Le gustaba pasar desapercibido, no podía cambiarlo. Habían muchas personas que deseaban no ser vistos por nadie jamás, por miedo, por enojo, por simple rutina a lo largo de su vida. Una vez marginado por siempre te marginaran. Oh así pensaba que funcionaba.
Sin embargo el nunca fue así, el solía tener incluso festividades en su honor de tal magnitud que temía que su pueblo ofendiera a los dioses. Pero parecía que incluso ellos estaban dispuestos a ignorar la arrogancia de su padre al presumir de la belleza de su hijo y salir airoso de la ira de los dioses que usualmente demostraban ante la belleza fuera de lo común de algunos mortales.
Había pasado antes, ya fuera por envidia, amor o celos. Ser bello y mortal era una ofensa a los dioses, sobre todo si se era arrogante al respecto. Ganimedes disfrutaba de la atención mas no quería sobrepasar los límites, la cantidad de regalos y propuestas no disminuía mientras pasaban los años y su anatomía sólo demostraba que se volvía más y más atractivo a los ojos que se posaran sobre él.
Sus hermanos disfrutaban sin embargo el tener la marginalidad suficiente para hacer y deshacer en el pueblo, pudiendo cortejar a quienes quisieran porque quien traería honor, poder y bendición al reino sería él.
Ganimedes sólo rezaba a los dioses que porfavor tuvieran piedad de él, no deseaba que el plan de su padre saliera mal sin embargo, toda su felicidad se drenaba de él mientras más interesados eran los planes del rey y de sus propuestas, como si fuera una escultura que todos se peleaban para tener adornando sus castillos. Su pregunta era ¿En qué tipo de pedestal acabaría? ¿En el de quién? Acaso era lo único que querían de él?
Suspiró desplomando la pose erguida que debía mantener cuando los visitantes finalmente se fueron de la habitación, sus ojos picaron por lo que mordió su labio intentando reprimir su debilidad en frente de los sirvientes. Un fuerte sonido proveniente de un gallo traspasó la puerta abierta del palacio y despertó de sus dramas mentales para asentir a sucompañía que se acercó a quitar la corona de laureles de su cabeza que se enredaba en sus rizos color caramelo.
Últimamente sentía que no merecía aquella corona, solía ser un gran luchador, un gran deportista, un magnífico artista que valía por lo que hacía y sabía. Ahora era una moneda de cambio para su padre, desde que cumplió la edad suficiente para casarlo en lo único que se habían enfocado es en hacerlo verse "más lindo" no lo dejaban entrenar, no lo dejaban desenvolverse con sus amigos, no lo dejaban... coquetear libremente con quien quisiera, como su hermanos hacían ahora.
La corona de laureles representaba al Ganimedes que ganaba torneos y campeonatos, peleas y carreras, discusiones y argumentos. No al Ganimedes que ahora se sentaba en un trono rodeado de flores, que abanicaban y bañaban en perfumes y aceites.
Admitía que incluso antes disfrutaba de esa atención, pero no todo el maldito tiempo, no cuando se había convertido en su único propósito y deber.
Su padre no volvía por lo que suponía que ya estaba libre para al menos vagar por el palacio mas sus criados lo guiaron a su cuarto con gestos amables y demasiado contacto físico, otra de las cosas con las que lideaba. Habían traspasado límites muchísimas veces hasta el punto que Ganimedes prefería la compañía de damas que evitaban muchísimo más el ponerlo incómodo con sus miradas interesadas.
La bañera enorme en su cuarto fue llenada a duras penas por los sirvientas mientras las damas quitaban las flores de su cabello y las joyas de oro alrededor de su cuello, cintura y muñecas.
- Príncipe, el baño está listo - El siervo hizo una venia pronunciada en frente de él y Ganimedes bajó la seda que lo cubría hasta por debajo de sus rodillas velozmente, el hombre subió la cabeza para mirar directamente sus piernas para finalmente verlo a los ojos y sonreír depredadoramente. Su piel se erizó y el rechazo trepó por su garganta -... si necesita ayuda podemos-
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El Favorito de los Dioses [ Zeus x Ganimedes]
FanfictionWeek Challenge día 6: Cambio de sexo Ganimedes había odiado su apariencia casi toda su vida, en un principio era sencillo ignorar los halagos y regalos, fue cuando creció que notó que aquello que creía era una bendición se mostró con la verdadera c...