La campana anuncia el final del primer periodo resonando por las instalaciones y el murmullo y barullo comienza. Alumnos recogiendo sus libros y mochilas, chirridos de sillas siendo echadas hacia atrás, frases sueltas semi-incomprensibles y pupitres recorridos. Gun deja su bolígrafo prendido del resorte en su libreta y cierra esta, se pone de pie y con la mochila al hombro (esta vez, bien puesta) emprende un silencioso camino hasta la cafetería escolar.
Se mueve con la ola de estudiantes, esquivando con éxito algunos que van a contra corriente. No presta demasiada atención a las conversaciones esporádicas por ahí donde va pasando, desde las escaleras, bajando por los pasillos, incluso algunas que mueren entrando sus locutores a los baños. Gun bosteza, como ha hecho desde que la adrenalina, la prisa y la vergüenza pasaron y se esfumaron de su sistema dejando que el sueño se apoderara de su cuerpo. Un nuevo sentimiento florece en su interior, mientras a pasos tranquilos recuerda que debería haber encontrado a su hermana para decirle una o dos cosas y drenar un poco de su molestia por la horrible situación en la que se metió más temprano.
Si los pasillos eran ruidosos, definitivamente nada pudo haber preparado a Gun Atthaphan para el barullo de la cafetería: gente riendo, comiendo mientras sorben sus fideos, pláticas que se funden en una sola gran masa de diálogos inconexos y calor. Mucho calor.
El aire huele a verdura hervida, algunos soplos de puré de papas y un sutil y seductor oleaje de carne dentro de ese gran salón comedor. El estómago lo traiciona en un ruidoso quejido, inocente y culpable por caer en las ondas seductoras de la comida cosquilleando la nariz. Gun se lleva ambas manos por instinto y agradece que todos estén ocupados, porque semejante ruido no hubiese sido fácil de disimular.
Aunque no podrían culparlo, después de todo, solo desayunó (mal comido) un trozo de tostada y sorbitos de té.
Dispuesto a devorar su almuerzo, hace fila detrás de un alto estudiante que ya sostiene su bandeja, ansioso. Gun toma una de la pila a su lado una vez ha llegado al área de bandejas y avanza, con una sonrisa de satisfacción casi imperceptible en sus labios. Las amables señoritas de la cocina entregan los almuerzos de forma diligente, regalando como ración extra una sonrisa.
De camino a una mesa milagrosamente vacía y ya con un cuenco de arroz y verduras listo en su bandeja, Gun camina con mucho cuidado de no verter su comida o dar un traspié. Por supuesto, de no golpear a nadie en el camino, lo cual logra exitosamente y se sienta solo dispuesto a dejar atrás el mal comienzo del día, sustituyendo todos los malos recuerdos por éxitos y experiencias después de comer.
Si, definitivamente eso de la comida si alegraba el alma. Como dicen, "Barriga llena, corazón contento".
Ya ha separado los palillos y perforado la caja de jugo de zanahoria con la pajilla correspondiente cuando, no muy lejos, puede ver la figura de su hermana acercándose hacia él. Lleva una diadema en la frente sujetándole el flequillo y una caja de venta en la mano, lo cual solo puede molestar al chico. ¡Incluso tuvo tiempo de llevar almuerzo, pero no lo esperó para el autobús!
Patrañas e injusticias.
— ¡Hermanito! —exclama Pim, saludando efusivamente a Gun con la mano y quizás, dos decibelios extra en su voz— ¡Llegaste, hola!
—No precisamente gracias a ti. —responde con obvio reclamo él, picando un brócoli hervido.Pim finge un puchero exagerado, de pie frente a la banca vacía.
—Eres tan cruel conmigo. —suspira, toma asiento y rápidamente todo rastro de tristeza o acongojo anterior desaparece de su semblante, mostrando una gran sonrisa— ¿Cómo te fue? ¿Ya tienes amigos? ¿Hay algún chico guapo que puedas presentarle a hermana mayor?
Gun cierra los ojos y reprime una sonrisa.—No eres mi hermana mayor y no hay nada de guapos para ti. —se lleva el brócoli a la boca— Jamás.
— ¡Yah, soy mayor que tú! —patalea bajo la mesa, notable para él por el rebotar de su cuerpo— ¡Debes respetarme!
—Dos minutos no te hace mayor. —Gun señala el techo con un dedo—. Así que, de hermana mayor, nada.
Pim se cruza de brazos, visiblemente molesta.
—Yo traje pasteles de arroz para ti, pero en vista de tu falta de respeto... —toma el bento de la mesa, apresando la caja contra su pecho—. De pasteles, nada.
Con una sonrisa encantadora y sinceramente divertido, Gun extiende una mano hacia su hermana.
—Wah, Pim, no seas egoísta con tu hermanito menor...
—Nada, he dicho. —se pone de pie, sacude su falda y pega media vuelta sobre sus talones no sin antes sacarle la lengua a su hermano en un gesto infantil y divertido.
𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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Chico 505 - H.A #37
FanfictionGun tuvo un muy mal primer día de clases en su entrada triunfal a la universidad, desde despertarse tarde, hasta entrar en el salón equivocado, pero, todo puede mejorar. 🍒 Si eres sensible y/o de mente cerrada, por favor evita continuar. PROHIBIDA...