three

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Omnisciente 

La semana fue aburrida, ningún acontecimiento fuera de lo normal, ninguna salida a escondidas, ningún encuentro con sus amigos, ni siquiera un descanso.

El jueves llegó y Colombia estaba totalmente emocionado, había trabajado sin descanso toda la semana para poder tener al menos algunas horas libres aquel día.

Mientras recogía su oficina, clasificando y organizando papeles, su puerta fue tocada con sutileza.

–Adelante– un poco extrañado habló, no se supone que alguien vendría ese día, de hecho, nadie tendría por qué venir esa semana.

Por la puerta de madera pasó un hombre y automáticamente Colombia ya sabía lo que se venía.

–Tus labores comunitarias, ¿Ya las terminaste?– preguntó la ONU quien venía a dar su recorrido matutino.

–.. No, carajo, ¿te das cuenta del trabajo que tengo?– gruñó enfadado, ese hombre creía que él solo jugaba todos los días, parecía que ni se percataba de las grandes ojeras que tenía el colombiano.

–No es el problema, sabes que puedes tomar tu día libre semanal y ahí hacer las labores– Colombia casi se atraganta con su propia saliva al escuchar esas palabras, ¿Qué?

–¿Cómo mierda crees que gastaré mi único día libre en la semana para hacer 'labores comunitarias'?– negó con la cabeza mientras hablaba con su ceño fruncido.

–Tienes tiempo para ir a pasar el tiempo con México, ¿no?, España me contó que estabas allí hace uno o dos días– sonrió la ONU, Colombia no tenía otra excusa.–Veamos, cómo estas tan amañado con México, ve a hacer tus labores comunitarias con él–

–No, claro que no– con su mano izquierda acarició su mejilla mientras que miraba al suelo, intentando crear una excusa.

–Uf. Mal ahí, ya le avisé que en unos minutos estarías allá– se organizó su saco aun con su sonrisa cínica–no faltes, por favor, no quiero que se te sancione de nuevo–

–¿Cómo podés dormir tranquilo, tú?– se recostó en su escritorio mirando de reojo a la ONU quien aún no se iba.

–Durmiendo..– cerró la puerta de una vez por todas dejando a un colombiano haciendo un berrinche en silencio.

–Este hijueputa–

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Colombia se sostenía de una de las sillas, intentando no caerse de las tantas movidas que daba el bus, como odiaba haber perdido su licencia y su lindo auto negro.

Al fin llegó a su parada, se abrió paso rápidamente entre toda la gente antes de que el bus arrancara y tocó el botón que había al lado de la puerta, la cual después de 20 largos segundos fue abierta.

Sudado, tal vez con una nueva epidemia encima y con su cinturón desabrochado bajó y caminó entrando a la portería de la unidad del mexicano.

–Buenas tardes..– intentó verse lo más normal posible, arreglando su cabello mirándose en un espejo cercano y secando su sudor– vengo al apartamento de .. México– sonrió.

El portero le sonrió mientras marcaba algunos números en su teléfono fijo.

–Hmm buenas tardes señor México, hay alguien acá que quiere verlo, el señor… – hizo una pausa y miró al colombiano que temblaba como loco.

–Colombia, Colombia– asintió.

–El señor Colombia lo necesita– repitió el portero mientras anotaba su nombre en una libreta.–Puede pasar, departamento número 36–

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