porqué. Se supone que los jóvenes son el futuro, ¿por qué tienen que ser de esa forma? —suspiró— Entonces, aunque deseo hacer está presentación porque si ellos la consideran no sólo se abrirán las puertas para mí, también se abrirán para otros jóvenes como yo. Pero, tengo miedo a que no les guste el concepto de la idea.

—Es un sistema muy estricto —asintió— Pero, aunque tengas miedo, ve e inténtalo. Aunque su respuesta sea no, lo intentaste. Dar ese paso significa más de lo que crees. Confío que ellos podrán abrir su mente de cacahuates. —Santiago soltó una carcajada.

—Cacahuates —repitió Santiago entre risas— Me hace recordar a la canción de Bob esponja.

—Cacahuate, cacahuate, sii. —imité y él siguió riendo.

Logré lo que quería, verlo sonreír y que el miedo no ganase en su mente.

—Gracias, Estrellita. —dijo limpiándose las lágrimas por reírse— Necesitaba esto.

—Lo sé. —tomé su rostro con mis manos y deposité un beso en su frente— Todo saldrá bien, quedarán encantados con tu presentación. Estoy totalmente segura.

—¿Por qué tienes tanta fe en mí?

—Porque tu la tuviste conmigo en el tiempo que más lo necesitaba, ahora te estoy devolviendo todo lo lindo que me has dado. —respondí— Basta de hablar, llegarás tarde. —me levanté de la cama y él también— Ve e impresionalos.

—Ashely y qué pasa si no?

—¿Qué pasa si no los impresionas? Nada. Te dolerá, pero se abrirán más oportunidades en más hoteles, empresas, fábricas. Este hotel no es el único con ese tipo de falta en su sistema, sé que en otras empresas una idea así abriría puertas súper grandes. —lo motivé— No importa lo que pase, estaré aquí con los brazos abiertos cuando llegues.

—Gracias, Estrellita. Gracias por motivarme a intentarlo.

—De nada, ve e impresionalos y no importa qué —hice una pausa— Estoy muy orgullosa de ti.

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