Las naranjas se posaban en su pecho blanco, la piel brillaba como las piedras envueltas en lluvia, su trazo era perfecto, cada curva de su ser pronosticaban belleza aulladora, un salto imposible, una torcaza sin alas. Una belleza impura con un ánimo sobre valorado, así era ella: Martha Montaner, una joven de 22 años que no se daba cuenta de su gran potencial escondido ante tanta belleza. El color de las naranjas eran alucinantemente y fulgurante, solo por el hecho de estar encima de ella; un rojo que se combinaba con aceite y daba un brillo único a mi lienzo que no pienso terminar. Ella ciega a su encanto y a su poder; no podía oler su propia fragancia.
Días tras día miraba sus ojos; en aquel boceto de papel cansón, mi papel preferido, era imposible terminarla, era imposible acabar con su hermosura, era un irrespeto para ella terminar aquella gran obra, su fragancia brotaba de aquella hoja como por arte de magia, olor a fruta fresca. Sus piernas largas y abultadas pero finas, bien torneadas, que despertaban en mi las ganas de mascullar. Maravillosa y tierna Martha que me habías hecho. Con tu solo presencia imaginaria mis deseos más mundanos se despertaban. Me levantaba pensando en ella, con la inclinación de querer volverla a ver, querer retratarla y dibujarla y nunca acabarla.
Si la terminaba terminaría mi carrera, seria el ultimo acto de amor más puro, y por su valor ciego no tendría precio, aquella obra inacabada tendría que estar para siempre. Solo era posible retenerla por tiempos cortos; tres horas a la semana, los miércoles a las 4:30 pm cuando ella terminaba sus clases de enfermería. Como era posible sentir esto, como es posible que la magia exista; me preguntaba.
En las noches miraba el techo de mi habitación y me parecía verla llegar como un alma en pena, acabarla seria destruirla, mejor seguir dibujándola trazo por trazo y guardando su belleza y cada hoja en un gran folder, con la excusa de verla y sentir de nuevo su fragancia. La necesitaba como el café en la mañana, mi inspiración es ella, y necesito su presencia; se a convertido en parte de mi ser, de mi espíritu, el motor con que arranco mi día con afán azaroso de verla nuevamente.
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Una desviación del instinto
Mystery / ThrillerUna noche oscura Martha Montaner llega con afanes de interrumpir mi calma y cambiar la naturalidad de mi cotidianidad.