Formas de revertir un mal día

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Hola a todos, gracias por entrar aquí. Hoy les traigo un One-Shot que escribí para el evento de navidad de la página Shikatema: Hojas de Arena, pero que lamentablemente no pude terminar a tiempo (Era un aporte para el universo moderno). Para mí, fin de año es terrible en lo que respecta a lo laboral, ya que tengo mucho trabajo, por ese motivo escribí esta historia. Es un fanfic rate M, así que a los menores de edad les pido, que si lo leen, sea bajo su responsabilidad.

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Como siempre quiero agradecer a todas las personas que se dan el tiempo de dejarme un comentario; a las personas que votan; a las personas que me siguen; a las que agregan mis historias a sus listas y a las personas que simplemente leen. Para todos ustedes, muchas gracias, me inspiran de cierto modo a continuar :D

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Esta historia la dedico con mucho cariño a: MarjoriePerzAcosta, FannyRodriguez256, RoronoaSaki, Sole26leo, lauratavara18, Javix015, Nani_rg y trilextl17. Gracias por sus comentarios, les mando un beso y un fuerte abrazo.

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Disclaimer: Naruto y todos sus personajes son propiedad de Masashi Kishimoto. La historia es mía y la publico sin ánimos de lucro.

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Formas de revertir un mal día

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Llevaba más de cincuenta minutos en esa autopista, y con suerte había avanzado un tercio del trayecto para llegar a mi hogar. «Maldito tráfico», susurré con fastidio por quinta vez, entretanto juntaba los dedos por encima del puente de mi nariz y cerraba los ojos. Estaba cansada. Había tenido un día agotador en la oficina, cuestión que era la tónica de las últimas semanas. Era el último mes del año, por ende, todos los proyectos cargados en el sistema, tenían que cerrarse financieramente para así realizar el cierre contable de fin de año. A poco más de dos semanas de terminar el año, tan solo llevábamos un tercio. Todavía faltaba mucho, pero tenía la certeza que lo íbamos a lograr. Solo había que esforzarse un poco más.

Mantuve los ojos cerrados casi un minuto, para después abrirlos y girar la cabeza de lado a lado. Habían muchos vehículos a mi alrededor. «Malditos consumistas», balbuceé con rabia, echándole la culpa a la próxima festividad. « ¿Por qué tuvieron que salir a comprar justo a esta hora?». No odiaba la navidad, pero sí la congestión vehicular que se formaba en las semanas previas. Por ese motivo, había preferido realizar mis compras navideñas con anterioridad, aunque eso había significado posponer el armado del árbol navideño y toda la decoración de mi hogar. Toda la ornamentación de la festividad aún continuaba guardada en la bodega, y quién sabe hasta día estaría en ese lugar. Molesta eché la cabeza hacia atrás y me quedé en esa postura por más de medio minuto. A continuación volví a mi postura inicial y fijé la vista en el carro que tenía delante de mí. Este con lentitud empezó a moverse, por lo que presioné el acelerador y lo imité, sin embargo, solo conseguí avanzar un par de metros, ya que el auto nuevamente volvió a frenar. Para mi mala suerte, los rayos de sol atravesaron el vidrio frontal de mi carro y dieron directo en mi cara. Esto en virtud a que la tarde avanzaba. Entrecerré los ojos, fastidiada, y por reflejo estiré mi mano hacia el asiento del copiloto, donde estaba mi cartera, y busqué mis lentes de sol. «Maldición, ¿dónde están?», musité luego de no hallarlos, por lo que crispada volví a acomodarme en el asiento, recordando la visera parasol del auto y enseguida la bajé. Molesta solté un suspiro. La congestión vehicular me estaba superando, por lo volví a cerrar los ojos. No quería seguir observando el deprimente tráfico que me rodeaba, no obstante, un carro tocó la bocina trayéndome de vuelta a la realidad. «¡Maldito!». Me desperecé para estirar mis extremidades, sintiendo enseguida un ligero dolor entre la zona del cuello y la espalda. Llevé mi mano derecha hacia ese sector y cerré los ojos. «Tengo un nudo terrible en la cervical», musité apretando el músculo con la intención de aliviar la dolencia. Aquella presión me produjo una sensación placentera, que hizo que pensara en mi bebé llorón. Después de casi una hora metida en este maldito tráfico, había tenido un pensamiento para mi dulce vago. Mis labios por reflejo se curvaron. «Deberías estar aquí para hacerme un masaje de relajación», musité ampliando la sonrisa al recordar sus grandes manos. Sí, tenía la certeza de que él sabría cómo aliviar la tensión muscular que estaba sintiendo, ya que él era todo un experto usando las manos. Reí traviesa al remembrar los deliciosos masajes que me hacía, cuestión que hizo que sintiera un ligero calor. Sus manos siempre sabían qué hacer para hacerme sentir mucho mejor... mmm sí... me encantaba que sus amplias palmas me recorrieran toda. Ahora mi mente solo podía pensar en sus manos, provocando que mi cuerpo volviese a sentir más calor. Absorta llevé una de mis manos sobre uno de mis pechos. Lo sobajeé con suavidad, provocando que se me endureciera el pezón. Me gustó la sensación, así que repetí la acción con mi otro seno. Podía sentir que mi intimidad se lubricaba, por lo que reí cachonda. «Si estuvieses aquí, Shikamaru, sabrías qué hacer para quitarme esa pecaminosa sensación». Moví la cabeza hacia un lado y mordí mi labio inferior, soltando el volante y olvidándome por completo del carro y el tráfico donde estaba sumergida. Guié mi mano hacia el botón del pantalón, y con ansiedad lo desabroché. Metí la mano por encima de mi braga, y con la punta de los dedos froté mi clítoris, ocasionando que la sangre me hirviera de sopetón.

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